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La independencia de Kosovo es la mecha
de un barril de pólvora

Por Jürgen Elsässer
Periodista y escritor.
Artículo original en:
http://www.voltairenet.org


Los Estados Unidos han puesto a punto un proceso de declaración unilateral de independencia de Kosovo, el próximo17 de febrero, seguido de su reconocimiento por un centenar de estados. Así, no sólo admiten que la operación de la OTAN en 1999 era una guerra de conquista, sino que abren la puerta a todas las pretensiones separatistas en el mundo. Y es un buen objetivo, puesto que tratan de causar una onda que provoque la desintegración de la Federación Rusa. Un juego peligroso, denuncia Jürgen Elsässer, que puede desestabilizar toda Europa.

Sobre esta famosa fotografía (que aparece en el texto original), cinco personalidades juran, en octubre de 1999, conducir Kosovo a la independencia. A la izquierda se reconoce a Hachim Tachi (entonces jefe del grupo terrorista UCK, actual Primer Ministro del gobierno regional de Kosovo); a continuación, Bernard Kouchner (entonces administrador de la ONU en Kosovo, y hoy Ministro de Asuntos Exteriores francés); sir Mike Jackson (antiguo comandante de las tropas británicas en la masacre del Bloody Sunday en Irlanda, entonces encargando de las fuerzas de ocupación de la OTAN, y hoy asesor de una empresa de mercenarios); Agim Ceku (jefe militar del UCK, acusado de crimen de guerra por el ejército canadiense) y a la derecha, el general Wesley Clark (entonces comandante supremo de la OTAN, y hoy consejero militar de Hilary Clinton).

El diputado del Bundestag Willy Wimmer (CDU) escribía recientemente: "Cuando en 1918, el mundo de ayer quedaba reducido a cenizas y se preparaba con mucha perfidia los fundamentos del próximo gran conflicto, no se quiso dedicar mucho tiempo a buscar las causas de la guerra. Se declaró que fueron los disparos de pistola de Sarajevo que costaron la vida a la pareja de herederos del trono de Austria. Cada uno se acordaba del acontecimiento y no había necesidad de plantear preguntas sobre los posibles tejemanejes, que eran mucho más determinantes que el propio atentado Sarajevo. Hasta ahora, no ha habido intercambio de tiros durante las negociaciones sobre el futuro de Kosovo, pero unas firmas sobre determinados documentos podrían tener el mismo efecto que los disparos de pistola. Las mechas están ahí y van de Irlanda del Norte al Tíbet y Taiwán, pasando por el País Vasco, Gibraltar y el Cáucaso."

La situación actual en los Balcanes recuerda de manera inquietante la que condujo a la Primera Guerra Mundial. Alemania y las otras grandes potencias, después de años de desórdenes, habían encontrado en 1878, en la Conferencia de Berlín, un compromiso sobre el nuevo orden en Europa del Sureste: La provincia otomana de Bosnia debía seguir siendo turca de iure, pero sería administrada de facto por Austria. En 1908, Viena rompió el Tratado y se anexionó la provincia también de iure. Allí, en Sarajevo, en 1914, fue asesinado el archiduque Francisco Ferdinando.

Aproximadamente cien años después, las potencias de la OTAN han intentado un compromiso similar: después de su guerra de agresión contra Yugoslavia en 1999, impusieron al Consejo de Seguridad de la ONU la Resolución 1.244 que mantenía de iure a Kosovo en Serbia, pero lo colocaba de facto bajo la administración de las Naciones Unidas. En consecuencia, las potencias occidentales se mostraron favorables a la secesión total de la provincia y a su entrega, controlada por la UE, a la mayoría albanesa: tal es el proyecto del negociador de la ONU Martti Ahtisaari. Desde el punto de vista del derecho internacional, sería posible si Belgrado estuviera de acuerdo o si, al menos, el Consejo de Seguridad aprobase esta solución. En ausencia de estas condiciones, Kosovo no puede declarar su independencia sino unilateralmente, por un acto arbitrario ilegal. Y es precisamente eso lo que va a pasar estas próximas semanas.


Como hace un siglo, los intereses de los estados de Europa Central, de Rusia y del mundo musulmán chocan siempre en los Balcanes. Todo cambio violento en este equilibrio frágil puede tener consecuencias para todo el continente.

