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El Western.
Mito y Rito para un Pueblo sin Historia.

Por Juan Antonio de Blas.

SEGUNDA PARTE

Capítulo XIII

La Pintura

 

Siguiendo el tradicional sendero en el que los mitos nada tienen que ver con el mundo real resulta que la pintura western, el arte USA por excelencia, es un invento de los europeos, que lo pusieron de moda antes de que Catlin y Russell le diesen una dimensión especifica "nacional".

El primer pintor western fue un suizo. Charles Bodmer era un pintor que estudiaba en París cuando fue contratado por el príncipe Maximilian de WiedNewied, un noble alemán con ganas de aventuras. Como aún no se había inventado la cámara Kodak, el príncipe Maximilian se llevó a su pintor de cámara para que recogiese en el lienzo los lugares que visitaba. El príncipe alemán estuvo por primera vez en USA en 1832 y durante la expedición hizo que Bodmer inventase el western pictórico al "retratar” los enfrentamientos de los guerreros indios, la caza y los paisajes vírgenes. Bodmer llevaría a Europa el interés por una América salvaje que no había despertado la curiosidad de los pintores ingleses en la época de las colonias.


Charles Bodmer, también conocido como Karl Bodner, (Suiza, 1809; París 1893),
miembro de la escuela paisajista francesa y del grupo Barbizon, participó en la expedición
del príncipe alemán Wied-Newied que recorrió la cuenca del Missouri, subiendo hasta
Montana y pasando el invierno en Fort Clark, regresando por el río al cabo de un año.


Charles Bodmer. Carrera de caballos de los sioux. Acuarela. Sobre 1836.


Príncipe Maximilian zu Wied-Neuwied (Neuwied, en la orilla de Rhin, Alemania, 1782/1867)
estudió con Humboldt, participó con las tropas prusianas en las guerras napoleónicas y
fue explorador, etnólogo y naturalista que dirigió en 1815/17 la expedición al
sureste del Brasil y, en 1832, a Norteamérica.

El otro gran pintor del primitivo western es Alfred Miller, un auténtico ciudadano USA que vivió entre los años 1810 y 1874. Miller pudo realizar su pintura gracias al mecenazgo del capitán escocés William Steward, un aventurero de noble familia que, terminadas las guerras napoleónicas, se dedicó a vagabundear por todo el continente americano. En sus correrías, llevó a Miller como acompañante, a pesar de que el pintor era más bien una rémora que un camarada avezado al peligro de los espacios abiertos e inexplorados, pero sus lienzos valían los esfuerzos del militar escocés. Miller es el pintor de los tramperos y de la lucha contra las inclemencias de la Naturaleza. El espacio físico de las montañas y los animales, las grandes composiciones en las que predomina el paisaje hicieron de la pintura de Miller un principio de escuela que dejó establecidos lo que sus continuadores convertirían en cánones.


Alfred Jacob Miller (Baltimore, 1810/1874) recibió sus primeras lecciones de arte
en su ciudad natal. En 1833 viajó a Europa y estudió en la Escuela de Bellas Artes de París
y visitó Italia y Suiza. De vuelta a USA, aceptó en 1837 el contrato con el aventurero
escocés Stewart para que recogiera las escenas de caza en las Montañas Rocosas.
Visitó en 1840 el castillo escocés de Stewart y se expusieron sus pinturas.
Al cabo de dos años, regresó a Batilmore.


Alfred Miller. La novia del trampero. 1858.



Sir William Drummond Stewart (Murthly Castle, Perthshire, Escocia, 1795/1871) luchó
con las tropas británicas contra los franceses en la península Ibérica y participó en la campaña
de Waterloo. En 1832 partió para San Luis, Missouri, y se enroló varios años con los traficantes
de pieles que partían para la reunión anual con los tramperos en las montañas.
En uno de estos viajes, llegó hasta Fort Vancouver, en la costa del Pacífico. Fue en 1837
cuando llevó con él al pintor Alfred Miller.

Es divertido pensar que sin la desinteresada colaboración de un príncipe alemán y un capitán escocés, veterano de Waterloo, la iconografía del western sería más pobre y mucho menos "realista", ya que tanto Bodmer como Miller son pintores documentalistas que dejaron en sus obras el testimonio objetivo de lo que veían sin interpretarlo ni tratar de embellecerlo. Sus continuadores si dejarían volar la imaginación y así el mito sustituyó a una realidad agreste que no necesitaba ser mitificada.

