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Oficina de Defensa del Anciano         Asturias Republicana
   
   

Como sigan tangando al pueblo, les vamos a meter una auditoria, les vamos a nacionalizar y alguno igual acaba en Alcalá-Meco por asociación de malhechores
Pobreza energética

Por Marcelino Laruelo.


Siempre fui pobre energético y ahora mismo estoy escribiendo este artículo a 16,4 grados con la chaqueta de lana que me tejió mi madre cuando aún no había olvidado el manejo de las agujas. Soy hijo de pobres energéticos y nieto de pobres energéticos. He estado en muchas casas de pobres energéticos que ni siquiera saben que lo son, así que algo podré decir sobre el tema. Antes, el pueblo llano, los trabajadores, la clase obrera, con perdón, éramos pobres en conjunto y no por parcelas. Pobres, pero honrados, que se decía.

“¡Perdimos!”, resumió el poeta que habita donde canta el malvís, entre el bramar del océano en los acantilados y el silencio blanco de los riscos que tocan el cielo. Y como “perdimos”, pues tenemos que aceptar el lenguaje y el tablero que nos imponen. Fuerza obtusa no les falta, pero tampoco a mí me “convenceréis”.

Pobreza energética: ¿y la pobreza plásmica, que impide ver la imagen completa de las tv’s? ¿Y la pobreza smartfónica, que no deja hacer virguerías con el teléfono móvil? ¿Y la pobreza portalera, cuando no puedes pagar la comunidad? Por no hablar de otras pobrezas, desde la dental a las cubiertas del coche, pasando por la no natalidad y el desahucio de los nichos del cementerio. En fin…

Pobreza energética: Desde que los homínidos o los simiomanos bajaron del árbol para poder hacer una hoguera y calentarse, el ser humano, habitara en la caverna más antigua o en la cabaña más humilde del far west, pasando por el castillo de Chambord, en donde, al atardecer me dedicaba yo, no a contar chimeneas, sino las puntas de las cornamentas de los ciervos, pues ese ser humano del devenir histórico siempre ha tenido con qué calentarse, cocinar y alumbrarse. Ahora, no.

El Ayuntamiento de tierra de Gijón (existe otro Ayuntamiento marítimo-portuario) viene funcionando políticamente en plan comuna. Siempre simpaticé con ese movimiento: Los Comuneros, Fourier, Proudhon, Walden Dos… La pobreza, como la libertad, puede defenderse desde cualquier sitio. La comuna municipal que gobierna la ciudad ha decidido, entre los gastos millonarios en cambiar farolas nuevas por otras un poco más nuevas y la ya tradicional política baldosista de tirar patas arriba las calles cada cuatro años, repartir unos cuantos vales kilováticos entre los pobres (energéticos). Estará bien. Pero no basta.

Lo primero, el trabajo. Hay que acabar con las horas extras, y emplear a la gente en millones de trabajos productivos que hay. Ese pobre conductor de autobús, con 62 años, de madrugada, y los de veinte y treinta silbando a las barbadas… Paz, pan, trabajo y justicia social que decían en época del Caudillo. Hoy, igual te meten en la trena por bolchevique radical. Lo segundo, coger por las solapas a los directivos de las eléctricas (y a los de los bancos, y a los de…) y decirles: ustedes van a ganar un 10% sobre el coste del kilovatio y el metro cúbico de gas, y van que chutan. Porque como sigan tangando al pueblo, les vamos a meter una auditoria, les vamos a nacionalizar y alguno igual acaba en Alcalá-Meco por asociación de malhechores. Si el precio del carbón ha bajado un 40%, si el gas natural está por los suelos y la lluvia sigue siendo gratis, ¿cómo se atreven a cobrar lo que cobran? Fuera el 21% de IVA y demás tasas del recibo de la luz, ¡que ya está bien! ¡Impuestos de lujo por poder cocinar, calentarse y alumbrarse! ¡Ronca la maera!

Y al pueblo llano, a los “pobres energéticos”, que somos la inmensa mayoría, hay que decirles: no despilfarre energía; para cocinar, calentar el agua y la calefacción, utilice el gas, que es casi tres veces más barato (y más que debería ser). El microondas, el lavaplatos, la nevera, tres grandes despilfarradores de energía. ¡Viviendas sociales y de acogida con un “todo eléctrico” como si esto fuera Hollywood! ¿Por qué no se negocia también con el resto de compañías y se saca a subasta ese suministro individual?

Pobreza energética: la comuna municipal de tierra de Gijón, tan amiga del I-D-i, del fachadismo, la eficiencia y etc., debería empezar a pensar en la instalación de minicalderas y placas solares que diesen electricidad y agua caliente y calefacción a manzanas enteras de viviendas. Porque cuando uno pone a funcionar su cara calefacción de pobre energético en el piso, lo que está haciendo es calentar las casas de los vecinos y los patios.