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Oficina de Defensa del Anciano         Asturias Republicana
   
   

La foto publicada del anciano maltratado de la residencia pública valencia de Carlet ha roto la "omertá" geriátrica
“Refugees Welcome”. Ancianos…

Por Marcelino Laruelo.


Si la fotografía del anciano esquelético tirado al pie de la cama, desnutrido, semidesnudo y amarrado por las piernas hubiera sido la de un refugiado en un centro de internamiento de extranjeros, se hubiera armado la de Dios es Cristo y el propio Mariano Rajoy se hubiera tenido que exiliar en San Pierre y Miquelón, como muy cerca. Pero toda vez que era un anciano, un pobre hombre, sin nombre y apellidos, sin edad ni biografía, un ex trabajador español y cotizante; entonces, nada. Que la solidaridad con los nuestros no mola.

La terrible foto del anciano, pixelada o sin pixelar, se hizo en la residencia geriátrica de Carlet, en Valencia, pero se podía haber hecho en cualquier otra residencia de Asturias o de España. La del anciano de Carlet, a mí me cabrea, pero no me sorprende. Los que a diario acudimos a esos hospitales clandestinos, ya vemos lo que tenemos que ver. Lo deprimente es que la comunidad valenciana lleva más de un año gobernada por la coalición PSPV-Compromís (PSOE-Podemos), bajo la presidencia de Ximo Puig (PSPV), que parece el sosias del Masip joven, y con Mónica Oltra (Compromís) de vicepresidenta y consejera de los social, y Manuel Alcaraz (Compromís) en la consejería de la transparencia y la responsabilidad social. Más de un año ya.

La “comprometida” (con el pueblo, supongo) señora Oltra apareció en una rueda de prensa en los telediarios dando una lección de vieja política española (en valenciá, eso sí): abrir un expediente para averiguar (y sancionar) a quién hubiera hecho la foto, divulgado en las redes y enviado a los medios de comunicación. Es decir, descubrir quién había quebrantado la “omertá” geriátrica. Recuérdese que gracias a las fotos (sin pixelar) de los Boix y Brasse pudo el mundo conocer realidad de los campos nazis.

Vino luego la tradicional visita a los ancianos que juegan felices al parchís, y el “sacrificio” de la cabeza del director. No, señora Oltra. Esa forma de actuar está ya muy vista, es muy vieja. Los comprometidos con el pueblo, tienen que subir y visitar a los que están encamados y amarrados a las sillas todo el día, hay que entrar en los comedores y comer el rancho del día, y entrar en las cocinas y levantar las tapas de las tarteras y abrir las puertas de las neveras. Y bajar a la lavandería y echar un vistazo para comprobar como se destroza y pierde la ropa. Y hablar con los trabajadores de las subcontratas. Y hasta con los funcionarios. No como colega, sino como jefa, que lo es, si sabe serlo. Y preguntar y escuchar a los ancianos y a sus familiares… Ha cesado o dimitido el director de ese macro geriátrico de Carlet (más de 500 ancianos), pero lo que no nos dice la señora Oltra es que ese señor vuelve a su puesto de funcionario pero con el salario consolidado de “director”. Así que: ¡a otro perro con ese hueso!

¡Basta ya de disculparse con recortes, ratios, protocolos, procedimientos y demás zarandajas! Si hace falta personal, contratenlo, en vez de gastarse el dinero con la farándula. Y pongan jefes y capataces, para que el que no cumpla sepa que le van a sancionar. Y cámaras de video vigilancia y webcams para que los familiares puedan ver cómo comen, beben y visten a los suyos. Y un servicio de inspección eficaz, por sorpresa y frecuente.

El pobre Vicente, que así dicen que se llamaba el anciano, no se “cayó” de ninguna cama. El señor Vicente huía, quería escapar, tal vez porque hacía mucho calor, o porque tenía sed, o porque quería orinar… Pudo haber sido peor, si en vez de “caer”, se hubiera ahorcado con las ataduras. Los ancianos son personas vulnerables y los que tienen enfermedades mentales o alzhéimer están tan indefensos como bebés. Es hora ya de acabar con el abuso, el maltrato, la discriminación y la incautación de bienes a los ancianos en España. Ocurrió en Valencia, pero en Asturias no es ni diferente ni mejor.