Si bien George Catlin nació antes que el suizo Bodmer, llegó más tarde a la pintura. Catlin era un abogado de Pensilvania, nacido en 1796, que ya metido en la treintena abandonó su bufete para empuñar los pinceles. Desde 1832 empezó a interesarse por la vida de los indios americanos y convirtió la observación en escritos para los que realizaba ilustraciones, ilustraciones que acabaron por desplazar a sus escritos y que le convirtieron en una autoridad científica por sus trabajos de “campo”.

Catlin recorrió toda América, desde el norte de Alaska a la argentina Tierra del Fuego, en busca de la observación en directo de la vida natural de los salvajes, que había puesto de moda intelectual el bueno de Rousseau. En 1855, con una abundante obra pictórica realizada, se trasladó a Europa y los críticos convirtieron su exotismo en una pasión para el público y, sobre todo, para los pudientes compradores de la alta burguesía. Europa le dió el merecido reconocimiento que le habían negado en su país natal. De esa falta de reconocimiento de sus paisanos da cuenta el hecho de que su colección de retratos de jefes indios, que se habían expuesto en el Museo de El Louvre, se colgaron para la venta en Nueva York, que siempre ha sido la capital cultural USA. Catlin quería que la colección fuese vendida en Estados Unidos, pero el Congreso USA se negó a emplear fondos para la adquisición de la colección de retratos. Hasta un senador llegó a afirmar que preferiría que se gastase el dinero en comprar los retratos de los ciudadanos americanos asesinados por los indios, afirmación que se inscribe en la tradición anglosajona de acusar al enemigo de todo lo que uno está ansiando realizar. Después de una fuerte polémica, la colección de retratos de jefes indios fue comprada por el Museo Nacional y hoy es uno de sus más preciados tesoros. En 1871, Catlin abandonó Europa para regresar a USA, donde fue recibido como artista nacional intocable, gracias al reconocimiento de la crítica europea, pero no pudo disfrutar del reconocimiento oficial, ya que murió al año siguiente.

El primer libro de Catlin, "Cartas, notas, maneras y costumbres de los indios de Norteamérica", apareció en 1841 y despertó el apasionado interés de los profesores y exploradores europeos, para los que el mundo empezaba a quedar pequeño y se empeñaban en constatar lo que hasta entonces habían despreciado o silenciado. Sus escritos y, sobre todo, sus ilustraciones y pinturas fueron estudiados con seriedad en el Viejo Mundo. Puede afirmarse que Catlin fue el introductor del western en Europa y, especialmente, de su primitiva iconografía.


George Catlin (Pennsylvania, 1796; New Jersey, 1872) su fascinación por las tribus indias
se originó en la niñez con las historias que le contaba su madre, que había sido
secuestrada por una tribu.


George Catlin. Nube Blanca, jefe de los Iowa. 1845.

El primer pintor USA que introduce la mistificación en la pintura western, después del naturalismo de sus antecesores, es C. Schreyvogel, nacido en 1861 y fallecido en 1892, cuyos primeros cuadros alcanzaron fama nacional en la década de los ochenta, coincidiendo con las últimas guerras indias protagonizadas por los apaches. Sus cuadros despertaban el interés del público por un espectáculo que, definitivamente, se acababa.

Schreyvogel es el pintor que más abusó de la temática militar del western y su influencia fue determinante en los primeros westerns fílmicos de "reconstrucción histórica". Sus cuadros más famosos, como "Asalto a la empalizada"' o "Custer parlamentando con los Kiowas", han gozado de la predilección de los estamentos militares que han colgado sus reproducciones en infinidad de cuarteles y dependencias militares. Influyó también en los ilustradores de las magníficas revistas de principios de siglo en la que brillaron los cuidados colores de Pyle.


Charles (o Carl) Schreyvogel (Nueva York, 1861; New Jersey, 1912) hijo de una
familia humilde de emigrantes alemanes, no pudo pagarse sus estudios de dibujo,
pero tuvo la suerte de ganar uno de los premios anuales de la National Academy, lo que
le facilitó mucho las cosas.


Charles Schreyvogel. Defendiendo el Fuerte.

