Causa
y sentencia del general Prim.
Hoja
volandera anónima y jocosa publicada en Madrid en
1870, poco tiempo antes del atentado que costaría
la vida al general.
Reunidos en jurado el PATRIOTISMO, la LIBERTAD, el BIEN
PÚBLICO, la OPINIÓN y la MORALIDAD, bajo la
presidencia de la ESPAÑA, para ver y fallar la causa
formada a D. Juan Prim, por sus actos posteriores a la revolución
de Septiembre; oído el dictamen del fiscal, que lo
fue el PUEBLO, y después de escuchar al ESPÍRITU
DE PARTIDO, que hacía de defensor, dieron el juicio
por terminado y dictaron la siguiente sentencia:
CONSIDERANDO
que desde que D. Juan Prim dejó de ser unionista,
que no lo fue sino después de haber sido moderado,
y cuando ya don Ramón María Narváez
le había quitado la capitanía general de Puerto
Rico, que le dio en premio de sus servicios a doña
María Cristina de Borbón, pronunciándose
en 1843 contra el duque de la Victoria, se pasó con
armas y bagajes al partido progresista, asistió al
banquete de los Campos Elíseos, donde pronunció
aquellas palabras: “Yo destruiré los obstáculos
tradicionales”, cuyos obstáculos consistían
en doña Isabel de Borbón y su dinastía,
que al cubrirse como grande de España había
jurado sobre el puño de su espada defender hasta
derramar la última gota de su sangre:
CONSIDERANDO
que desde entonces conspiró lo mejor que pudo y supo,
y no fue culpa suya si durante el mando del ministerio Mon
Cánovas su prudencia le impidió presentarse
en el cuartel de la Montaña del Príncipe Pío,
donde le esperaban para sublevarse dos regimientos de infantería.
CONSIDERANDO
sus tentativas para pronunciar en Junio de 1865 una gran
parte de la guarnición de Valencia, su alzamiento
en Enero de 1866 en Villarejo de Salvanés, al frente
de los regimientos de Bailén y Calatrava, su emigración,
y los trabajos que desde ella llevó a cabo para realizar
la revolución al fin verificada, gracias al brigadier
Topete y sus fragatas, y a los generales vencedores de Alcolea.
CONSIDERANDO
que a pesar de su conducta era el caudillo más popular
de la revolución, y que cuando entró
en Madrid a principios de Octubre de 1868, el entusiasmo
del pueblo no conoció límites.
CONSIDERANDO
que el país, harto de los gobiernos moderados, acogió
la revolución de Septiembre como una esperanza de
salvación, porque nadie dudaba que sus promesas iban
a realizarse, y que pronto se vería reducido el presupuesto
de gastos, moralizada la administración pública,
restablecido en toda su pureza el régimen constitucional,
respetada la libertad y la vida de los ciudadanos, acatada
la ley en todas partes, y garantizada la seguridad individual.
CONSIDERANDO
que la nación española había personificado
en don Juan Prim la revolución de Septiembre, de
él esperaba el cumplimiento de todas estas promesas,
que una y otra vez había hecho en manifiestos y programas,
y que sólo a esto debe su preponderancia y su poder.
RESULTANDO
que el general Prim no fue al cuartel de la Montaña
de Príncipe Pío, y a esto se debió
que no se sublevara el regimiento de Saboya; que en Enero
de 1866 no fue a Alcalá de Henares, contentándose
con enviar un emisario, el cual no pudo sacar a la caballería
de aquel cantón, casi toda comprometida con el movimiento,
porque los regimientos no se sublevan sino cuando ven que
los generales se juegan la cabeza presentándose en
los cuarteles; que también brilló por su ausencia
en el combate que el 22 de Junio del mismo año
tuvo lugar en las calles de Madrid, cuyo éxito tal
vez hubiera sido distinto si él hubiera estado presente
para comunicar a los combatientes la fuerza que le daba
el prestigio de su nombre; que en Agosto de 1867
tampoco se presentó en ninguna parte, mientras el
general Pierrad acaudillaba a los sublevados de Aragón,
y ganaba la importante acción de Llinas de Marcuello;
y por último, que en Septiembre de 1868 se
limitó a pasear por el Mediterráneo en una
fragata acorazada, que no podía encontrar enemigos
que le hicieran frente, dejando a sus compañeros
de sublevación el mochuelo de rechazar al ejército
del marqués de Novaliches.
RESULTANDO
que después de perturbar el país parece que
al hacer la revolución no ha tenido más objeto
que darse a sí mismo el tercer entorchado, y pasear
por las calles de Madrid precedido de batidores y seguido
de una escolta, cosa que ya en los últimos tiempos
de su reinado no hacía Doña Isabel II.
