En vez de ahorrar, gastarlo en "cubalibres"
y centollos
para que no se lo lleven luego los de "Bienestar"
Nora y Zuli
Por
Marcelino Laruelo.
La mala voluntad,
la intención torcida y una obtusidad cada vez más
extendida llevan a que en la sociedad calen y se consideren “progresistas”
y “de izquierdas” normas y actuaciones tan discriminatorias
como reaccionarias. Sirva la historia de Nora y Zuli como un ejemplo
de las injusticias contra los ancianos. Luego, bien envueltas, son
utilizadas para dar el “tocomocho” del “bienestar”
a la sociedad menos avispada.
Nora y Zuli,
a sus ochenta y bastantes años, están ingresadas en
una residencia de ancianos del ERA porque hace tiempo que desvarían
y no se valen por sí mismas. Sufren de esa mezcla difusa
y confusa, pocas veces bien diagnosticada, de disfunciones mentales,
enfermedades crónicas y otros achaques. Porque cuando hablan
de “esperanza de vida”, los estudios de los expertos
no dicen que cada vez es mayor el número de ancianos que
envejecen muy mal, por lo que más bien habría que
hablar de sufrimiento y “desesperanza de vida”.
Claro que Nora
y Zuli también fueron jóvenes, compañeras de
pandilla y de bailongos en el Gijón de posguerra. Ennoviaron
al mismo tiempo y se casaron el mismo año con dos “pepes”
de La Calzada que trabajaban en Moreda. Dos varones tuvo Nora, una
parejita tuvo Zuli.
Aunque la vida
los fue distanciando, los dos “Josés”, electricista
uno, tornero el otro, siguieron en Moreda y pasaron a Ensidesa.
Siempre cobraron lo mismo y se jubilaron de oficiales de primera
con idéntica pensión.
Nora y su Pepe,
al casarse, se fueron a vivir con la madre de ella, en un piso de
alquiler por la zona de La Catalana. Eran de salir por ahí,
de ir de bar. Compraron un Simca Mil y los hijos estudiaron Filología
y Económicas. No cambiaron de casa y siguieron de alquiler.
Les tocó un pellizco a la lotería de Navidad cuando
cayó en el Bar Australia. Sin decir ni media palabra, Pepe
cogió a Nora y se la llevó a Rusia de turné.
“Oye, que yo desfilé por la Plaza Roja”, “oye,
que yo estuve en el crucero Aurora”, “oye, que yo crucé
el Volga en Stalingrado”, decía después para
zanjar las discusiones político-sindicales de chigre.
Zuli y el otro
Pepe fueron una vez a Benidorm y no volvieron más. Compraron
un pisín en La Calzada y lo fueron pagando poco a poco. La
neña acabó Magisterio y el guaje entró en la
Escuela de Aprendices de Ensidesa, y allí sigue trabajando.
Pepe era pesquín y Zuli, de cocinar y de tejer, y luego,
llegaron los nietos. Pepe se valía de una Mobylette y nunca
tuvieron coche.
En esta sociedad
de progresismo obtuso, los niños, que no es obligatorio tenerlos,
pueden ir gratis o casi a la guardería. A los jóvenes
que van a la Universidad, que tampoco es obligatorio, se les ofrecen
residencias por 500 euros. Pero a los ancianos, enfermos e indefensos,
la Consejería y el ERA les clavan 1.435 euros al mes. Tan
caro o más que en la mayoría de las privadas.
Por no se sabe
qué razones ni en base a qué, el gobierno asturiano,
además, “fomenta” que los ancianos de las residencias
públicas acumulen deuda. Por otra parte, ni emiten facturas
(¡?) ni informan del monto de la misma. Y cuando Nora y Zuli
mueran, a los cuatro años de su fallecimiento (¡?),
sus hijos recibirán un oficio del ERA reclamándoles
veinte mil o treinta mil euros. O los pagan o se tiran como buitres
sobre los bienes de la herencia. Eran iguales, cobraron igual, pero
vivieron diferente. Entonces, estos del “Bienestar”,
al que lo haya gastado todo en “cubalibres” y centollos,
es un decir, a ése, nada. Pero al que con su esfuerzo y privaciones
haya pagado un piso y tenga unos ahorros, a por él hasta
el último céntimo. ¿Progresismo?, ¿izquierdas?:
¡Ronca el mango!
UNIDOS
POR INTERNET
Campaña para la instalación de webcams en las residencias
de ancianos para facilitar el contacto con los familiares y allegados,
y la protección de los ancianos indefensos.
¡Que entre la luz de la calle en los geriátricos!
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