En el mismo año que nació Schreyvogel vino al mundo Frederick Remington que se convertiría en el pintor más famoso, y cotizado, de la pintura western. Frederick Remington era natural de Nueva York y a los diecisiete años comenzó a estudiar arte en la Universidad de Yale. El ingreso en la universidad estuvo facilitado por la influencia del padre de Remington que era editor de un periódico de la capital cultural USA. Después de dos años de estudios nada brillantes, el joven Remington, al que apasionaban más los caballos que los libros, emprendió el camino del Oeste.

Durante cerca de tres años, recorrió el escenario del western, y el resto de su vida se dedicó a pintarlo. Resulta paradójico que prefiriera, según sus propias quejas, otro tipo distinto de pintura, pero que tenía que someterse a la exigencia del público, que le "obligaba" a pintar continuamente escenas del western. Desde que las primeras ilustraciones para la prensa provocaron su inmediato reconocimiento, se convirtió en un artista al que faltaba tiempo y le sobraba trabajo, aunque el definitivo reconocimiento como pintor nacional le vino del apoyo incondicional del presidente Teddy Roosevelt, un apasionado del western que supo convertir su afición en carrera política y, de paso, inscribir a los USA en la lista de los imperios modernos.



Frederick Remington (Nueva York, 1861; Connecticut, 1909) en su casa de Nueva York.
Hijo único de comerciantes, su padre fue coronel en la guerra civil USA, eran familia
de los Remington armeros. Declinó ir a West Point y abandonó sus estudios de arte en Yale.
Ya dibujaba caricaturas e ilustraciones para periódicos, y a los 19 años hizo
su primer viaje al Oeste y sus primeros dibujos. Compró un rancho y fue socio
de un saloon, se casó y regresó a Nueva York. A los 25 años de edad, en 1886,
vio publicada a toda página y con su firma una ilustración en Harper's Weekly,
iniciando su carrera de éxitos y fama. Fue corresponsal en la guerra de Cuba, en 1898.


F. Remington. The Emigrants. Pintado en 1903.


Al morir tempranamente, a los 48 años (durante una operación de apendicitis a consecuencia de una peritonitis), Remington dejó más de tres mil obras y, considerando que su carrera artística duró veintitrés años, el resultado es de una obra realizada... ¡cada tres días! Remington, además de multitud de pinturas e ilustraciones, escribió seis libros y aún tuvo tiempo de realizar veinticinco obras escultóricas. Entre sus libros, alcanzó fama "Caminos de herradura", que incluso está traducida al castellano, y se atrevió a perpetrar una novela "John Ermine de Yellowstone", que tuvo una adaptación al teatro.

Dejó escrito que, después de su muerte y sobre su tumba, solamente escribieran "Conocía al caballo", pero su fama no resistió su desaparición y pasó fácilmente al olvido. Su redescubrimiento se debió al productor cinematográfico H. McCraken que, en I947, escribió el libro "Frederick Remington, pintor del viejo Oeste”, y despertó una manía nacional por el olvidado pintor, del que todos quisieron tener originales. Sus obras alcanzaron precios desorbitados y un dibujo en blanco y negro de Remington, que hasta entonces se cotizaba a ciento cincuenta dólares, pasó a costar cincuenta mil, y todos sus cuadros al óleo pasaron a cotizarse a precios millonarios. La moda del redescubrimiento de Remington llegó a institucionalizarse y dos centros culturales, el de Cody, en Wyoming, y el de Odgensburg, en Nueva York, acapararon las mayores colecciones de sus lienzos. Indudablemente, era un buen pintor, pero la crítica USA, para ensalzarlo, lo ha equiparado con Renoir y Monet por su experimentación de la luz y el color.

A pesar de la mayor fama internacional de Remington, el pintor más genuino del western es Charles Marion Russell que, además, reunió, caso excepcional, la calidad pictórica con la humana. Las obras de Russell, que se cuentan por millares, incluyen dibujos al carboncillo, croquis a pluma, acuarelas y óleos de un valor testimonial extraordinario. En las obras de RusselI se advierten hasta las marcas reales del ganado, los emplazamientos exactos de cercados y ranchos, retratando de tal forma las acciones y escenarios que se pueden precisar el lugar y el tiempo en que fueron pintados, aunque no estuvieran fechados y ratificados con su firma.

Russell nunca se permitió la menor manipulación artística y eso le ha convertido en el maestro insuperado de la pintura western, en la que, además, es el genio indiscutible en el uso del cromatismo, aparte de la fidelidad histórica.

