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Oficina de Defensa del Anciano | Asturias Republicana |
Por
José Antonio Rodríguez
Canal.
El hecho de que la
venta de la antigua sede de la Autoridad Portuaria de Gijón,
incluidos 877 metros cuadrados de un espacio que en la práctica
cabe calificar de vía pública, haya resultado de nuevo
una operación fallida, no parece que pueda ser homologado como
desgracia. El edificio sigue ahí y alguna utilidad se le podrá
dar, sin subordinar su futuro al objetivo único de hacer caja.
En cambio, la noticia del descenso en el número de cruceristas
llegados a El Musel en 2017 –fueron 11.028 menos que los 32.804
registrados el año anterior- no tiene nada de alentadora. La
recepción de este tipo de turismo merece, por razones obvias,
ser estimulada y encontrar toda clase de facilidades para su crecimiento,
aunque, en este sentido, a veces da la impresión de que en esta
villa mestiza, en una muestra clara de que parte de Gijón vive
de espaldas a la mar, no se tiene conciencia cabal, exacta, de la importancia
de que, por citar un caso relevante, atraque en El Musel un barco como
el ‘Anthem of the Seas’, mole flotante de 348 metros de
eslora –más que la distancia existente entre las plazas
del Carmen y del 6 de Agosto- con capacidad para 4.905 pasajeros, es
decir, el equivalente a la capacidad total de 27 aviones A320 (4.860
plazas) o, dicho de otro modo, una cantidad que supera en más
de mil pasajeros el tráfico medio diario del aeropuerto de Asturias
en 2017, que fue de 3.855. El trato a El Musel
tampoco ha sido satisfactorio desde el Gobierno de Madrid de 2012 para
acá, sobre todo si es comparado con el recibido por otros dos
puertos, competidores del gijonés en tráficos: Ferrol
y La Coruña. Esa desigualdad de trato se manifiesta, en el caso
coruñés, en que su puerto exterior de Punta Langosteira,
más caro y con mayores sobrecostes en su construcción
que la ampliación de El Musel, dispone desde junio de 2016 de
un nuevo acceso por autovía, 5,1 kilómetros que requirieron
una inversión de 83,6 millones de euros. Y ahora mismo está
en fase de redacción el proyecto de construcción de un
acceso ferroviario, cuyo estudio informativo, aprobado ya con todas
las bendiciones administrativas necesarias, lo define como un ferrocarril
de 6,55 kilómetros de longitud, 4,2, de ellos en túnel,
para lo que está previsto invertir 132 millones de euros. En
el puerto exterior ferrolano, gran importador de carbón, como
El Musel, desde setiembre de 2017 están en marcha las obras de
construcción de un acceso por vía férrea de 6,4
kilómetros de longitud, de ellos, 5,6 en túnel y 0,6 en
viaducto, con una inversión inicial de 72,5 millones de euros.
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