Viaje y muerte en Estados Unidos en 1938 de Avelino
González Mallada, ex alcalde anarquista de Gijón.
Por Ramón Alvarez Palomo
(Textos extraídos de su libro: Avelino
G. Mallada,
alcalde anarquista.)
Campaña
de propaganda en América del Norte.
Encontrándose
en Madrid, preparando sin duda la publicación en
"CNT" de la serie de artículos sobre
la guerra en Asturias, sabemos por el citado periódico
que fue requerido desde Barcelona para emprender una gira
por tierras americanas.
El
periódico de lengua española, La Prensa,
de Nueva York, comentaba así la entrevista que
mantuvo con Mallada: «Arribó ayer a esta
ciudad, en el vapor "Aquitania", don Avelino
González Mallada, líder izquierdista asturiano,
ex alcalde de Gijón, quien viene a este país
en misión informativa, según hemos expuesto
ya.
Su
actuación destacada desde antes de la rebelión
le coloca entre los más dinámicos y representativos
obreros que pueden venir a ésta y se propone desarrollar
una activa labor de exposición de hechos poco conocidos
aún, con documentación sólida, ya
que ha sido agente directivo en no pocos de los acaecidos
en la región asturiana.
Entrevistado
al llegar el barco a cuarentena, por el miembro de esta
redacción, Venancio Pérez, el señor
González Mallada se expresó en estos términos:
"Vengo a cumplir la misión que me ha sido
encomendada por Solidaridad Internacional Antifascista
con sede general en Barcelona, y por la C.N.T., de ponerme,en
contacto con los españoles e hispanoamericanos
demócratas de aquí, y a demostrar que, hoy
por hoy, el orden y la garantía de paz y tranquilidad
en Europa está al lado de los leales".
Su
labor, nos dice Luzbel Ruiz en la página 15 del
prólogo, "fue de tal magnitud que, cartas
recibidas de compañeros y comités, nos decían
que pocas veces oradores de su talla habían logrado
despertar un entusiasmo tan fervoroso del pueblo norteamericano
hacia nuestra causa; hasta el extremo de organizarse,
en muchísimos lugares, grandes actos de simpatía
con la lucha del pueblo español".
Tenemos
dos cartas autógrafas que Mallada envió
a su compañera. Reproducimos a continuación
cuanto se relaciona con el desarrollo de la misión
que le confiara S. I. A. (Solidaridad Internacional Antifascista):
“Escribo
la primera carta a los doce días de mi llegada...
El viaje ha sido rápido y feliz, pero no pude desembarcar
porque alguien denunció a Inmigración que
arribaba un anarquista peligroso, enemigo del gobierno
español, atracador de la F.A.I., falso Alcalde
de Gijón; ni siquiera asturiano...
El
tribunal de emigración me condenó a regresar
a España, pero reclamamos a Washington
contra la sentencia y salí triunfante. Abandoné
la prisión el sábado a mediodía.
El domingo fue el acto, que resultó grandioso,
unas 8.000 personas, casi todos hispano-americanos; asturianos
muchos, y gijoneses los que había en 100 kilómetros
a la redonda, excepción hecha de los fascistas.
Al
éxito contribuyó mi detención, que
me dio más popularidad que a un boxeador. Acudió
la prensa americana y la de habla española que
se publica aquí. También contribuyó
un manifiesto que lanzaron ciertos elementos contra el
mitin.
Hablé
días después en la casa de los Hijos de
Asturias y en otro pueblo o ciudad de 150.000 habitantes,
llamado Bridge Port.
Estuve
en Washington visitando a los embajadores de México
y España. Fernando de los Ríos me entretuvo
dos horas y media hablando de cosas de ahí. Hoy
salgo para Boston y tendré que ir luego a Florida
y California, de modo que voy a estar aquí por
lo menos tres meses.
