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Oficina de Defensa del Anciano         Asturias Republicana
   
   

La iniquidad creciente en el mundo y la obtusidad de las clases dirigentes nos puede acabar arrastrando a una III GM
¡Que viva España!

Por Marcelino Laruelo.


Fue de las cosas que más me impresionaron en esta vida: ver a gente de izquierdas y de derechas, gente de ni una cosa ni de otra, gente de su conveniencia, alegrándose y celebrando, un día sí y otro también, los ataques económicos coordinados contra España. La “prima de riesgo” y todo lo demás. La Santa Alianza político-financiera lanzó su ataque, no contra el presidente Rodríguez Zapatero, que no presentó batalla, sino contra el pueblo y los trabajadores españoles. Y contra España. Temor, envidia y desprecio hacia España. Algún día habrá que hablar, por ejemplo, de las hambrunas de 1940, de 1941 y de 1945.

¿Pero cómo iba a quebrar España? Si siempre saldó sus deudas e hizo frente a sus compromisos; si la peseta, creada en la misma época que la lira y el franco francés, fue la que mejor resistió de las tres el paso del tiempo hasta la llegada del euro. A España la dejan producir y los arrollamos. ¡Quebrar España! Y se lo oía decir a gente hipotecada, con una deuda del cien por ciento de su PIB personal, pero no el de un año, el de veinte años. Un pastor me decía: “fíjate lo rica que es España que, a pesar de todo lo que roben (y despilfarran y derrochan), no son capaces de hundila”.

No hace falta ser españolista para darse cuenta de que hay cosas que no tienen un pase. “Basque Country” leo en una esquina del televisor cuando veo la vuelta ciclista al citado “country”. “El castellano es el idioma oficial de la República”, decía el art. IV de la constitución republicana. Pero toda obtusolandia, empezando por las autoridades, contra el castellano y a favor del inglés y de lo anglosajón. El castellano, una lengua que nos da fuerza y une en el mundo, que avanza en el mundo, la lengua que hablan 500 millones de personas, la segunda más hablada, y maternal, no adquirida.

No está claro que el mundo hubiera sido mejor si España no hubiera existido. La vida de los indígenas que poblaban el continente situado entre las islas de las Especias y Europa no habría sido muy diferente si Colón lo hubiera descubierto llevando en sus naves la bandera holandesa, o la francesa, o la inglesa. Tampoco creo que fueran mejores personas, más bien todo lo contrario, los vikingos o los normandos, que los marineros gallegos y andaluces.

Hernán Cortés era el más rico de Cuba cuando lo vendió todo para invertirlo en una aventura hacia la tierra incógnita. Cuentan las crónicas que al llegar a lo que hoy es el DF, gracias al apoyo de miles y miles de indígenas cansados de la sangrienta y cruel tiranía de los mexicas de Moctezuma, se encontraron los españoles con torres construidas con las calaveras de jóvenes sacrificados unidas con argamasa y con varas de cráneos ensartados por la sien. Dicen que más de cien mil. Exagerarían. Tal vez sólo fueran diez mil.

Nunca vi, cinco siglos después, ni a Mariano, ni a José Luis, ni a José María, ni a Felipe, ni a Leopoldo, ni a Adolfo; tampoco a Primero ni a Sexto, nunca los vi con gesto y ademán de adiestrador canino señalar y mandar con el índice, así, sin una palabra, como hizo el otro en el aeropuerto.
El genoma, la tierra, el clima, la geografía, el paisaje, la vida: allá cada cual como lo sienta y razone. Libertad para que el individuo se nacionalice donde quiera y pueda, pero no escupir a la nación que te vio nacer.

Aplaudían a los grises antes de que cargaran, prohibían la presencia de la tricolor en sus actos y un largo etcétera de colaboracionismo. Y ahora se ponen a la cabeza del boicot a los premios “Princesa de Asturias”. Dice Xuan Cándano, “El Perseguido” (por pelar cables de “la Asturias cableada” en la revista Atlántica XXII) que “es injustificable que el concejal de Cultura (de Oviedo), Roberto Sánchez “Rivi”, no sea el primero de los espectadores que amplían sus horizontes oyendo a Lledó o a Padura, tan rojo como el de IU y como otros muchos premiados.”

El supra capitalismo sí tiene patria: USA, Suiza, Andorra y otros picachos e islotes, pero le estorba que los trabajadores tengan todavía un estado, con su constitución y leyes, al que agarrarse. Importación libre de mano de obra querrían, como el antiguo tráfico de esclavos. Y en ello están, con la colaboración de obtusolandia.

Las regiones ricas quieren separarse de las pobres. Aguantaría hoy mi corazón a cualquiera de las Españas, que no conoció el poeta la otra parte del siglo XX. Lo que me hiela la sangre es ver la inhumanidad que domina el mundo.