Por Asturias
pasó el nuevo ministro de Fomento con palabras y humo que se
llevó el viento como siempre
Nada es nada
Por
Jose Antonio Rodríguez Canal.
Llegó el nuevo
ministro (de Fomento), reuniose con unos y otros, miró las obras
de la autovía a La Espina, requirió el coche oficial,
fuese (a Santander) y no hubo nada. Nada de nada. Nada. Y nada es nada.
De la visita de médico, como coloquialmente se dice, hecha a
Asturias por Íñigo de la Serna no se ha desprendido compromiso
alguno en plazos sobre las infraestructuras en construcción o
proyectadas en la región (salvo terminar durante el próximo
verano los ¡2,3! kilómetros de autovía Doriga-Cornellana).
Nada.
Nada concreto de
la apertura de la variante ferroviaria de Pajares. Nada de las obras
del tramo León-La Robla, imprescindibles para dar continuidad
a la línea de alta velocidad hasta Asturias. Nada de la estación
intermodal de Gijón y su apéndice, el túnel para
la integración, o penetración, del ferrocarril en la villa,
mal llamado metrotrén (Metrotrén Asturias era la denominación
que daba el Plan de Infraestructuras del Transporte 2000-2007 a un proyecto
global, no solo al túnel gijonés, para vertebrar, mejorar
y potenciar la red ferroviaria de Feve y Renfe en el Principado).
Nada en forma de humo, inconcreciones gaseosas, son las cuatro prioridades
establecidas entre el ministro y el socio electoral del PP, Foro, para
la llegada de los trenes AVE a Asturias, un catálogo de coincidencias
sin fechas, que no alude al tráfico de mercancías por
la variante, objetivo que el sentido común, la racionalidad y
la exigencia de rentabilidad de las inversiones públicas hacen
irrenunciable. En cambio, entre esas cuatro actuaciones convenidas figura
la instalación en Pola de Lena de un intercambiador de ancho
de vías, para que los trenes circulen por la variante con ancho
europeo, propuesta cuya aplicación, tal como aparece planteada,
sin otros matices, precisiones o detalles, conllevaría la exclusión
de los convoyes mercantes del uso del nuevo trazado, hipótesis
rechazable en todo caso.
Nada, en fin, sobre los nuevos accesos a El Musel, tan dejados de la
mano ministerial durante los últimos años, en vivo contraste
con las atenciones que en este aspecto se han dispensado a los puertos
de A Coruña y Ferrol, política discriminatoria que concuerda
con el hecho de que la visita relámpago del ministro no incluyera
echarle un vistazo siquiera al puerto gijonés.
En este sentido de ver, o leer, para saber de qué va el asunto,
parece que tampoco han puesto la vista encima del texto concernido quienes
consideran un acuerdo del Ayuntamiento de Gijón motivo suficiente,
’casus belli’, para que no se juegue en El Molinón
el partido de fútbol España-Israel, previsto para el 24
de marzo próximo. Apoyar el reconocimiento de Palestina, como
hace el Parlamento Europeo; exigir (a Israel) el cumplimiento de la
legalidad internacional, declarar Gijón espacio libre de ‘apartheid’
(israelí, en este caso), no tener relaciones con instituciones,
organizaciones y empresas que se lucren de la violación del derecho
internacional y de los derechos humanos, y fomentar la cooperación
con un movimiento opuesto a la ocupación de Palestina, es, a
grandes rasgos, lo que propugna el acuerdo municipal, contenido que
probablemente cualquier observador imparcial podría apoyar sin
necesidad de forzar su conciencia ni vulnerar la legislación
vigente. El apoyo explícito a ese contenido ha sido dado por
mayoría absoluta de la corporación municipal gijonesa,
constituida por los grupos políticos de PSOE, Xixón Sí
Puede e Izquierda Unida (en total, 76.388 votos, 15 concejales) frente
a la abstención, no la oposición, de Foro, Partido Popular
y Ciudadanos (59.455 votos, la alcaldesa y 11 concejales). Es esta la
expresión de la voluntad mayoritaria para adoptar un acuerdo
-que en la práctica no pasa de declaración testimonial-
con la representatividad exigible, la que se echa de menos en esa revolvina
Asociación y Comunicación con Oriente Medio (ACOM) de
desconocida trayectoria pública hasta que ahora, cuando se anuncia
que va tener lugar en Gijón un acontecimiento deportivo, intenta
embarrar el campo.