Las
noticias de España las leo en la prensa de aquí,
tanto en inglés como en español. Ya empiezo
a soltarme a hablar.
De
salud estoy perfectamente; me examinó un gran médico
italiano, una autoridad internacional en su especialidad...
Me regañó por haber estado hablando dos
horas largas en el acto de Nueva York, que él presenció...
2 de marzo de 1938 (Nueva York).”
Segunda
carta.
“(…)
Antes de salir para el oeste te mando esta carta. Estoy
inquieto temiendo siempre que la aviación fascista
asesine a alguno de la familia. Por la prensa inglesa
me entero de la marcha de la guerra. Estaba en una velada
de italianos, en el Bronx de Nueva York, cuando nos enteramos
por radio del hundimiento del "Baleares". Aquí
se publican dos diarios en español: La Prensa y
La Voz. El primero es derechista, pero está al
lado de nuestro gobierno. El otro es más radical
y más entusiasta de la causa antifascista. Ambos
hacen buena campaña. También hay dos revistas:
Frente Popular y Boletín de S.I.A., además
de nuestro semanario, Cultura Proletaria. La
práctica del inglés no me es posible en
la medida que yo quisiera, porque estoy siempre rodeado
de españoles e italianos, y son estas lenguas las
que he de hablar en mis conversaciones. De todas formas
ya voy educando el oído, aunque aquí hablan
un inglés muy diferente al europeo.
(…)
Desde la ventana del hotel veo caer la nieve que, si no
cubre el suelo, convierte en blanca carretera la fea estructura
del ferrocarril elevado de la 6ª Avenida. Al interior
del país la nevada es mayor y estamos a 10 de marzo
y más al sur que Gijón... Ya sabemos que
la diferencia es causada porque una corriente caliente
marina baña nuestras costas, y éstas lo
están por la corriente de agua fría que
baja de El Labrador.
Los
fascistas españoles de Nueva York me mandaron al
hotel revistas y periodicuchos que ellos publican. Quien
los hace es un pobre diablo asturiano apellidado Argüelles,
que se dice sobrino de la marquesa del mismo nombre.
En una hoja parroquial semanal, que titulan pomposamente:
"Cara al Sol" ("Culo al aire", la
bauticé yo) me dedican una columna con terribilísimos
insultos que se reducen a decir que tengo cara de guardia
de consumos, en la foto que se publicó; que hablo
mucho y que fui Alcalde de Gijón por la gracia
de Peña y Belarmino Tomás. No me encuentran
otras faltas; lo siento. Yo creí que me tenían
por hombre terrible... ¡Pero ya lo ves: cara de
guardia de consumos...! Publicaron una hojucha culpando
a los asturianos rojos de haber asesinado al Obispo de
Oviedo. Aproveché la ocasión para acusarles
a ellos del "accidente automovilista" en que
murió, por oponerse a los desmanes y violaciones
de las fuerzas moras y del Tercio. Invité públicamente
a los católicos norteamericanos a nombrar una comisión
para comprobar cómo murió el obispo de Oviedo
en territorio fascista.
En
"CNT" de Madrid, llegada aquí, me enteré
de la muerte de mi amigo Luis Zugadi, que salió
de Nueva York después de la sublevación
militar. Tiene aquí su compañera y un hermano,
anarquistas los dos, que no se han enterado todavía.
Me
encuentro con muchos gijoneses que me preguntan por sus
familiares; uno de ellos resultó ser el hermano
de Víctor, "el de la Braña".
Los gallegos también me asedian a preguntas...
La mayoría de los días parece que no salí
de España, que estoy en una reunión de nuestra
Casa del Pueblo, muy lejos de Nueva York. El domingo pasado
estuve en un centro minero de carbón, en el estado
de Pensilvania. Era un triste paisaje, feo y sucio; eso
que alguna belleza le daba la nieve. Los mineros son polacos
y españoles; pero hay mucha crisis de trabajo.
