Odón
de Buen y la cátedra de Barcelona.
Por Francisco Pi y Arsuaga.
El Nuevo Régimen.
Semanario republicano federal.
Hemeroteca Municipal de Madrid
No
nos engañábamos. Odón de Buen continúa
fuera de su cátedra; sus tratados de Geología
y Zoología continúan excluidos del catálogo
de los libros de texto de la Universidad de Barcelona. Los
que lo duden se irán poco a poco convenciendo de
que nuestros ministros no llegan ni a jefes de sección
del Vaticano. No se atreven ni a levantar la voz ante el
Pontífice, no tienen ni siquiera el valor de salir
a la defensa del Estado. ¿No fue el Consejo
de Instrucción Pública el que declaró,
no sólo buenos, sino también meritorios los
libros hoy puestos en el Indice? Estaban en el deber de
sostenerlos. No lo han hecho ni lo harán, que hartas
pruebas dieron ya de su extremada cobardía.
El
16 de Noviembre de 1893 oficiaba el Arzobispo de Granada
a don Anselmo Arenas, catedrático de Historia en
aquel Instituto, para que en el término de ocho días
retirase de la circulación sus libros y se retractara
de los errores que vertía en cátedra. Nada
consiguió del entero profesor, sobre el cual no tenía
ni podía ejercer autoridad alguna; pero sí
del rector de aquel distrito universitario, que
en Marzo de 1894 no vaciló en prohibir los libros
ni en suspender de empleo y sueldo al que los había
escrito. Arrogante con la victoria, no quiso perderla,
y no dejó de la mano el asunto.
Rebatió
Arenas en los primeros días de Junio los cargos que
se le dirigía; pero nada pudo obtener del Consejo
de la Universidad; dócil a la voz del rector y a
la del arzobispo hasta el punto de pedir que se le destituyera.
En Madrid cambió la faz del negocio, pero sin fruto.
Reclamó el Consejo de Instrucción Pública
antecedentes, que tardaron nada menos que seis meses en
venir de Granada y Sevilla; y en sesión de
27 de Junio de este mismo año opinó que se
debía reponer al profesor en su cátedra y
trasladarle a otro instituto con el solo fin de evitar ulteriores
rozamientos. ¿Prevaleció este dictamen? ¡Oh,
no! Hubo en el Consejo un voto en contra, el del decano
del Tribunal de la Rota; y este voto bastó para que,
interviniendo en la cuestión el arzobispo y el nuncio,
no se atreviera el gobierno a decretar la reposición
de Arenas. ¡Para que decrete ahora la de Odón
de Buen en Barcelona!
Están
aquí los ministros a los pies del Pontífice;
el Estado a los pies de la Iglesia. No ha podido llagar
la nación a mayor vergüenza.