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Entre Repúblicas
El viaje a Rusia de un cenetista.


La muerte de Bonifacio Martín.


Por Jesús Ibáñez.

 

El general interroga a un prisionero:
-¿Cómo se llama usted?
-Bonifacio Martín.

-¿Vocal del Tribunal de Garantías?
-Sí, señor.
-¿Su misión aquí?
-La que me encomendó el Comité Militar Revolucionario de la Alianza Obrera.

El general comprende que está ante un hombre macho:
-A este “señor” me lo trinca usted bien y que vaya en cabeza de este grupo de paisanos, delante de nuestras fuerzas. Si a pesar de todo, los otros hacen resistencia, me le fusila usted en el acto.

* * *


Yo ordeno (¡qué dolor!):
-¡Fuego! ¡He dicho fuego! Caiga quien caiga...
Y el enemigo repliega y recoge sus muertos...

* * *

-¿Dice usted que se llama?...
-Bonifacio Martín.
-¡Póngase ahí!

Bonifacio miró al carcomido reloj de sol de la casona que estaba enfrente y murmuró, dirigiéndose a su compañero:
¡Las doce!...
Y se estiraron sus sesenta años:
-¡U.H.P.! ¡Viva el socialismo!
La descarga le hizo doblar sobre las rodillas. Y se desplomó sobre la frente... Y se retorcieron sus brazos, atados a la espalda. Y se sacudió todo su cuerpo.
Debió sentir una fuerte presión en el cerebro. Y un agradable calorcillo de fiebre. Y una sensación de completo reposo... Debió notar un rayo de luz. Y ver pasar, a mayor velocidad que la luz misma, cuarenta años de lucha y sacrificios por la causa del socialismo:
“Hace cuarenta años... Proyecto de estatutos... Considerando que esta sociedad es injusta...
“Hace treinta años... Toma, Toño, te lo regalo para que estudies... Vosotros, los jóvenes... Yo...
“Y, ahora... Mira, José María... Mira, Martínez... Hasta ahora, parecíamos enemigos... Pero, ahora... ¡Qué contento estoy! UGT, CNT... Partido Socialista... ¡Y hasta los comunistas!... Todos unidos...: ¡Buena se la hemos “armao”!... ¡La Alianza Obrera y la Plataforma!


Hoy no vamos más allá de “eso”... ¡Mañana llegaremos juntos a la meta final, común!

“Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa... ¡Compañeros! ¡Hoy hemos echado los cimientos de la verdadera unidad de la clase trabajadora en España! Y, ahora, que venga lo que quiera... Si hay que “palmar”... ¡Se “palma”!

La pistola del oficial cortó el hilo del recuerdo de una idea sublime. Y la vida se apagó para siempre. Pero la pistola del oficial dio a Asturias, a España, a la República, su primer héroe: ¡Bonifacio Martín!

¡Y no tuvo tiempo para arrepentirse! ¡Eran ya las doce!...