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En el nuevo urbanismo de leguleyos, dura más la tramitación de los nuevos planes que su vigencia
Urbanismo


Por Marcelino Laruelo.

 


A Gijón le pasa como al Sporting: siempre le falta tener un poco de suerte. Porque, con un poco de suerte, Gijón podría haber sido la ciudad más guapa del Cantábrico y una de las más hermosas de Europa occidental. Pero tuvo, tuvimos, la desgracia de caer en manos de una mezcla de gente caracterizada por la avaricia, la falta de escrúpulos y el desamor hacia la ciudad en la que nacieron o en la que vinieron a vivir y ganarse la vida. Muchos de ellos sin dos dedos de frente.

En 1979, se celebraron en España las primeras elecciones municipales libres desde 1931. Digo “libres” y no “democráticas” porque, entonces y hasta hoy, se votaban listas de partidos, no a representantes del pueblo, a concejales de distrito, ni tampoco al alcalde. Y porque la II República, tan idealizada, no permitió que hubiera elecciones municipales en 1936. Siempre resultaron más cómodos para las clases políticas los ‘repartos’, los ‘turnos’ y los amagüestos que someterse a elecciones limpias, libres y democráticas.

Con José Manuel Palacio (el sin calle) al frente de la alcaldía de Gijón, renacieron las esperanzas de adecentar la ciudad y su ayuntamiento. Los barrios pasaron del barro a la baldosa, se plantaron árboles y se hicieron jardines y parques, se recuperó el cerro de Santa Catalina y los muelles de Fomento, y se encargó la redacción de un Plan General de Ordenación Urbana en el que todos los gijoneses pusieron sus esperanzas.

Y es que los que conocimos el Muro con huertas en su margen derecha, sabemos, porque lo vimos y vivimos, todas las salvajadas ilegales, repito, ilegales, que se hicieron en Gijón para que unos cuantos se forraran. Desde las excavaciones que se hacían en solares del barrio de La Arena para que la casa colindante se agrietara, fuera declarada en ruina, y, así, poder echar a los inquilinos sin indemnización, hasta los mamotretos que duplicaban o triplicaban la altura legalmente permitida. Creo que fue Víctor del Busto, concejal del PCE y gran impulsor del deporte popular, el único de aquella corporación que se opuso a la ‘legalización’ de todos los edificios fuera de norma.

Antes de la aprobación definitiva de aquel plan, a mí ya me habían entrado grandes dudas. Con la salida de José Manuel Palacio del ayuntamiento y la forma en que fue expulsado del PSOE, ya abandoné toda esperanza. Ahora, en materia de urbanismo soy agnóstico: no niego que pueda existir, pero he dejado de creer en él.

Gijón, entre 1965 y 1975 (o antes), duplicó su población (o más). Los gobiernos desarrollistas del último período de la dictadura franquista hicieron planes y crearon polos de desarrollo industrial que afectaron, entre otras regiones, a Asturias. Decenas de miles de puestos de trabajo nuevos atrajeron a decenas de miles de familias de los concejos y provincias vecinas. Sin planificación urbanística, se edificó según la ley del ‘sobre’ y el ‘cazu’. En Gijón encontraron trabajo y techo más de cien mil emigrantes. No creo que se pueda decir que en peores condiciones que de donde procedían. Las cuencas, con tanta fama de rojerío y lucha obrera, estaban hasta hace bien poco llenas de escombreras, de chamizos y chabolas, con carreteras polvorientas que atravesaban el centro de las poblaciones, sin saneamiento, con ríos negros y con un aire contaminado a más no poder. Tampoco consta que ninguna delegación del Ayuntamiento de París haya venido en 1968 a estudiar el alumbrado público de la zona.

Se va a aprobar en Gijón un nuevo plan urbanístico: dura más su tramitación que su vigencia. Es que cada nuevo alcalde/sa quiere el suyo. Así que pregunto por lo mío: ¿Por qué está cortada la Vizcaína en Carlos Marx y por qué quieren cortar ahora también la calle del Diario El Comercio? (porque por ahí no pasan ellos). ¿Por qué el aparcamiento gratuito situado entre las calles Luarca y Sanz Crespo que utiliza la gente trabajadora lo quieren hacer de pago? (Porque no aparcan ellos). ¿Por qué no se peatonalizan Munuza y la plaza del Carmen con su fuente estancada? (porque por ahí pasan ellos). ¿Por qué la avenida de Castilla/puente del Piles no sigue recto a buscar la carretera de La Providencia? (porque tendrán solares ellos). Lo que nos salvó fue la crisis financiera de 2007/8. Y esta corporación municipal pasará a la historia del urbanismo local por haber echado diez camiones de tierra vegetal encima de las vías.