Unos
viajando con el Imserso y otros amarrados a una silla
Ancianidad
Por
Marcelino Laruelo
En la historia de la Humanidad, el problema con el trabajo nunca
fue que faltara, sino que había demasiado; tampoco los ancianos
eran un problema, sino conseguir sobrevivir hasta llegar a ser un
anciano. En la sociedad de nuestros tiempos, en esta España
que nos ha tocado vivir, cada vez más nos encontramos con
la coexistencia, no sé si pacífica, pero sí
indignante, de una cosa y su contrario: el trabajador en paro y
al que obligan a hacer jornadas de doce horas; los ancianos que
viajan con el Imserso y los que pasan amarrados a una silla su “jornada”
de doce horas.
Miles de asturianos,
centenares de miles en toda España, se han visto obligados
a pasar los últimos años de la vida, por tanto, los
más valiosos, en residencias de ancianos. Ingresados a la
fuerza. Y, aunque resulte duro decirlo, no se olvide que ninguna
ley obliga a que los hijos, y menos otros familiares más
alejados, se tengan que hacer cargo de padres, hermanos o tíos.
Y gravemente enfermos. Dicho esto, la familia sigue siendo la columna
central que mantiene a la sociedad española de pie. Soy devoto
de la amistad y la camaradería, pero si no fuera por la familia,
no sé dónde estaríamos… Y aún
no está prohibida la herencia ni vigente la incautación
de bienes (de los más pobres, claro).
¿Qué
hacemos con esos compatriotas que quedaron inermes por un alzhéimer,
por un ictus, por un accidente? Pues habrá que atenderles
adecuadamente y con el respeto debido, porque, no se olvide, son
seres humanos, son españoles y también tienen sus
derechos. Las residencias de ancianos, en lugar de ser centros de
descanso y disfrute, las han convertido en hospitales clandestinos
olvidados y al margen de la sanidad pública.
En vez de en
el amor, la buena voluntad y la justicia social, siempre se acaba
en el dinero, en la falta de presupuesto que dicen los políticos.
No se trata de recaudar más, sino de administrar mejor y
redistribuir más equitativamente. A los ancianos, nadie les
pregunta cuánto cobran de pensión para saber cuánto
podrían pagar: 2.876 euros al mes la habitación doble
y punto.
Dicen que hablando
se entiende la gente. Escuchar es también importante. No
se piden imposibles, sino hacer frente a una situación muy
grave, administrar bien y gestionar bien. Crear puestos de trabajo
y saber mandar a los trabajadores. ¡Cómo se atreven
a hablar de “estado del bienestar” cuando la pensión
que cobran los ancianos no les da ni para vivir en una residencia
pública! ¿Cómo se arreglarán entonces
los que están en su casa? Y la solidaridad empieza por los
que tenemos al lado.
En
Facebook
UNIDOS
POR INTERNET
Campaña para la instalación de webcams en las residencias
de ancianos para facilitar el contacto con los familiares y allegados,
y la protección de los ancianos indefensos.
¡Que entre la luz de la calle en los geriátricos!
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