Cuando se rozó la guerra mundial

En los días que siguieron el 10 de junio de 1999, se pudo ver cómo la Europa del Sureste podía ser la causa de un importante conflicto internacional. Después de 78 días de bombardeos de la OTAN, el ejército yugoslavo estaba ya dispuesto a retirarse de Kosovo; el acuerdo militar a este respecto entre Belgrado y la Alianza atlántica se había firmado y la Resolución 1.244, adoptada. Sin embargo, mientras que las tropas del Presidente Milosevic se retiraban, unas unidades rusas estacionadas en Bosnia, avanzaron hacia Prístina de forma totalmente inesperada. Sobre sus tanques, los soldados habían transformado la inscripción SFOR - que indicaba su pertenencia a la tropa de estabilización en el Estado vecino, bajo mandato de la ONU - en KFOR, sigla de la fuerza de ocupación de Kosovo que acababa de adoptarse. El Presidente ruso Boris Yelsin había dado el visto bueno para que fuera constituida bajo el alto mando de la OTAN, pero sus generales querían que Rusia obtuviera, al menos, una estratégica cabeza de puente.

El Ministro alemán de Asuntos Exteriores en aquella época, Joschka Fischer, recuerda en sus memorias lo dramática que fue la situación: "Algunos paracaidistas rusos no podían realmente desafiar a la OTAN después de su entrada en Kosovo, ya que eran demasiado poco numerosos y su armamento, demasiado ligero. La ocupación del aeropuerto no podía significar más que una cosa: esperaban refuerzos aéreos. Eso podía conducir muy rápidamente a una peligrosa confrontación directa con los Estados Unidos y la OTAN. [... ] La situación se volvió aún más peligrosa cuando se confirmó la noticia según la cual el Gobierno ruso había pedido a los Gobiernos húngaros, rumanos y búlgaro una autorización de sobrevuelo para sus aviones de transporte de tropas Antonov. Tenían la intención de transportar a 10.000 soldados en parte por la vía aérea hacia Kosovo y en parte hacia Bosnia para encaminarlos a continuación hacia Kosovo por vía terrestre. Ucrania ya había concedido el permiso pero los otros países mantuvieron inquebrantablemente su veto. ¿Pero que sucedería si los aviones rusos hacían caso omiso de esta prohibición? ¿Los EE.UU y la OTAN les impedirían aterrizar o descargar su cargamento una vez en tierra o llegarían hasta derribarlos en vuelo? La eventualidad de una tragedia con unas consecuencias imprevisibles se planteaba allí. Paralelamente a la guerra de nervios con los aviones rusos, la crisis se enconó en el aeropuerto de Pristina. Las tropas del contingente británico de la KFOR habían llegado rápidamente y habían apuntado sus cañones hacia los ocupantes insumisos del aeropuerto. El comandante supremo de la OTAN, Wesley Clark, ordenó dar el asalto, pero Michael Jackson, alto comandante británico de la KFOR, mantuvo su sangre fría y rechazó ejecutar la orden. Llamó a Wesley Clark por teléfono y le gritó: ¡No voy a correr el riesgo de desencadenar la Tercera Guerra Mundial por usted!"

Se ignora cómo Occidente consiguió que el Presidente ruso parara a los Antonov. En cualquier caso, el combate del aeropuerto de Pristina se impidió porque Jackson permaneció firme. Clark aceptó este acto de desobediencia. Para ser sinceros, habría debido mandar arrestar a Jackson por la policía militar. Un general alemán, más tarde, criticó esta actitud. "la retirada de británicos y americanos fue una mala respuesta en una situación que nunca habría conducido a un conflicto serio entre la OTAN y Rusia", escribió a Klaus Naumann, en la época presidente del Comité militar de la OTAN y, por lo tanto, el oficial de más alta graduación de la Alianza.

Misiles sobre Bondsteel

¿Puede reproducirse una situación tan peligrosa en las próximas semanas? Ya en 2006, la Fundación Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik, SWP), uno de los más importantes think tanks alemanes, se inquietaba respecto a una solución a la cuestión de Kosovo que fuera impuesta desde el exterior: "Estas misiones demandarán un compromiso diplomático duradero y necesitarán los recursos políticos, militares y financieros de la UE." Por "recursos militares ", los autores se refieren a la KFOR, que incluye actualmente a 17.000 soldados, de los que alrededor de 2.500 son alemanes.