Charles Marion Russell comenzó a trabajar como cow-boy en un rancho de Montana, en 1880, cuando acababa de cumplir dieciséis años, y siguió siendo un vaquero hasta su muerte, en 1926. Como hombre amante de los espacios abiertos, nunca ocultó su rechazo por las grandes ciudades del Este y, por ende, de sus pobladores. Llegó a afirmar "Esa América, fuera de mi región, me es extraña y desagradable como ninguna otra cosa en el mundo. Por mucho que intente buscar, no encuentro nada que valga la pena".

Uno de sus mejores biógrafos dejó escrito, a solamente cinco años de su muerte, la siguiente descripción: “Era un enamorado de lo auténtico, un apasionado de la amistad y un defensor de los débiles y los oprimidos. Un hombre que podía estar orgulloso de su talento sin sentir vanidad. Un ser sin pretensiones, egoísmo o afectación. Eso es lo que era Charles Russell.” Las elogiosas palabras de L.S. Cobb se confirman con el testimonio de todas las personas que le conocieron o trataron. Fue la mejor encarnación de todo lo bueno que tenía el western, lo malo es que el western que él quería fue más real en sus cuadros que en la propia realidad.

Desde que abandonó su San Luis natal, siendo un adolescente, hasta su muerte en Great Falls (Montana), puede asegurarse que no contó con enemigos y eso, en cualquier época, es un toque de honor para una persona inteligente que además estaba marcada por la bondad. No se dejó impresionar ni por la vanidad ni por el reconocimiento de la crítica y se negó a convertirse en noticia cuando los periodistas le buscaron al enterarse de que el Príncipe de Gales había comprado varios de sus cuadros para su colección particular. El mejor reconocimiento era el que lograba de sus amigos y muchas de sus esculturas, hoy de un precio desorbitado, fueron hechas para regalar a sus compañeros de trabajo, ya que los erráticos cow-boys no podían trasladarse con las pinturas que les regalaba por dañarse fácilmente con la vida al aire libre que llevaban.

La consideración sobre su notable honradez fue general desde sus primeros tiempos como ranchero. En su rancho, estuvo al cargo de cinco mil cabezas de ganado propiedad de la Asociación Ganadera y durante el crudísimo invierno de 1886, las inclemencias del tiempo acabaron con todas las reses que estaban a su cuidado. Ante la posterior reclamación de los contables de la Asociación Ganadera, pintó el que sería uno de sus cuadros más famosos y patéticos. Un lienzo en el que hay un buey enflaquecido e inmovilizado por la nieve que le llega al pecho. Russell lo tituló "El último de los cinco mil" y lo envió como resumen de balance a la Asociación Ganadera, que lo aceptó como explicación contable sin pedir más explicaciones de datos y números.


C. M. Russell (Missouri, 1864; Montana, 1926), enamorado del Oeste desde
la infancia, aprendió a montar a caballo en el rancho de un familiar, coronel durante
la guerra. Se familiarizó con la vida del vaquero en los ranchos de Montana y conoció las
costumbres de los indios durante una larga estadía entre una de las tribus de los Pies Negros.
Se casó a los 32 años con una jovencita de 18 que, andando el tiempo, sería la
que le organizaría las exposiciones en USA y el extranjero. Muchos de los artistas y directores
de las primeras películas western fueron amigos suyos y compraron sus obras.


C. M. Russell. "Last of the 5.000" (El último de los 5.000),
también conocido por "Waiting for a Chinook". Invierno de 1886-87.


Su cuadro titulado Piegans (una de las tribus de los Pies Negros)
fue subastado en 2005 y alcanzó el precio de cinco millones y medio de dólares.

Como es lógico, el perfeccionismo de Russell creó escuela propia, pero sus epígonos no estuvieron a la altura del maestro, excepto en la extraordinaria capacidad de Olaf C. Seltzer, nacido en Dinamarca en 1877 y que emigró a USA a los quince años. Seltzer se entrevistó con Russell en su rancho de Montana y quedó seducido por la pintura del que sería su maestro. Comenzó entonces una larga carrera pictórica que se alargaría, con seriedad, hasta su muerte en 1957. Es otro dato a resaltar que el discípulo del maestro indiscutible de la pintura western fuera un danés.


Russell y Seltzer (en la foto) fueron íntimos amigos. A la dcha., "Explorador Pies Negros",
obra de Seltzer. Olaf Carl Seltzer (Copenhague, 1877; Great Falls, Montana, 1957) estudió
en la Escuela de Arte danesa hasta la muerte de su padre y su emigración a Montana cuando
tenía 15 años. Trabajo de vaquero y 26 años como mecánico de locomotoras, hasta su
despido. Pintó toda su vida y completó unas 2.500 obras.