En uno de estos pueblos mineros, Mount Carmel, de 20.000
habitantes, hay 37 iglesias; en esta proporción,
en Gijón debía haber 180...
No
estoy a gusto aquí, pues no puedo sustraer la imaginación
de la guerra de mi patria. Todo este movimiento, la vida
agitadísima de Nueva York me ofende; pienso en
la catástrofe que cayó sobre España,
en los amigos que cayeron y siguen cayendo, en las ciudades
bombardeadas... Me acuerdo de los compañeros de
Asturias y me parece que no tengo derecho a estar tranquilo
y menos a estar, a veces, alegre.
Lo
que más me angustia es vuestra situación,
expuestos a ser asesinados por los fascistas en uno de
sus cobardes bombardeos aéreos. La primera noticia
que busco es la que se refiere a España para saber
si lanzaron bombas sobre Barcelona.
Espero
que a los chiquillos —Helios y Angelín—
nada les ocurrirá; es Amapolina la que más
me preocupa; tengo miedo por ella al ir y venir al Instituto.
Las
noticias que llegan hoy me han disgustado bastante. Tengo
esperanza en que el enemigo será detenido y derrotado,
pero mientras tanto pasa uno muy malos ratos.
Pienso
continuamente en ti, en la terrible situación por
que pasas y quisiera poder tenerte en otro pueblo más
tranquilo, donde los niños no corriesen tanto peligro,
aunque dejasen de estudiar. Primero es la vida... —
Avelino
Nueva York, 10 de marzo de 1938.»
Muerte,
necrológicas y recuerdos póstumos.
Murieron
víctimas de accidente automovilístico Avelino
G. Mallada y Edilberto Segura, el 27 de marzo de 1938.
Fernando de los Ríos, embajador de la república
española en Estados Unidos, en un artículo
publicado por Cultura Proletaria, de Nueva York, dedicado
a la muerte de Mallada y del que sólo conservamos
un pequeño recorte, decía:
“No
es nuestra habitual costumbre conmemorar fechas ni hacer
resaltar aquellas características, bondades, sacrificios
y capacidades de nuestros compañeros activos en
la causa o sacrificados por ella... Murió (Avelino)
porque el automóvil donde viajaba tenía
que ir a una enorme velocidad para llegar a tiempo donde
debía llegar en jira de propaganda pro pueblo español,
y porque tenía que viajar noche y día...”
“Ha
muerto González Mallada. Hasta el último
momento ha cumplido su deber antifascista y revolucionario.”
“Nueva
York, 28. — Comunican de Woodstock (Virginia), que
el antiguo alcalde de Gijón, Avelino González
Mallada, ha muerto en un accidente de automóvil,
cuando se trasladaba a California para tomar parte en
una serie de actos de propaganda en favor de la España
republicana. — Fabra.
El
laconismo de la noticia telegráfica hace más
hondo el dolor que nos produce. Avelino González
Mallada, el bravo luchador y excelente compañero
que militaba en las filas de nuestra Organización,
nos ha abandonado para siempre.
Según
el comunicado de Woodstock (Virginia), González
Mallada ha muerto en un accidente de automóvil,
cuando se trasladaba a California para tomar parte en
una serie de actos de propaganda en favor de la España
antifascista, enviado especialmente por S. I. A.
La
pérdida representa un grave contratiempo para el
movimiento antifascista; pero para nuestra Organización
en particular, representa, además, la desaparición
de un poco de nuestro espíritu, ya que González
Mallada era eso: parte integrante del espíritu
de lucha en favor de la causa de la Libertad y de la Justicia
sin disfraces ni atenuantes adulteraciones de la idea
inicial. Nuestro camarada era un luchador que no sabía
poner diques a sus ideales ni hacer concesiones que pudieran
significar el menor paso a retaguardia.
