Una
placa colocada a los pies de cada uno los identifica por su nombre y
cuenta su breve historia. Se estima que unos veinte mil elefantes mueren
al año víctimas de la caza furtiva
Elefantes huérfanos
Por Marcelino Laruelo.
(8-3-2018)
Llovía y ventaba en Londres. El elefante africano de la sabana
es el mamífero terrestre más grande del mundo, es inteligente,
vive más de sesenta años, tiene un olfato cuatro veces
más agudo que el de un perro de caza… No, no es un artículo
de zoología, pero es que no me apetece ponerme a escribir de
las chorradas y contrachorradas del Gobierno y de la oposición.
Con la matraca esa de la secesión/rebelión podría
recordar aquí al general Sanjurjo, cuyas fotos de preso pude
ver en El Dueso, y a Ramón González Peña (“generalísimo
de la revolución”), que no llegaron a estar dos años
en la cárcel pese a..., pero, ¡para qué! ¡Y
a Leon Degrelle, al que tampoco España entregó a…!
Hubo una vez un John F. Kennedy, presidente de los USA, que por sugerencia
de papá Kennedy, designó a su hermano Bobby F. Kennedy
fiscal general de los Estados Unidos; no sé si me explico…
No tengo fuerzas tampoco para teclear en pro de esos 150.000 asturianos
que Cáritas dice que no son capaces de salir de la pobreza y
de esos 50.000 hogares (¿?) en que todos sus componentes están
sin empleo, sin pensión y sin ingresos. Mientras, un ministro
(o vice) dice que hacen falta 270.000 inmigrantes anuales para garantizar
las pensiones, ¡serán las que alquilan camas! Siguen los
fraudes de millones y millones de euros de cotizaciones a la Seguridad
Social. Y como me deprime mucho, dejo para otro día el escribir
de personas mayores, hombres y mujeres, a los que desvalijan y asesinan
energúmenos sin escrúpulos que andan por ahí sueltos
o vienen de fuera y se van. Detener a los culpables está bien,
claro, pero mejor estaría impedir que actuaran. Da vergüenza
que el señor Barbón/Bablón, quien una de las pocas
cosas que podría hacer por dignidad y decencia sería limpiar
y sanear el organismo autónomo ERA, para acabar de una vez por
todas con esa pudriella que tiene enquistada en el organismo autónomo
y la consejería, prefiera mirar para otro lado y dejar que la
pudriella siga creciendo, como hizo su antecesor. También merecería
unas líneas ese hombre al que he visto protestar pacíficamente
delante de la sede del PSOE, en Madrid, y ser reducido a viva fuerza
por la policía… ¡Ya lo habíamos vivido aquí,
cuando el desguace pseudoarqueológico del Campo Valdés!
Si tuviera ánimo, tendría que ponerme a tirar del hilo
de asambleas en universidades laborales, de diques semisumergidos, de
adosados, de planes de saneamiento, pero me contengo: por pereza y porque
creo que hay que dejar que pase el tiempo. ¡Con lo sectarios que
ellos fueron, y son, hay que demostrarles que todavía queda gente
de otra pasta!
Llovía y ventaba en
Londres. A la reina de Inglaterra la han beneficiado en el testamento
de un amigo con una herencia de 50 millones de euros para que se compre
un yate. ¡Si llega a pasar aquí se arma la de dios es cristo!
Claro que a la reina de Inglaterra nunca se la ha visto ir a cazar elefantes.
Acompañado y guiado por el conocido crítico de cine G.
Lawrence, bajábamos por Edgware Road hacia Park Lane, que bordea
Hyde Park. Al llegar al cruce con Oxford St., vimos a la derecha de
Marble Arch algo verdaderamente sorprendente: una manada de elefantes
relucientes por la lluvia a los que un breve rayo de sol sacaba destellos.
El grupo escultural se titula: ‘Los huérfanos’ y
está formado por veinte crías de elefante que rodean y
buscan amparo en una madre elefante adulta, todos ellos en bronce y
a tamaño natural. Sus autores son los escultores Gillie y Marc,
mundialmente conocidos. Su inauguración tuvo lugar el 4 de diciembre
pasado y permanecerá expuesto durante un año. Se trata
de una obra reivindicativa y cada uno de los pequeños elefantes
se corresponde con uno real que perdió a su madre o fue separado
de ella y del resto de la manada a la fuerza. Recogido a tiempo, se
recupera en las instalaciones de Sheldrick Wildlife Trust, en Kenia,
donde también se dedican a proteger a los rinocerontes, las jirafas
y sus ecosistemas. Una placa colocada a los pies de cada uno los identifica
por su nombre y cuenta su breve historia. Se estima que unos veinte
mil elefantes mueren al año víctimas de la caza furtiva,
el conflicto con los pobladores de la zona en que viven o la sequía
y falta de alimento. El Ayuntamiento de Westmister tiene desde hace
años un programa para sacar el arte a la calle, como en este
caso. Niños de la escuela Hampton Gurney colocaron el día
de la inauguración una manta sobre cada uno de estos elefantes
huérfanos, para simbolizar el calor materno que no reciben y
el compromiso de las nuevas generaciones con la defensa de las condiciones
de vida de los elefantes. Camino del palacio de Buckingham, pasamos
por el lujoso May Fair Hotel, donde en el verano de 1960, un chavalín
de 16 años, de Gijón, trabajó de pinche de cocina:
10 horas diarias, 6 días y 10 libras a la semana. Tomamos fotos
y apuntes, pero, como diría el gran ‘Moustache’ en
la película ‘Irma la dulce’: “Esa es otra historia”
(que algún día habrá que contar).