Asturianos:
La autonomía
concedida a Cuba y Puerto Rico por el partido liberal,
abre un nuevo campo a la vida interior y de relación
de todas las provincias españolas.
Los pueblos, cuando han llegado a la edad viril,
debe considerárseles aptos para la dirección
de sus negocios.
Esto dice y certifica el Gobierno actual declarando
mayores de edad a Cuba y Puerto Rico.
¿No está Asturias por lo menos en condiciones
iguales de cultura y desarrollo que nuestra Antillas?
¿Acaso es la provincia de Asturias un pueblo
en embrión?
La historia
de nuestra provincia confirma las justas pretensiones
que formulamos en este Manifiesto-Programa.
Indómitos los astures, hostilizaron continuamente
a las legiones romanas durante la dominación
de la ciudad inmortal. En lucha tenaz vivieron contra
los bárbaros. En Covadonga nació la unidad
nacional. Y la provincia de Asturias fue la primera
en declarar la guerra al gran Napoleón.
¿Nada nos dicen estas gloriosas páginas
de nuestra historia?
Es, a nuestro
modo de entender, una aspiración natural y un
derecho imprescriptible el que todo pueblo aspire y
luche por la consolidación de sus libertades.
En Villalar se hundieron las de Castilla; de un tajo,
con la cabeza de Lanuza, rodaron las de Aragón,
y en sangre se ahogaron todas las de las regiones españolas
para caer en el unitarismo y, por consecuencia,
en una centralización absorbente y corruptora.
Producto de esta centralización y de este régimen
unitario es el caciquismo, epidemia reinante hoy en
todos los pueblos de España, que agonizan
en el más repugnante y vergonzoso servilismo.
No existe en este desgraciado país, región,
provincia o pueblo alguno que pueda llevar a cabo alguna
reforma imprescindible para el desarrollo y fomento
de su riqueza, si no es debido al favoritismo del ministro
A o del cacique B.
Vergonzoso
es llamarse (...) a tan triste situación en que
a los pueblos se presenten los tahúres de
la política, ofreciendo por el acta de diputado
la concesión de una carretera, de un puerto,
de un ferrocarril, o la creación de una escuela.
Es la región
asturiana una de las provincias de más porvenir
e importancia de la Península, por la riqueza
del subsuelo, por la variedad de su industria, por la
fertilidad de sus campos y por los muchos puertos que
facilitan la exportación de sus productos. Autónoma,
administrará sus intereses, atenderá a
sus necesidades, fomentará su riqueza y, próspera,
evitará el que sus hijos coman el pan de la emigración.
Concedida
la autonomía a todas las regiones, se realizarán
economías, el derecho estará firmemente
garantido y se abre camino a la prosperidad de los municipios,
de las provincias, y de la regeneración de la
patria.
No es nuestro objeto, ni pretendemos en este manifiesto
dar una constitución, ni tampoco un proyecto,
sino simplemente señalar las bases generales
que entendemos podrían servir para la constitución
autonómica de esta región. Y estas bases
son:
1ª El
poder regional será uno, y por la diversidad
de sus funciones se dividirá en legislativo,
ejecutivo y judicial, independientes entre sí,
elegibles y amovibles; los poderes ejecutivo y judicial
serán responsables.
2ª Las funciones de todo poder serán retribuidas
por la región.
3ª El poder ejecutivo residirá en el gobierno
regional.
El legislativo en las Cámaras asturianas, elegidas
por sufragio universal directo.
El judicial residirá en los tribunales constituidos
con arreglo a las leyes de la Constitución asturiana.
4ª Las distintas atribuciones de estos poderes
serán determinadas por dicha Constitución
regional.