Desde
muy joven experimentó González Mallada la
necesidad de formar parte de esa legión de hombres
que se han impuesto la elevada misión de liberar
a los que sufren. Días de amargura y de triste
desconsuelo pasados entre los suyos, le enseñaron
que hay una parte de la Humanidad que gime bajo los dictados
de un régimen injusto y a los que hay que redimir,
aun a costa de la vida del que se constituye en paladín
de los necesitados. Por eso, nuestro compañero
vio desde su mocedad el lamentable realismo, y a pelear
contra él se lanzó con todo el ímpetu
de sus entusiasmos.
Al
declararse la guerra europea tenía nuestro camarada
poco menos de veinte años de edad. Los acontecimientos
que en el mundo empezaban a desarrollarse no podían
ser indiferentes a un hombre de su dinamismo, y por ello
salió de España para dirigirse a Francia,
donde permaneció hasta el final de la contienda.
Durante los cuatro años que duró ésta,
intervino muy activamente en las Organizaciones sindicales
del país vecino, y pasado el conflicto se reintegró
a España, residenciándose en Gijón,
donde se entregó de lleno a las actividades encaminadas
al logro de los postulados de la CNT.
En
Gijón, dirigió "Solidaridad Obrera",
semanario órgano de la Confederación Regional
asturiana y fue secretario de dicha entidad.
En ambos cargos hizo patente el compañero González
Mallada su entusiasmo por nuestra causa y su leal adhesión
a la misma. Asimismo le fue confiado el cargo de director
del periódico "CNT" en su primera época.
También aquí dejó nuestro amigo huellas
de su inteligencia y de su amor a la causa. — (Solidaridad
Obrera núm. 1.846)”
Otro
día de luto para el movimiento libertario.
La
Agencia Fabra comunica que Avelino González Mallada
ha muerto en los Estados Unidos, adonde recientemente
fue enviado por la F.A.I. para recabar auxilio a la España
antifascista.
Javier
Bueno, conmovido, nos ha dado esta mañana la noticia,
que acababa de recibir de la Agencia Fabra. Nos hemos
puesto inmediatamente en comunicación con el Comité
Peninsular de la F.A.I. No hemos logrado saber nada de
modo seguro respecto a la triste nueva. Pero sí
que es cierto que la Prensa extranjera publica algunos
telegramas en los que se da cuenta de la muerte de nuestro
compañero González Mallada, ex alcalde de
Gijón durante la guerra, primer director de este
diario, en el Estado de Virginia (Norteamérica),
a consecuencia de un accidente de automóvil sufrido
cuando se dirigía a California con objeto de tomar
parte en los actos de propaganda organizados en favor
de la España antifascista.
Pocas
noticias podían ser tan dolorosas para nosotros
como ésta. Quienes asumimos la responsabilidad
de hacer de C.N.T. expresión de la Organización
confederal, debemos al compañero muerto inolvidables
lecciones de ideología y de moralidad, de conducta
y de decisión revolucionaria. Con él convivimos
durante muchos meses, en años pasados, y principalmente
cuando en Madrid, al lado de Orobón Fernández
y de otros compañeros, defendía con el mayor
tesón la alianza de las dos Organizaciones obreras,
de la Confederación Nacional del Trabajo y de la
Unión General de Trabajadores, que acaba de convertirse
en realidad.
No
le amilanaba la situación de obrero sin trabajo,
en que se veía. Hombre de destierro, de cárcel,
de Sindicato, en la lucha había templado su espíritu,
y ante la adversidad redoblaba su fe y su entusiasmo,
puesto siempre al servicio de la clase trabajadora. Le
oímos defender nuestras ideas en el Ateneo de Madrid,
en la intimidad del grupo de compañeros o de hermanos,
en los Sindicatos, en las redacciones de los periódicos,
en los plenos de la F.A.I., en los lugares de trabajo.
Tuvimos pleno conocimiento de su amplia cultura de autodidacta.