Una intervención podría afectar no sólo a Kosovo, sino también a la propia Serbia. La Fundación preveía una situación "que recordaba la crisis de 1999", es decir, los bombardeos. Los desórdenes en Kosovo podrían extenderse a las provincias serbias de Voivodina y Sandzak, así como al valle de Presevo. Se puede leer más lejos: "manifestaciones masivas que implican choques entre las fuerzas moderadas y las fuerzas radicales o con la policía podrían conducir a la disolución de las estructuras estatales". Si las estructuras oficiales de Serbia estallasen, la UE, de acuerdo con su concepción política, podría asumir el papel de estabilizador y aportar una "asistencia fraternal". Los días de "battle groups" no sirven para otra cosa.

Examinemos los acontecimientos previsibles de la primavera 2008. Tanto la OTAN como los albaneses de Kosovo han excluido categóricamente nuevas negociaciones, como pedían Belgrado y Moscú. El 24 de enero, Hashim Thaci, antiguo jefe de la organización terrorista UCK y recientemente primer ministro de la provincia de Kosovo, anunció que la declaración formal de independencia tendría lugar "de aquí a cuatro o cinco semanas". Al día siguiente, se podía leer en el International Herald Tribune -que se basaba en fuentes diplomáticas- que "Alemania y los EE.UU habían llegado a un acuerdo para reconocer la independencia de Kosovo" y eso sería "después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales serbias del 3 de febrero". Eso era lo que Angela Merkel y George W. Bush habían convenido. Se puede suponer que la cancillera del CDU habrá pedido consejo a su camarada de partido Willy Wimmer, que fue durante muchos años Secretario de Estado en el Ministerio de Defensa bajo Helmut Kohl.

Después de la proclamación oficial de la "Republica de Kosovo", los municipios serbios situados al norte del Ibar van sin duda a afirmar su fidelidad respecto de Serbia, por lo tanto, su no pertenencia al nuevo Estado. Se puede, entonces, suponer que las tropas armadas de los albaneses de Kosovo entrarán en los enclaves de la minoría, en particular en su bastión de Nordmitrovica, y que reprimirán brutalmente la resistencia. Tras de un comienzo parecido de limpieza étnica a mediados de marzo de 2004, los terroristas skipetaris consiguieron movilizar a una muchedumbre de 50.000 personas. No pudo frenarse la violencia de este ataque sino cuando los soldados de la KFOR se opusieron, al menos parcialmente, a los extremistas. Mataron ocho. En la situación actual, más bien cabe esperar que la KFOR en su conjunto se comporte como el contingente alemán de la misma: cerrar los ojos y dejar hacer a los terroristas. En 2004, en el sector de ocupación alemán en torno a Prizren, todas las iglesias y todos los conventos serbios fueron incendiados. Ciertamente, desde entonces, los serbios de Kosovo constituyeron formaciones de autodefensa, de las que la más levantisca es la Guardia Zar Lazar, que debe su nombre a un héroe de la batalla histórica del Campo de los mirlos en 1389. Estos paramilitares anunciaron que lanzarían misiles sobre la base militar estadounidense de Camp Bondsteel en caso de declaración de independencia de Kosovo. Es difícil saber si se trata de una fanfarronada o de un proyecto serio. Según expertos de la región, es posible que detrás de la etiqueta de Zar Lazar se oculte una banda de provocadores de los servicios secretos occidentales.

En interés de los países miembros de la OTAN, la secesión de la provincia debe en todo caso agitar las aguas lo menos posible y efectuarse sin conflictos militares. Se encajarían las protestas diplomáticas de Rusia e incluso de pequeños países de la UE como Eslovaquia, Rumania y Chipre. La Fundación Bertelsmann, próxima al Gobierno, en un estudio de diciembre de 2007, mencionó el ejemplo de Taiwán: se sabe que esta república insular no ha sido reconocida más que por un reducido número de estados y que no tiene asiento en las Naciones Unidas, pero goza desde hace 60 años de una cierta estabilidad e incluso de una indudable prosperidad. El deseo de los estados miembros de la OTAN sería probablemente que los albaneses de Kosovo, después de la proclamación de independencia, renunciasen a la violencia contra la minoría serbia y no afectaran, inicialmente, a sus estructuras de autoadministration en el Norte. Si la OTAN bloquease simultáneamente todos los vínculos con Serbia, los serbios de Mitrovica no tendrían, a la larga, más elección que adaptarse de los nuevos potentados del entorno de Hashim Thaci.