En cuanto
a las relaciones entre la Región asturiana y
la Nación, creemos podrán ser basadas
sobre el espíritu de nuestra autonomía,
en la forma siguiente:
1º La
Región asturiana contribuirá a los gastos
de la Nación proporcionalmente a sus riquezas
y de acuerdo con lo que las Cámaras nacionales
y regionales determinen; quedando la región en
completa libertad para repartir y recaudar todo tributo
en el modo, tiempo, y forma que sus particulares leyes
establezcan.
2º Constituida la provincia de Asturias en Región
autónoma y libre, la Constitución que
se dé para su gobierno interior y las reformas
que en ella se hagan, no infringirán en modo
alguno los preceptos contenidos en la constitución
nacional.
Entendemos
que con estas bases quedarían, no solo garantizadas
las libertades asturianas, sino a la par fortalecida
la unidad nacional. Aspiramos también a que
una vez reconocida por los poderes nacionales la autonomía
de la Provincia de Asturias, las Cámaras regionales
no olviden constituir a los municipios en idéntica
forma.
Siendo esta
provincia eminentemente agrícola, industrial
y minera, queremos que las Cámaras regionales
lleven al espíritu de las leyes todas las reformas
sociales necesarias y convenientes al fomento y desarrollo
de estas fuentes de riqueza natural, y a la dignificación
de las clases trabajadoras, principal factor de
su desenvolvimiento.
A este
objeto proponemos que los Poderes regionales funden,
fomenten y auxilien la formación de asociaciones
obreras, estableciendo Bancos públicos de crédito
para estas asociaciones, a quienes entregarán:
1º Las
tierras públicas, las que los propietarios hayan
dejado incultas por más de cinco años;
las que convenga expropiar y aquellas cuya propiedad
no esté debidamente justificada.
2º Los servicios y las obras públicas, aprovechamiento
de aguas, etcétera.
3º Sometidos a la inspección de comisiones
obreras todos los talleres, fábricas y minas.
4º Establecida la enseñanza pública,
gratuita y obligatoria, en su primero y segundo grado,
creando para los obreros, en todos los municipios, escuelas
prácticas de artes y oficios.
5º Los Poderes regionales procurarán proteger
toda riqueza pública facilitándole de
sus propios recursos caminos terrestres y pluviales,
mercados para la circulación y todos aquellos
medios que sean conducentes al máximo desarrollo
de dicha riqueza.
Nada tenemos
que añadir a la ya dicho, pues nuestro objeto,
repetimos, no es dar una Constitución sino señalar
las bases en que descanse la libertad y prosperidad
de nuestra provincia.
Cúmplenos,
por último, hacer un llamamiento general y excitar
a todos los individuos, pueblos, villas y aldeas para
que si están conformes con nuestro pensamiento
se adhieran a él, se reúnan y nombren
representantes para la celebración de una Asamblea
magna Asturiana que discuta y formule un proyecto de
Constitución regional, lo presente al Gobierno,
para su aprobación y sepan conducirse con la
virilidad propia de representantes de un pueblo que
está decidido a luchar por su libertad.
Julio C.
Estrada.- Eladio Carreño.- José Tolivar.-
Ramón Blanco.- Ramón García y Molina
Martell.-Florentino G. De Guinea.- Juan A. Bocalandro.-
Nicanor Alonso.- Eduardo González.- Senén
Gutiérrez.- Nicolás Cortina.- Angel González.-
Isidro Carballido.- Joaquín Calvo.- Víctor
C. Morán.- Joaquín Martín.- Ramón
Fernández.- Claudio F. Rúa.- Norberto
Herrera.- Ricardo Menéndez.- Marcelino Díaz.-
Jesús García Margolles.- Gaspar González
Llanos.- Víctor Martínez.- Rafael Gil.-
Eduardo Morán.- José González Pérez.-
Pedro Pitiot.
- Publicado el domingo, día 19 de Diciembre de
1897, en El Noroeste, diario democrático editado
en Gijón.
- Muy probablemente,
los firmantes de manifiesto-programa sean miembros del
Partido Republicano Federal que lideraba Francisco Pí
y Margall.