Y en el orgullo de su sencillez y en la tenacidad de su
sacrificio pudimos medir su reciedumbre moral.
Era
uno de los primeros militantes del movimiento confederal
y anarquista de España, y por su relieve dentro
de nuestro país, su figura se proyectaba sobre
el proletariado extranjero. Era un discípulo
de Ricardo Mella, un exaltador del sentido de responsabilidad
que se advierte en toda la obra de Malatesta; un colaborador
de Quintanilla, un hombre íntegro que
conocía el valor social del trabajo y que había
entrevisto con emoción revolucionaria la era en
que los músculos y los cerebros queden libres de
la esclavitud y de la explotación...
Dondequiera
que se encontró supo aleccionar con su comportamiento.
Por eso alcanzó gran relieve durante su permanencia
en Francia, en Barcelona, en Madrid y en Asturias. Ha
sido aquí, en su tierra natal, donde más
ha luchado. Años y años de construcción
sindical, de huelgas, de discursos, de trabajos periodísticos,
de encarcelamientos, de intentonas revolucionarias en
pro del pueblo trabajador. A él, como al inolvidable
José María Martínez, se debe
en gran parte el tono anarcosindicalista que la vida gijonesa
adquirió para no perderlo jamás, cualquiera
que sea el dominio que sobre ella pese.
Comprendiéndolo
así, el proletariado gijonés le hizo alcalde
de la ciudad durante el movimiento de defensa contra la
facción. Allí estuvo nuestro compañero
hasta el último instante de resistencia.
Fue herido en la lucha, y apenas se repuso, volvió
a emprenderla de nuevo, con mayores bríos. Atendió
a la organización militar del proletariado asturiano,
a la solución de innumerables problemas de retaguardia,
al mantenimiento de la moral de sacrificio. Y cuando hubo
de abandonar aquellas tierras, cuando hace unos meses
vino a Madrid, nos visitó en la Redacción
y trabajó durante algún tiempo entre nosotros,
la voz se le quebraba de emoción en la garganta
y se convertían en dardos las palabras salidas
de su pluma cuando narraba la epopeya sin par del pueblo
asturiano.
Estando
aquí, fue llamado por el Comité Peninsular
de la F. A. I., desde Barcelona. Llegado allí,
se le notificó el acuerdo de que fuese a los Estados
Unidos para explicar claramente lo que significaba nuestra
lucha y para recabar las ayudas que necesitamos...
Aquí
en Barcelona quedaron su compañera y sus hijos...
Y él cae ahora lejos de nosotros, en tierras extrañas,
en el seno de un mundo que ríe de cara al placer
de vivir, mientras en nuestro país mueren millares
y millares de hombres, brillan como brasas los ojos sombríos
y se vierte la sangre en defensa de una causa tan grande
que no cabe en la estrechez de nuestras fronteras...
Ha
caído González Mallada cumpliendo su deber,
como pudo caer en Gijón o ante las puertas de Oviedo
o en cualquier otro lugar que le hubiese señalado
nuestra Organización. Y al perderlo, perdemos uno
de los militantes de la vieja guardia, uno de los hombres
que nos servían de guía, uno de los valores
más destacados de nuestro movimiento, uno de los
ejemplos más admirables de la clase trabajadora
española. Bastaría considerar esto para
que, aún omitiendo cuanto de fraternal había
entre Avelino y nosotros, la emoción nos hiciese
extraordinariamente penosa la tarea de escribir. No sabemos
cómo llevar nuestra pluma sobre las cuartillas.
Sólo sentimos, por encima de esta pena honda que
se abre como una sima en nuestro corazón, un deseo
de venganza, que nos impulsa a redoblar el esfuerzo y
la decisión en el trabajo y en el combate...”
(CNT - Madrid, 28 de marzo 1938)
Avelino
González Mallada ha muerto en la trinchera. Sus
últimos momentos de propagandista en Nueva York.