Menos conocido en el mercado internacional es el reputado maestro Edwin Forbes, que nació en Nueva York en 1839 y murió en su ciudad natal en 1895. A pesar de su no muy larga vida, tuvo tiempo de crear escuela. Forbes comenzó a dibujar a los diecinueve años, especializándose en la pintura de animales siguiendo las indicaciones del maestro del naturalismo, Arthur Tait. Al comenzar la guerra de Secesión, Forbes se alistó en las fuerzas de la Unión y combatió en las filas del ejército del Potamac. Advertidos de su capacidad de ilustración, los mandos lo enviaron a retaguardia y empezaron a aparecer sus dibujos. Esos dibujos se convirtieron, de forma inmediata, en objeto ansiado por todos los corresponsales de guerra para acompañar sus crónicas desde el frente de batalla. Forbes visualizó la Guerra Civil para los lectores de prensa y creó un estilo que pronto imitaron todos los demás ilustradores en camapaña.

La fama conseguida por Forbes en estos trabajos bélicos hizo que se le abrieran las puertas de la Academia de Nueva York, donde expuso una colección de pinturas de la que saldría un clásico “Las batallas del desierto", realizado en I864, en plena contienda. Se reprodujo por miles y todas esas malas copias adornarían infinidad de cantinas del Oeste, antes de que el cuadro "El último combate de Custer" se convirtiese en parte esencial del mobiliario de los establecimientos de bebida y juego.


Edwin Austin Forbes (Nueva York, 1839/1895) artista corresponsal de guerra,
sus prestigiosos trabajos sobre la guerra civil se conservan en la Oficina de Guerra,
en Washington, por su valor histórico.


Edwin Forbes. Oficiales rebeldes capturados en Petersburg. Lápiz. 1864.

Después de la Guerra Civil, Forbes quedó tan harto de soldados y batallitas que no volvió a pintar cuadros épicos, refugiándose en el grabado y en la pintura de paisajes. Su influencia, más que en los pintores, se notó en los ilustradores de prensa que lo plagiaron impunemente. En su calidad de pintor de animales influyó en los primeros cuadros de Russell y en toda la pintura doméstica de principios de siglo XX que pondrían de moda las grandes revistas ilustradas. Dentro de la escuela USA de ilustración de prensa , inagurada en realidad por Forbes, también destacan los nombres de Alfred Wand y Hennie Lovie.

Después de sus grandes maestros, la pintura western se conviertió en una moda, presente continuamente, pero no valorada, y los nombres y las obras se suceden sin apenas convertirse en algo más que reseñas obligadas. De tal modo que tendrán cotización, pero no excesivo reconocimiento, Will Crawford, P.R. Gbodwin, Edward Borein, Frank T. Johnson y Joe de Young, que fueron, casi todos, imitadores de Russell y practicaron el nomadismo de los cow-boys antes de pasar a la pintura. De todos ellos, quizá el más conocido, y reconocido por la crítica, fue Ross Santee que recopiló sus recuerdos y cuadros en dos hermosos libros, "Cow-boy" y "Hombres y caballos", a finales de la década de los veinte. Hoy son piezas rarísimas y cotizadas en sus antiguas ediciones. Su impacto será continuado, en la siguiente década, por Will James que, siguiendo la costumbre de recopilarlo en libro, publicó "Cow-boy solitario" y "El hogar es el rancho". Después de ellos, la imitación se convirtió en proliferación y la cantidad no hace que se encuentre demasiada calidad, sobre todo porque la oferta se reparte en multitud de revistas y pequeñas editoriales en las que quedan olvidadas obras de importancia que aún esperan que se las rescate de su sueño de bellas durmientes.


Ross Santee (Iowa, 1889; Arizona, 1965) estudió en el Instituto de las Artes,
de Chicago. Fracasó en Nueva York y se trasladó con su madre y hermana a
Arizona, donde trabajó de vaquero, pintando en sus ratos libres. Escribió trece libros,
docenas de historias cortas y realizó miles de dibujos.


