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El Parque de Isabel La Católica y las nutrias que acaban con cisnes, ocas y demás aves acuáticas
Segunda carta abierta al Principado y al Ayuntamiento de Gijón

Por Ana I. Martín.
(30 Abril 2014)

 

EL día 27 de abril, por un momento, me pareció que el parque de Isabel la Católica volvía a ser el mismo que todos conocemos y cuya viabilidad nadie cuestionó hasta la aparición de las nutrias.

Habían nacido, conté hasta siete, polluelos de cisne blanco; eso sí, la familia está protegida en uno de lo pequeños reductos enjaulados. La semana anterior había visto en el estanque una pareja de ánades con cuatro pollitos. Me dio lástima de unos y otros porque el aspecto del parque es desolador.

No tengo duda sobre la respuesta si la elección parque-ecosistema artificial o humedal-ecosistema-natural se hubiera planteado hace medio siglo; sería sin vacilar la segunda. Claramente, ese tiempo ha pasado y la zona se ha transformado en urbana, siendo la nutria una especie que ha perdido su antiguo espacio y ahora tiene el papel de invasora.

No sé cuántas nutrias puede haber en este momento, ni tampoco si se han instalado en el parque. Creo que para ellas el parque es algo así como un supermercado, donde, y parece más que demostrado, se abastecen de un suplemento alimenticio muy fácil. Desde el Principado han adoptado una actitud de empecinamiento fatuo -las nutrias no comen aves-, con un resultado más que lamentable. Actúen ya, dejen a un lado sus diferencias políticas y resuelvan la situación antes de que vaya a peor.

Las nutrias deberían estar, por su bien y para seguir siendo nutrias con plena identidad, en una zona silvestre, entrando en competencia con sus iguales y alimentándose de aquello que les brinde el medio, según las leyes de la Naturaleza. Lo más razonable es que las retiren a un curso fluvial del que no puedan retornar al parque, dado que su convivencia con las aves es imposible, aún cercando para éstas el estanque, solución plagada de inconvenientes, entre otros, el hostigamiento al que las aves se verían sometidas. En esa línea, mejor cercar todo el Parque. Por otra parte, no dudo que los juegos de las nutrias sean deliciosos de observar; pero sí de la oportunidad de disfrutarlos debido a sus costumbres, pues habría también “escenas de comedor” y restos de la pitanza nada agradables. Además, una vez que hayan desaparecido las aves en libertad del lugar, las nutrias también lo harían.

Devuelvan el parque a sus pobladores tradicionales, las aves residentes, con independencia de su procedencia, y en su momento las migratorias, y las nutrias a su medio natural. Las aves también proporcionan escenas muy agradables, amen de belleza. Van a hacer mejoras en el parque, lo merece y hacen falta. Incluyan el saneamiento de las aguas y sus lechos y tendremos un parque espléndido. Al tiempo, tomen las medidas necesarias para que no vuelva a repetirse lo mismo; por ejemplo, coloquen barreras que cierren el paso desde las vías de agua.

He leído que la coexistencia de aves autóctonas y migratorias con las exóticas podría ocasionar desequilibrios. No lo creo así, son varios los factores que impedirían el cruzamiento, entre los externos el cortejo y entre los internos el apareamiento cromosómico. Por último, a aquellas personas que no dudarían en abandonar determinadas mascotas en el parque, tortugas, hurones..., piensen que hay preciosos peluches que solo requieren de un cepillado o un lavado de vez en cuando.