“Avelino
González Mallada, era un militante destacado del
anarquismo. Destacado por su talento, por su valentía,
por sus dotes de organización, por sus grandes
condiciones de propagandista libertario.
Ha
muerto en la brecha, cumpliendo su deber; el deber que
le había conferido la Organización. Los
obuses, las bombas de la aviación criminal, los
disparos de la ametralladora, no habían conseguido
hacer mella en él, a pesar que sobre Gijón
se prodigaron bárbara y profusamente.
Allí
en Gijón, desempeñó la Alcaldía
desde los primeros días del movimiento revolucionario,
y fue el último en abandonar la ciudad querida,
cuando ya toda resistencia era inútil.
Pero
por lamentable capricho del Destino, lo que no pudieron
contra él la metralla y las balas facciosas, lo
pudo, camino de California, en amplia y asfaltada carretera,
un accidente de automóvil.
Avelino
González Mallada, marchó a Norteamérica,
en funciones de propaganda, enviado por la Organización.
Del último acto que tomó parte en Royal
Windsor, en New York, publicamos una fotografía
que ha llegado a nuestro poder. Horas más tarde,
el gran compañero perdía la vida, cuando
viajaba, siguiendo la ruta de lucha y trabajo por la causa
del pueblo español antifascista.
Prensa
que de aquellas tierras viene, da cuenta del ambiente
que antes de su arribo a New York, había creado
contra él la clase capitalista norteamericana.
La Policía neoyorkina lo detuvo en el mismo instante
de su desembarco, reteniéndole casi una semana.
Ante
la estatua de la Libertad, Avelino González Mallada,
fue preso. Pero ni él, ni los compañeros
que allí le aguardaban, cedieron en su empeño
de llevar a conocimiento de las multitudes norteamericanas
la verdad de la España legítima y de defender
la actuación de las masas populares, vilipendiadas
por la Prensa fascista.
En
ese empeño, como en una trinchera, ha caído
para siempre. Deja, al morir, una doble herencia. Una,
espiritual, que es un libro inédito sobre la guerra
y la revolución en Asturias, que será editado
seguidamente por el compañero Luzbel Ruiz. Y otra
herencia viva, material, y que merece que nos fijemos
en ella para prestarle el calor honrado de la Organización
confederal. Nos referimos a su viuda, la compañera
Florentina Fernández y a sus hijos, menores de
edad, Avelino y Amapola, que, al perder al compañero
lo han perdido todo, porque nuestro héroe Avelino
González Mallada ha muerto en la pobreza y en la
plena dignidad de su vida honesta de siempre.” (Umbral
n.° 30, 9 de abril de 1938)
El
entierro de dos antifascistas, González Mallada
y Segura, sacrificados por la causa.
“Los
cadáveres estuvieron expuestos toda la semana en
los salones del local de la S.I.A., y durante día
y noche llegaron mensajes de condolencia de todas las
partes del país, así como numerosos cables
de distintos pueblos y organizaciones obreras de España.
Las
ofrendas florales habían sido detenidas hasta el
viernes, con el fin de permitir al público ver
los cuerpos de los infortunados amigos. Más tarde,
una verdadera invasión de coronas y ramos llenó
por completo el local, no pudiéndose materialmente
dar un paso. Para anotar aquí el nombre de todos
los organismos y personas que enviaron coronas, tendríamos
que llenar columnas. Baste saber, para dar una idea de
la cantidad de ofrendas que llegaron adornadas con lazos
y leyendas alusivas a los dos muertos, que llenaron seis
automóviles.
Imponente
manifestación de duelo.
A
la una de la tarde, tuvo la policía que mantener
el orden más riguroso para evitar aglomeraciones.
