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¿Qué diría Marx de un país en el que sale la mitad más barato ir de vacaciones con el Imserso a Benidorm que estar recluido en uno de esos hospitales clandestinos marginados por la sanidad “pública” llamados residencias de ancianos?
Auditoría y tralla


Por Marcelino Laruelo.


Un siglo se va a cumplir desde el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia. 150 años hace que san Carlos Marx envió a una imprenta alemana las galeradas de lo que sería el primer tomo de ‘El Capital’: ¿Qué diría hoy Marx si resucitara y pudiera contemplar ese siglo XX de horrores mundiales y algunos bienestares regionales? Primero, se metería en una biblioteca (British, of course) con una tablet y se documentaría durante un mes. Porque antes de dar tralla hay que leer y reflexionar, que luego se confunde la “dictadura del proletariado” con la del secretariado y con hacerle la pelota al líder máximo. Pedro, el pescador, que se ha ido unos días de “foryú” a Roma, me va a traer un artículo de Luis Sepúlveda sobre la “felicidad de los pueblos”, aparecido en el diario romano ‘la Repubblica’. Es un tema que me interesa: la felicidad, no el sufrimiento. Desde los enciclopedistas y el siglo de las luces para acá.

No sé si hay o hubo alguna vez marxistas en España. En Berlín, los devotos de MEGA que están publicando todos los trabajos de Marx y Engels, se referían a España como “terra incógnita”. Tal vez por eso no hay aquí análisis ni diagnóstico y, por lo tanto, no hay remedios, sino ocurrencias. Es un país que se mueve entre el marketing mediático de los pedros y pablos, las susanas y pachis, y sus troupes; y el ya tradicional “laissez trinquer”, “laissez passer” de un marianismo correoso. Está el pueblo que sufre, al que con cada crisis, y desde 1975 van unas cuantas, le cae el diluvio encima, y hay otros, muchos más de lo que se piensa, que no saben lo que es que les salpique una gota. Es la España de la explotación laboral subfranquista y el paro, frente a los de la “plaza en propiedad” y asociados. Son las víctimas de ese capitalismo que a la explotación ha añadido la estafa (bancos, luz, bombona, IBI, IVA, gasoil…) frente a los guays que saben todos los trucos y martingalas, y que de todo se aprovechan. Esos que denostan a Trump, producto típicamente USA, y luego mandan a sus hijos a que aprendan allí las trampas del capitalismo.

Hace falta mucha tralla. A Marx le encantaba dar tralla. Cuando hay 25.000 personas que, un domingo sí y otro no, van a “sufrir” al Molinón, ¿qué importancia tiene que el actor, y “árbitro de la elegancia”, nacido en la Puerta de la Villa, venga seis o sesenta veces a llenar el Teatro Jovellanos? No es obligatorio ni gratis, y los que van son “felices”. Tralla, sí. Hace falta dar tralla, mucha tralla: a los que gastan el dinero de los demás en levantar calles sin necesidad, en tirar estaciones y hacer túneles venecianos, en cambiar farolas nuevas por otras más nuevas, en repartir subvenciones a todos los de la cuerda y etcétera, etcétera. Tralla con los ayuntamientos que no dan ni un euro para las residencias de ancianos, donde están nuestros mayores, los más enfermos, indefensos y necesitados. ¡Y tralla con los que nos birlaron la Caja de Ahorros!

Tralla con la corrupción, sí; pero casi todos se ponen de perfil cuando se habla del “atraco” continuado a los ancianos en las residencias del organismo autónomo ERA. ¿Qué diría Marx de un país en el que sale la mitad más barato ir de vacaciones con el Imserso a Benidorm que estar recluido en uno de esos hospitales clandestinos marginados por la sanidad “pública” llamados residencias de ancianos?

Tralla, sí, para saber qué hicieron con toda esa pila de millones de la Ley de la Dependencia que salieron de Madrid y se evaporaron al pasar Pajares. Tralla, para que el Parlamento regional obligue al club de los susanistas que mangonea esta región a que contrate la realización de una auditoría externa, profesional e independiente, de las cuentas y gestión del organismo autónomo ERA desde el año 2000 para acá. ¡Tralla al ERA y arda Troya! Y de la nulidad de los “contratos de hospedaje”, ya escribiré otro día si Marx quiere.