asturiasemanal.es |
laboral | ecología | cultura | opinión | política | etcétera |
inicio | con
tacto |
A los periodistas palmeros no les gusta la empanada.
Será porque engorda. Los periodistas palmeros son unos virtuosos que cogen la pluma con la boca para poder escribir el cotidiano halago al mandamás y aplaudirle al mismo tiempo. Es España tierra de palmeros y son legión los que no necesitan guantes por el invierno. En las redacciones asturianas lo primero que se le pregunta a un aspirante es si sabe tocar las palmas. Lo de redactar es asunto menor, no importa mucho, que ya se encarga Microsoft de facilitar la tarea de copiar y pegar los comunicados, declaraciones y rumores oficiales. Otra cosa que se valora mucho es tener un master en flamenquismo gubernamental. Hay que advertir que periodista palmero no es lo mismo que periodista de célula mediática o periodista de gabinete de comunicación. El periodista palmero pertenece a la clase de tropa, mientras que los otros están encuadrados en el cuerpo de oficiales superiores como miembros del comisariado político que son, con sus galones y sus ascensos por méritos de guerra (mediática). Los periodistas palmeros suele agruparse y formar coros y grupos escénicos alrededor de la noticia gubernamental y son su acompañamiento imprescindible y el aplauso necesario. Muchos de ellos y ellas también taconean y guitarrean, le dan a las marimbas y a las castañuelas, y bailan con sus mantones coloristas y sus trajes camperos para alegrar y hacer tragable el penoso fandango de la mentira oficial. Cuando el delegado
del gobierno, señor Trevín, dice que el tramo Unquera-Llanes
estará finalizado en... Nuestros periodistas palmeros
comienzan con su actuación: “¡Arsa! ¡Qué
arte tiene mi niño! ¡Viva Pancar, que huele a eucalipto
y azahar!...” El concejal de urbanismo, que no compra empanada porque ya tiene bastante, es el promotor de rascacielos y campaniles como "hitos" (de la especulación urbanística) a la entrada de Gijón... Ahí sí que se vuelcan los periodistas palmeros: “¡Que me venden el piso, que me venden el piso! ¡Ozú, que arte tiene mi niño con el cartabón!...” Palmas y más palmas y más palmas y más palmas. El profesional de la pluma y el aplauso ni siquiera coge la gripe porque, para agradar, se ha vacunado tres veces. Palmas y palmas y palmas, ovación sinfónica para que no se escuche a esos “saboríos” con tanta empanada mental, que se pasan la vida diciendo a todo que no: “¡Que no se puede aguantá, pisha!”. “¡Malaje! ¡Que son tos unos malajes!” A los que nos gusta, sabemos que no está barata la empanada, por eso, y aunque sólo sea por curiosidad, habrá que ir a buscar el convenio provincial de la prensa (y propaganda) gubernamental para ver a cuánto se paga la hora del periodista palmero, que los sobres con las gratificaciones ya nos los podemos imaginar. ¿Para cuando un congreso de periodistas palmeros en Asturias? ¡Porompompero! ¡Viva mi señorito! (Y las caenas).
|