El tráfico quedó totalmente interrumpido
en varias cuadras alrededor del local, frente al cual,
en una y otra acera, esperaba impaciente enorme multitud
de personas que no se resignaban a ver salir los cadáveres
sin acercarse primero a ellos, y esperaba su turno para
entrar en el Centro Libertario. Fotógrafos y reporteros
de numerosos periódicos americanos iban y venían
en labor informativa. Entre la multitud veíanse
numerosas delegaciones de trabajadores españoles
que venían de lugares distintos del país,
y los automóviles ostentaban letreros con los nombres
de sus organizaciones.
El
entierro.
A
las dos de la tarde, bajaron los féretros en hombros
de grupos de miembros de las organizaciones a que pertenecían
los fallecidos, que se disputaban el honor de llevarlos.
Partió el cortejo fúnebre a pie a todo lo
largo de la Avenida A, torciendo por la Calle 14, hasta
la Avenida C, seguido de una gran manifestación
que iba formada de cuatro en fondo, escoltada por cordones
de policías. En la esquina de la Calle 14 y Avenida
C, fueron depositados los cadáveres en sus coches
mortuorios, siguiéndoles los automóviles
que por orden numérico se habían colocado
al borde de las aceras esperando su turno para marchar.
Cooperación
de la policía.
La
Comisión organizadora del entierro estaba sumamente
satisfecha de la cooperación que prestó
la policía, que desde muy temprano ofreció
sus servicios y ayudó a la organización
de la manifestación, dando facilidades a los comisionados
para llevar a cabo el acto. Delante de la caravana iba
un carro de policía abriendo camino y dando facilidades
de tráfico, por cuyo motivo, el largo recorrido
se pudo hacer sin ninguna interrupción, hasta llegar
al cementerio.
Una
cola de automóviles jamás vista.
No
se puede calcular con exactitud el número de automóviles
que asistieron al duelo, pero han asistido más
de 200 coches, formando una caravana que parecía
interminable.
Se
filmaron varios metros de cinta para agregarla a la película
que tienen del festival que a beneficio de España,
se celebró en el Royal Windsor el pasado mes de
febrero. En el cementerio también sacaron varias
instantáneas de los momentos más emocionantes
de la ceremonia.
González
despidió el duelo.
Al
borde de sus tumbas, que estaban juntas, fueron colocados
los dos féretros de Mallada y Segura. Antes de
proceder al enterramiento, habló el secretario
general de la Sección Española de la S.I.A.
en Nueva York, señor Francisco González,
quien, visiblemente emocionado, hizo una breve y sentida
apología de los dos compañeros desaparecidos;
dio las gracias a todos por el gesto solidario que significaba
la gran manifestación de duelo, y pidió
que por la memoria de los dos amigos y compañeros
que habían desaparecido, se olvidasen todas las
querellas y que estrechamente unidos se trabajase para
ayudar a la victoria del pueblo español, por cuya
finalidad lucharon sin descanso los camaradas Mallada
y Segura.» (Publicado en La Voz, de Nueva York)
Mensaje de pésame de la Regional de Asturias,
León y Palencia.
Fechada
el 30 de marzo, en Barcelona, y firmada por Silverio Tuñón,
secretario general —muerto en deportación
en los campos de exterminio de la Alemania nazi—,
la compañera e hijos de Mallada, recibieron una
carta transmitiéndoles el profundo dolor sentido
por la organización asturiana por una pérdida,
que significándolo todo para la familia, representaba
para la C.N.T. una desaparición que no podría
borrarse nunca.
Además
de trasladar el sentimiento apenado del Comité,
le participaban que el Pleno de militantes celebrado el
día anterior expresó su condolido sentimiento
por pérdida tan irreparable, ofreciendo a los familiares
de Avelino, en horas tan amargas y preñadas de
dolor, todo lo que la Regional puede y vale, formulando
el ruego de que no vacilaran en acudir a la Organización
cuando lo necesiten; sabiendo que se pondrán a
su disposición con la mayor alegría en prueba
del entrañable cariño hacia Mallada, que
todo lo dio por ella, llegando al sacrificio de la vida.