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Da vergüenza ver a una mujer irse a trabajar en el turno de noche a sus sesenta y tanto años y su hija se quede en casa tocando la mandolina. Hay que eliminar los turnos para los mayores de 45 años. Tantos agravios y discriminaciones: que unos se vayan a los cuarenta y pocos para casa jubilados y otros/as tengan que estar hasta los 67. ¡Eso sí que es brecha!
La renta básica


Por Marcelino Laruelo.
(8-3-2018)

 


Estoy a favor. Lo tengo ya escrito por ahí hace años: 500 ó 600 euros mensuales para todo el mundo, desde Angela Merkel al palista de la pala que levanta las baldosas que colocó el baldosista hace dos años. A la señora alcaldesa de Gijón, 500 euros, y al lumpestre de la litrona, 500 euros. No voy a argumentar aquí contra los de siempre, que más miles de millones de euros se tiran en…, y llenaría el folio de ejemplos. Y no hablemos tampoco de fomentar la holgazanería, pues son multitud los ‘activos’ y ‘ociosos’ que cobran tres mil euros al mes y no pegan un palo al agua. Las alternativas parecen poco presentables: poner tanques a la entrada de Somió, Viesques y La Fresneda, crear un ejército de cipayos, suspender la atención médica a los pobres y ancianos, mandarlos a Siberia, gasearlos… O sea, que la renta básica universal es lo más aceptable, lo más aceptable en este sistema capitalista vigente y decadente. Pero a los defensores de la renta básica hay que decirles también, ¡que no lo dan los matos!

Vamos a entrar en el siglo III de la era marxiana y al compararlo con igual época del cristianismo pienso que tal vez es más fácil influir en el espíritu de los humanos que en el bolsillo, modificar las creencias religiosas que las económicas. “A cada uno según sus necesidades y de cada uno según sus capacidades”. Vivimos de los que producen, de los que aran la tierra y cultivan los huertos, de los que mecen las vacas, de los que están al pie del horno alto, de los que arrancan los minerales, de los que salen a la mar, de los que producen kilovatios… Si durante un mes volviéramos al trueque, tres cuartas partes de la población moriría de hambre. La deuda pública mundial es más de tres veces superior a la producción mundial, y la mitad de lo que computa como “producción” es humo y basura.

El principal mérito de la renta básica es garantizar el derecho a la vida de todas las personas vivas, pero también hacer una redistribución más justa de la riqueza enorme de que se apropian el Estado, las autonomías y los ayuntamientos a base de impuestos y tasas. Los partidos, todos, lo que quieren es recaudar lo más posible para luego ‘repartirlo’ según sus conveniencias electorales y las de sus redes clientelares. Si pusiéramos la lupa en la mamandurria que se gasta y reparte sin ton ni son entre los de arriba, los del medio y los de abajo quedaríamos asustados. No puede ser que entre IRPF, el IVA (que es una estafa) y demás se marchen con más de la mitad de lo que ganan trabajadores con mejor o peor salario.

No es trabajo lo que falta, lo sabe todo el mundo, lo que faltan son empleos. Llevo toda la vida luchando contra las horas extras, contra los “compañeros” de trabajo (y de sindicato) a quienes les encantaría irse a vivir a la empresa con tal de poder consumir más. Que España fuera, y sea, el país con más paro de Europa no va con ellos. Renta básica, sí, pero el derecho a trabajar, también: hay que reducir la jornada laboral a la mitad, que la productividad aumentó el triple o más; hay que bajar la edad de jubilación a los sesenta años y estudiar coeficientes reductores. Da vergüenza ajena ver a una mujer irse a trabajar en el turno de noche a sus sesenta y tantos años, y que su hija se quede en casa tocando la mandolina. Hay que eliminar los turnos para los mayores de 45 años. ¡Tantas y tantas cosas! Tantos agravios y discriminaciones: Que unos se vayan a los cuarenta y pocos para casa jubilados y otras/os tengan que estar hasta los 67, ¡eso sí que es brecha!

500 ó 600 euros al mes de renta básica para todos los españoles, sí. Bajar los impuestos a los trabajadores, sí. Acabar con los despilfarros, los agujeros sin fondo y las mamandurrias, sí. ¡Qué bien podríamos vivir todos! Pero seguro que a nadie le interesa.

Las mejores páginas sobre el amor y la amistad las encontré en los libros de teoría política de Antonio García-Trevijano. De él aprendí lo que son la democracia y la defensa de las libertades frente a la tiranía, incluida la partitocrática. Ha muerto, pero vive en sus libros y en mi recuerdo.