Will James (nacido, Joseph E. N. Dufault, Quebec, 1892; Hollywood, 1942) pintor,
novelista y escritor de éxito de cuentos para niños. Vaquero, perseguido por la justicia,
pasó de Canadá a los USA y se cambió el nombre. Trabajó de doble en Hollywood
y de jinete de rodeos. Su primera novela, "Bucking horse riders", se publicó en 1922,
y le siguieron otras veintidós, cinco de las cuales pasaron al cine.

La pintura western llegará también a los nativos, que empiezan a ocupar su lugar en la pintura USA, si bien hay que reconocer que su espacio también se les otorgó facilitado por la importancia mundial de los pintores muralistas mexicanos, como Rivera o Siqueiros, que convirtieron las influencias aborígenes en parte importante de la pintura actual. Entre los indios que consiguieron imponer su estilo "naif", destaca Acee Blue Eagle, nacido en 1907, que consiguió notoriedad y reconocimiento crítico en la década de los cuarenta, pero quizá el nombre, y la obra más importante, sea la del indio pueblo José Rey Toledo, cuyas pinturas simplistas e ingenuas, referidas a costumbres y ceremonias de su tribu, han logrado reconocimiento internacional.


Acee Blue Eagle, también llamado "Muchacho Reidor"; "Aguila Azul" (Oklahoma, 1907-1959) hijo de padre escocés y madre perteneciente a un destacado clan de los Creek-Pawnee, nació en una reserva y quedó huérfano de niño. Cursó estudios universitarios de Arte viajó al extrajero y fue lector de danzas, música y arte Indio en la Universidad de Oxford y también en Holanda y Francia. Como pintor, alcanzó fama internacional y recibió varios premios. Sobresalió por sus grandes pinturas murales en el interior de edificios públicos y en el acorazado USS Oklahoma, hundido en Pearl Harbor. En la foto, con el traje de guerra Pawnee en la recepción al emperador Haile Selassie en 1954, pues varias de sus obras estaban colgadas en el Museo Nacional de Etiopía.

José Rey Toledo "Estrella Matutina" (Nuevo Méjico, 1915-1994) perteneciente a la tribu Pueblo de las montañas de Jemez, se licenció en Arte en la Universidad de Nuevo México en 1955, y en Salud Pública en la Universidad de Berkeley. Administrador de programas de Salud para población india, fue rofesor de Arte y pintor. Sus detallados cuadros de las ceremonias sociales y religiosas de los indios, muchas irrepetibles, es por lo que también se le considera un "historiador gráfico".

Dentro de la ilustración del western, hay que incluir a los dibujantes de comics, ya que algunos alcanzaron a realizar verdaderas obras maestras. El más conocido por su calidad es Warren Tufts, que creó las series "Casey Ruggles" y "Lance", que son una revisión de la historia del western en la que hay un valor documental extraordinario, aunque sus historias sean siempre de exaltación nacionalista. Pese a que hay cientos y cientos de dibujantes de comics USA, lo cierto es que su trabajo casi siempre es mediocre. El siguiente nombre que se puede citar sin sonrojo es el del argentino José Luis Salinas, que creó para una compañía norteamericana el personaje de "Cisco Kid", un cow-boy sacado de un relato del escritor OHenry. En la actualidad, el mejor comic western corresponde al dibujante francés Jean Giraud que, con el personaje del teniente Blueberry, ha conseguido dar al western una calidad que ya habían olvidado los ilustradores USA.


Chester "Warren" Tufts (California, 1925-1982) dibujante de historietas y escritor, era un perfeccionista que trabajaba 80 horas semanales. Ilustró libros y colaboró en series para la televisión. Tenía como afición construir y pilotar avionetas, y murió al estrellarse con una de ellas.

Como complemento de la pintura, la ilustración y el dibujo, la fotografía ha ocupado lugar importante en la recuperación de la imagen del western y debe inscribirse como un apartado de su iconografía específica. La fotografía alcanzó su mayoría de edad durante la Guerra de Secesión, cuando las ilustraciones de la prensa alternaron con las primeras y laboriosas placas, conseguidas en los distintos teatros de operaciones militares. Los primeros fotógrafos ambulantes, algunos de los cuales se convirtieron en maestros de la profesión, alcanzaron una calidad de reproducción cuyo perfeccionismo parece imposible para los rudimentarios medios con los que contaban, sobre todo por los improvisados laboratorios en los que revelaban las placas obtenidas.

