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La voracidad centralista se ha manifestado siempre insaciable, por tierra, mar y aire (menos para reclamar el vertedero de basuras).
Otro "casus belli"

Por José Antonio Rodríguez Canal.
(29-1-2018)

 

 

Tiene conexión con la realidad académica y sus perspectivas de futuro, y está razonada con sólidos argumentos, la propuesta del Ayuntamiento de Gijón para que la Universidad de Oviedo implante en el campus universitario gijonés el grado de Ciencias de la Educación Física y del Deporte. Da la impresión de que rechazarla podría equivaler a un atentado contra el sentido común, pero, según se sabe por lo publicado, el rector ha tomado nota y modificado su punto de vista inicial sobre el asunto.

El sentido de la responsabilidad es el que parece haberse impuesto, por fin, en la acción municipal en torno a la reivindicación del nuevo grado, que también reclaman desde otros lugares de Asturias. La postura del Ayuntamiento de Gijón, con el respaldo unánime de alcaldesa y concejales, carece, sin embargo, del apoyo de la presidenta regional del PP. Un sinsentido, porque fue el grupo municipal del Partido Popular en Gijón el promotor de la propuesta reivindicativa, aprobada por el Ayuntamiento Pleno el pasado 20 de setiembre. A esa postura discrepante y chirriante de la dirigente del PP se suma la falta de apoyo del concejal único de Ciudadanos, que reniega ahora de su voto favorable en aquella sesión plenaria e invoca los demonios del nefando localismo para explicar su tibieza ante la consecución de un objetivo sin duda beneficioso para el concejo de cuya representación política es la veintisieteava parte. La cantinela del localismo como madre de casi todos los males en Asturias no tiene un pase, como se dice modo coloquial. Con esa milonga como escudo y pretexto, la voracidad centralista se ha manifestado siempre insaciable, por tierra, mar y aire (menos para reclamar el vertedero de basuras) con el resultado de la postergación de Gijón, donde reside más de la cuarta parte de la población de la región, incluidos el concejal contradictorio, la presidenta del PP asturiano y el presidente del Gobierno regional.

En este orden de cosas, el de la preterición de Gijón, del mal trato habitual a los intereses generales del concejo, acaba de manifestarse un ejemplo que causa perplejidad. Según el abogado de la Fundación Bancaria Caja de Ahorros de Asturias, el Ayuntamiento gijonés no puede designar a su representante en el patronato de la citada fundación; puede proponerlo, pero no imponerlo, porque sus derechos como entidad cofundadora de la Caja de Ahorros de Asturias “no se extrapolan”, dice el letrado, a la fundación bancaria. Este es un asunto grave, que no debe pasar inadvertido. Gijón tenía la vicepresidencia de la Caja de Ahorros de Asturias, Cajastur, institución financiera dependiente del sector público –Gobierno regional y Ayuntamiento de Gijón-y en buen estado de salud económica y financiera. Pero sucesivas medidas legales del PSOE y del PP la convirtieron, por medio de la fusión con otras entidades similares, alguna de ellas arruinada, en un banco privado, un banco más, de cuyo capital la desaparecida Cajastur posee, a través de la citada fundación, el 29,7%. Pero en esa fundación, el Ayuntamiento de Gijón, que vicepresidía la Caja de Ahorros de Asturias, no pinta nada, o muy poco, porque puede proponer, no imponer, al único representante a que tiene derecho, según el letrado antes mencionado. Esto será legal, pero tiene todas las características de lo que podría calificarse de iniquidad, despojo, expolio. Legal, por supuesto.
la voracidad centralista se ha manifestado siempre insaciable, por tierra, mar y aire (menos para reclamar el vertedero de basuras)
Ante esta situación, el Ayuntamiento de Gijón no puede permanecer impasible. Como en el caso de los estudios de Ciencias de la Educación Física y del Deporte –y los del grado de Ingeniería de Organización Industrial- debería entenderlo como otro ‘casus belli’ que obliga a actuar con energía y diligencia en defensa de los intereses legítimos del concejo y en contra de su postergación. Es evidente que hay razones para ello, como las hay para expresar decepción por las obras licitadas para el tramo La Robla-León del ferrocarril León-Gijón, cuya escasa cuantía da la impresión de que se trata de unos simples arreglos para salir del paso, muy lejos de lo prometido y de lo proyectado hace ya casi nueve años. En este aspecto, tiene razón el diputado de Foro en el Congreso cuando protesta contra lo que considera una discriminación perjudicial para Asturias en materia de alta velocidad ferroviaria, pero a la hora de esgrimir argumentos debería recordar siempre que, mientras no se modifique el trazo actual entre Pola de Lena y Gijón, son imposibles tiempos de viaje de dos horas y doce minutos entre Madrid y Oviedo y dos horas 29 minutos entre Gijón y Madrid (por razones obvias, esa fantasía de dos horas y 31 minutos en AVE Madrid-Avilés entra en el género literario de ciencia ficción). Y para ser reivindicativo no hay por qué exagerar con comparaciones inexactas, porque la línea de AVE Madrid-Alicante no es de 400 kilómetros, sino de cerca de 500, y el tren que menos tiempo invierte en el recorrido, según datos de Renfe, necesita dos horas y seis minutos para hacerlo, no la hora y 45 minutos que cita el diputado en su proposición no de ley.