Esta estrategia de victoria suave de los secesionistas podría sin embargo frustrarse bastante fácilmente. El Frankfurter Allgemeine (FAZ) expresaba sus temores a finales de 2007: "Los serbios podrían cerrar la presa de Gazivodsko Jezero, situada en la parte de Kosovo controlada por ellos y privar así de agua a numerosas regiones de Kosovo. Eso tendría consecuencias para el suministro de electricidad en Kososovo, ya insuficiente, porque el agua de este pantano sirve para refrigerar las instalaciones de la central a carbón, no lejos de Pristina. La OTAN reaccionaría rápidamente por la fuerza contra esta operación relativamente fácil de realizar: una tropa de paramilitares bastaría a ocupar la presa. Ya se piensa, precisa el FAZ, a hacer intervenir a la KFOR para impedirlo, pero entonces se habría alcanzado el nivel de confrontación militar que Occidente querría precisamente evitar."

Serbia puede responder

¿Cómo reaccionaría el gobierno de Belgrado si los albaneses y los soldados de la OTAN disparasen contra serbios? ¿Continuaría con su política actual que consiste en no intervenir militarmente? Esa es la tendencia sobre todo del partido gubernamental más fuerte, el de los Demócratas (DS) en torno al Presidente Boris Tadic y al Ministro de Defensa Dragan Sutanovac. El pequeño partido de la coalición, el Partido Demócrata de Serbia (DSS) del Primer Ministro Vojislav Kostunica es un poco más audaz. Su consejero Aleksandar Simic declaró expresamente que cada Estado tenía el derecho a recurrir a la fuerza de las armas para proteger su integridad territorial. Pero en caso de crisis, serán el Consejo de Defensa y el Presidente los que tendrán el mando supremo sobre el Ejército, es decir, en realidad, Tadic. En consecuencia, Occidente no tendría que preocuparse... si no hubiera habido elecciones presidenciales. El candidato del Partido Radical (RS) Tomislav Nikolic tenía serias oportunidades de salir elegido. Ya en 2004, consiguió impedir la mayoría absoluta de Tadic, aunque fue derrotado por estrecho margen. Indignada por la inminente disidencia de Kosovo, una mayoría de ciudadanos habría podido votarle esta vez. Se habría colocado al Ejército serbio entonces bajo el alto mando de un hombre político quien aboga por el establecimiento de una base militar rusa en el país y el cuyo partido poseía a su propia milicia en el momento de las guerras de los años noventa.

(En las elecciones a que se refier el articulista, Nikolic ganó en la primera vuelta, pero en la segunda, y definitiva, triunfó Tadic con una diferencia de algo más del dos por ciento de los votos.)

Esta perspectiva trastornó el calendario de los secesionistas. El Consejo Europeo quería en realidad decidir el 28 de enero el envío a Kosovo de una fuerza de dos mil policías - contra la voluntad de Belgrado y en consecuencia contra el derecho internacional, pero necesaria para asegurar la secesión -. Pero como el 28 de enero era poco antes de la segunda vuelta de la elección presidencial decisiva del 3 de febrero, habría constituido una provocación favorable a Nikolic. Se difirió pues la cuestión. Bruselas, el mismo día, ofreció un Acuerdo de Asociación al antiguo Estado delincuente y renunció con benevolencia a la condición impuesta hasta ahora, es decir, la extradición de los "criminales de guerra" Radovan Karadzic y Ratko Mladic. La UE esperaba así aportar a Tadic los votos que necesitaba. Finalmente, resultó elegido por poco margen.

Belgrado tiene actualmente el apoyo de Madrid. Según el diario serbio Express del 11 de enero, el Primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero habría obtenido la seguridad de otros Gobiernos de la UE de que Kosovo no declararía su independencia antes del 10 de marzo –por lo tanto, cuatro semanas después de la fecha anunciada por Thaci- ya que el nuevo Parlamento español debe ser elegido en dicha fecha. El Gobierno socialista quiere así impedir a los movimientos separatistas españoles utilizar el precedente balcánico como argumento en la campaña, los vascos ya habían comenzado a hacerlo. Como reacción, la mayoría de los españoles podría entonces estar tentada a sancionar a los socialistas que la oposición conservadora acusa ser demasiado indulgentes respecto a las regiones deseosas de la secesión. Estos retrasos de calendario ponen no obstante a dura prueba la paciencia de los albaneses de Kosovo. Se puede temer que intenten dar un golpe de efecto a la decisión diplomática realizando algunas acciones violentas espectaculares. Uno se pregunta cómo reaccionarían las potencias miembros de la OTAN... y los rusos en este caso. Estos últimos eligen también esta primavera un nuevo Presidente y todo candidato que abandonase al hermano eslavo debería esperar perder votos.