De toda la pléyade de fotógrafos del conflicto, destaca Mathew Brady, que tomó veinte mil placas durante los largos años de la guerra, abarcando todos los escenarios del conflicto, si bien el más profesional de los fotógrafos fue John A. Gardner, cuyas fotos de la campaña de 1864 sorprenden aún en la actualidad. También destacan y son reeditadas en libros para profesionales las de Thimoty OSullivan.


Mathew Brady (Nueva York, 1822-1896), hijo de inmigrantes irlandeses, estudió
pintura y el inventor Morse, introductor en USA del daguerrotipo, le enseñó
esta técnica. En 1844 abrió, con éxito, su propio estudio fotográfico. Durante la
guerra, trasladó su estudio a los frentes de batalla y estuvo tres días desaparecido y
perdió todo su equipo en la primera batalla de Ball Run. Empleó a varios fotógrafos,
hizo miles de fotos y gastó unos cien mil dólares. Al no comprarle el gobierno la
colección, quedó en bancarrota, tuvo que cerrar su estudio, nunca se recuperó
económicamente y murió en la pobreza.


Timothy O'Sullivan (Irlanda, 1840; Nueva York, 1882) trabajaba para Brady antes
de la guerra, es el autor de la famosa foto (arr. dcha.) "La cosecha de la muerte", en Gettysburg.
Estuvo presente en la rendición del general Lee, en la exploración geológica al
paralelo 40 y en la del equipo del canal de Panamá.

Después de 1865, muchos fotógrafos que habían pasado su examen profesional durante la contienda, se dirigieron a las abiertas tierras del Oeste, pero no fue hasta finales de la década de 1870 cuando las mejoras del revelado y los avances de las cámaras hicieron que se pudiera captar la realidad del paisaje y los modos de vida en las tierras del western. Uno de los primeros maestros fue Alton Huffman, que llegó a Montana para cubrir la información gráfica sobre la muerte del general Custer y casi la mitad del 7º de Caballería que le acompañaba. Huffman fue el primero, y quizá el mejor, de esta época nómada de la fotografía. Recogió las grandes matanzas de bisontes, captó las expresiones de los jefes indios y la de los mandos militares que los perseguían, y fueron los paisajes del Noroeste y la vida en los ranchos las que quedaron plasmadas en sus obras maestras. El antiguo fotógrafo del ejército se convirtió en notario de una naturaleza salvaje que empezaba a desaparecer. En sus memorias, dejó escrito: "Algunos han creído ver en el ferrocarril el último rostro del Oeste. No es cierto. Cuando el caballo de hierro llegó, la naturaleza ya había sido arrasada por los constructores de ciudades y los plantadores de alambre de espino. Con la llegada de éstos fue cuando se cerró el último capítulo de la tierra como encarnación de la libertad".


Laton Alton Huffman (Iowa, 1854; Montana, 1931) su padre fue el
que le enseñó los principios de la fotografía y abrió su primer estudio con
21 años, pero fracasó. Amplio estudios de fotografía en Minnesota. En Montana,
inició su vida de fotógrafo ambulante e hizo amistad con los jefes indios. Fotografió
el Oeste tal como era realmente.

 

Especial mención entre los "notarios" de la cámara cinematográfica merece el cow-boy Erwin E.Smith, que aprendió los rudimentos de la profesión con un fotógrafo ambulante inglés. Se convirtió en un reputado profesional que vendía sus fotografías para pagarse estudios de pintura y escultura. Hacia 1907, empezó a exponer sus colecciones de fotografías en los salones de arte del Este y, a pesar del reconocimiento de crítica y público, prosiguió su vida aventurera. Deambuló por todos los estados del Suroeste, pero siempre regresó a Texas, que era su verdadera pasión. Sus clichés dieron miles de obras, cuya perfección sigue despertando entusiasmo, entusiasmo que no decaen ya que, de vez en cuando, aparecen nuevas fotos de Smith perdidas en villorrios aún más perdidos. El y Russell encarnan a la perfección el tópico del cow-boy arriesgado y generoso, sólo que en su caso el tópico y la realidad se confundieron.


Erwin E. Smith (Texas, 1886-1947) aprendió el oficio de vaquero trabajando los
veranos en el rancho de su tío. Estudió en la Escuela de Arte escultura y pintura,
pero escogió la fotografía para recoger las costumbres de los cowboys, viajando por
Texas, Arizona y Nuevo México desde los 19 años. La firma Eastman Kodak
reconoció la excelente técnica de Smith y lo puso como ejemplo de lo que se
podía hacer con un simple cámara de cajón.

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