RESULTANDO
que no ha tenido valor para hacerse republicano y proclamar
la república, cuya sencillez sin duda se aviene mal
con sus costumbres fastuosas.
RESULTANDO que
después de declararse monárquico se ha opuesto
al triunfo de todos los candidatos posibles; sólo
ha defendido candidaturas que no podían triunfar,
tiene, según dice, guardados en el bolsillo siete
reyes, y no saca ninguno de ellos para que acaben de una
vez nuestros apuros.
RESULTANDO que
ha sido el principal obstáculo al triunfo de la candidatura
del Duque de la Victoria, la más fácil y la
más popular de todas, diga lo que quiera el Sr. Ruiz
Zorrilla.
RESULTANDO
que se ha empeñado en sostener en el ministerio de
Hacienda a D. Laureano Figuerola, que es por sí solo
una calamidad mayor que las siete plagas de Egipto, a cuya
desastrosa gestión se debe que la mitad de los españoles
se estén muriendo de hambre y que la otra mitad dentro
de poco no tenga camisa.
RESULTANDO que
las clases pasivas de provincia se ven reducidas a pedir
limosna, que al clero se le deben una porción de
mensualidades, que los maestros de escuela ya se
han olvidado de cuando tomaron la última paga,
que los intereses de la Deuda sólo se cobran en Madrid,
y eso a duras penas, que el papel del Estado se halla a
un precio tan ínfimo que pronto hará competencia
a los periódicos callejeros, vendiéndose a
peseta la mano de títulos del Consolidado.
RESULTANDO que
a consecuencia de esa baja de los valores públicos
los capitales huyen de la industria y el comercio, porque
encuentran en la Bolsa colocación más ventajosa,
o se esconden bajo siete estados de tierra, sacrificando
a la seguridad la ganancia, y por consiguiente los obreros
no encuentran trabajo, y por todas partes se mira el espectáculo
de la más espantosa miseria.
RESULTANDO que
los crímenes se suceden con horrible frecuencia y
aterradora impunidad, porque el principio de autoridad está
por los suelos, y porque el robo es el único medio
que deja a la desesperación la crisis metálica
que atravesamos.
RESULTANDO
que el presupuesto lejos de disminuir aumenta, y que el
acusado no piensa más que en dar destinos a progresistas,
teniendo cuidado en elegir siempre los más tontos.
RESULTANDO
que amén del tercer entorchado que se ha dado a sí
mismo, ha nombrado generales a los que hace dos años
eran simples comandantes, y no debían de haber pasado
nunca de comandantes simples.
RESULTANDO
que el favoritismo ha llegado en este punto al extremo de
hacer brigadier a un paisano que sólo había
sido teniente hace muchos años, y de nombrar coronel
a otro que no ha sido nunca ni cabo de escuadra.
RESULTANDO que
la administración pública no se ha moralizado,
como lo prueban los hechos denunciados y probados por el
Sr. Puig y Llagostera en sus famosas cartas y en las informaciones
que se abrieron a consecuencia de ellas.
RESULTANDO que
la seguridad y la vida de los ciudadanos están a
merced del primer Casalís que salga por ese mundo,
para enviar al otro a los que se le pongan por delante,
según demuestran los asesinatos cometidos en Montealegre
el verano último.
RESULTANDO que
no se ha hecho nada de lo prometido, y que cuando alguno
de los pocos diputados que no pasan la vida pretendiendo
un empleo, se quejan de nuestro malestar, el ministro de
Hacienda le dice que ya empieza a crecer la yerba, como
si esto fuera un consuelo, a no ser para los progresistas.
Y RESULTANDO
que por todo lo dicho se ha perdido una gran ocasión
de hacer la felicidad del país, y aquí no
tenemos ni órden, ni libertad, ni bienestar, ni cosa
que lo valga.
FALLAMOS
que debemos condenar y condenamos a D. Juan Prim a nulidad
perpetua, a pagar a la nación daños y perjuicios,
siendo toda la vida presidente de la Tertulia progresista,
y teniendo que oír todos los discursos en ella se
pronuncien.
Así lo mandamos en Madrid, a 30 de Marzo de 1870.-
Lo firman el PATRIOTISMO, la LIBERTAD, el BIEN PÚBLICO,
la OPINIÓN y la MORALIDAD.
Ante
mí,
El Licenciado Vidriera.
Juan
Prim y Prats sufrió un atentado el día 27
de diciembre
de 1870 a la salida de las Cortes. A consecuencia
de las heridas, falleció tres días más
tarde.
Había nacido
en Reus en 1814.
http://es.wikipedia.org/wiki/Conde_de_Reus