Manifiesto
del PCE en apoyo del Frente Popular
en las elecciones de Febrero de 1936.
Llamamiento del Comité Central del Partido
Comunista.
¡Por
el triunfo del Bloque Popular!
¡A luchar y a vencer!
¡A los obreros, campesinos y antifascistas!
¡Al pueblo laborioso!
Estamos
en presencia de una jornada histórica. Sólo
unos días nos separan del 16 de febrero, fecha
en la cual que va a librarse una gran batalla, de cuyo
resultado depende el porvenir del pueblo que trabaja y
sufre, de las masas que buscan con ansia su liberación.
Son éstos unos momentos tan importantes en la historia
del movimiento popular de España, que el triunfo
en las urnas va a representar un paso decisivo hacia la
liquidación de un período de sangrienta
dominación y de represión cruel, hacia la
liquidación de la esclavitud y del hambre que el
pueblo laborioso padece, si la victoria es conseguida
por las fuerzas de la libertad y del progreso, agrupadas
en el Bloque Popular y dirigidas por el proletariado revolucionario
que, de salir triunfantes las fuerzas negras,
que representan los verdugos de la Ceda y los monárquicos,
significaría la bárbara acentuación
de una política vengativa y rencorosa, de una política
de exterminio y de hambre, como la que durante dos años
ha asolado a la España popular, que ha
robado el pan a las masas explotadas, que ha hundido en
la más negra miseria a los trabajadores del campo,
que ha sepultado en presidio a los mejores hijos del pueblo.
Esta política de ferocidad que ha estremecido de
horror, por su terrible inhumanidad, en Octubre al mundo
civilizado. Política de pandillas reaccionarias
inmorales, que ha lanzado a la desesperación y
a la ruina a los modestos empleados, a los modestos comerciantes
e industriales, y que ha borrado toda perspectiva de vida
noble a la joven generación española. Esa
política, representativa de las castas retrógradas
que pretenden barrer hasta los últimos vestigios
de democracia y que no se detienen en sus intenciones
de destruir la República como régimen que
el pueblo trabajador conquistó, para clavar sobre
su cuerpo la espuela infamante de la dictadura fascista,
de la orgía desenfrenada, de la expoliación,
realizada por terratenientes y banqueros, por la Iglesia
y por los caciques monárquicos.
¡Las
elecciones del 16 de febrero no son unas elecciones ordinarias!
Y
no lo son, porque el resultado de estas elecciones va
a tener, como inmediata consecuencia, abrir amplios cauces
a la libertad y a la democracia, o la victoria de la dictadura
vaticano-fascista; la victoria de las fuerzas
que representan la revolución democrática,
las fuerzas del progreso y del bienestar del pueblo, o
el triunfo de la contrarrevolución más abyecta.
Es este un dilema inexorable que no admite términos
medios.
Nuestros
esfuerzos para crear el Bloque Popular han sido coronados
por el éxito.
El
Partido Comunista ha propugnado desde hace un año,
con tesonera insistencia, la imperiosa necesidad de construir
un arrollador movimiento de izquierdas, en el
que formaran, al lado de las fuerzas proletarias, al lado
de los obreros y campesinos, los republicanos de izquierda,
los hombres amigos del pueblo y de sus libertades. Un
movimiento potente e invencible, capaz de aniquilar hasta
el fin a las fuerzas odiosas del Bloque de Octubre y de
hacer imposible su resurgimiento. Un movimiento que, expresado
en las Alianzas Obreras y Campesinas y en los Bloques
Populares, barra el pasado reciente y abra anchos horizontes
a las aspiraciones proletarias.
Y
hoy contemplamos, con alegría revolucionaria, que
nuestra idea y nuestros esfuerzos se han convertido en
hermosa realidad. Una realidad que promete conducir al
pueblo laborioso de España por la senda de su emancipación.
El
Bloque Popular debe vencer en esta lucha.
Debe
vencer, porque de nuestra voluntad y de nuestra conciencia
de clase tiran las manos, crispadas por penosos sufrimientos,
de los 30.000 prisioneros de Octubre.
Debe vencer, porque así lo esperan, sumidos en
la horrible agonía de las horas de capilla, el
centenar de proletarios condenados al garrote vil,
para que se ponga término a su torturante duda
con el rápido indulto. Debe vencer, porque este
triunfo abrirá los cauces para que consigan pan
los millares y millares de familias obreras, víctimas
del hambre por las represalias patronales en Octubre,
y será el trabajo o el subsidio para el
millón de hambrientos a causa del paro forzoso.
Debe vencer el Bloque Popular, porque ello significará
la reivindicación de la memoria de los héroes
y mártires del glorioso Octubre y la reparación
a la familia de las víctimas de la terrible represión
de Asturias, León, Vizcaya, etc. Y es necesaria
esta victoria, porque del Bloque Popular esperan los pueblos
de Cataluña, Euzkadi, Galicia y Marruecos justa
satisfacción a sus deseos de liberación
y, todo el país, un mejoramiento de su situación
política y económica.
En
alto el programa del Bloque Popular, cuya bandera es irresistible
y hace temblar a la España reaccionaria.
El
programa elaborado por las fuerzas que integran el Bloque
Popular no es nuestro programa totalitario. No. Ese programa
es sólo la parte mínima de las amplias aspiraciones
de las masas trabajadoras y antifascistas. Refleja el
principio de la reconquista de las reivindicaciones perdidas,
y señala el comienzo de un avance hacia las justas
aspiraciones proletarias. Declaramos que el Partido Comunista
va a luchar con fe y entusiasmo por el total cumplimiento
del programa que ha contribuido a elaborar en el seno
del Bloque Popular. Pero declaramos también que
no hemos de ocultar ni velar nuestras intenciones. Los
comunistas aspiramos a la realización de un programa
más avanzado, del programa integral de la revolución
democráticoburguesa, y, bajo la hegemonía
del proletariado, transformarla en revolución socialista.
Pero
el Partido Comunista conoce la etapa histórica
que nos incumbe recorrer, y sabe que, para dar cumplimiento
a las tareas esenciales de la revolución democráticoburguesa
para arrancar hasta las raíces del peligro de un
retorno al 19 de noviembre de 1933, es preciso actuar
a fondo en el problema de la tierra, sin cuya solución
radical y revolucionaria no hay posibilidad de un régimen
democrático.
Luchamos
porque la tierra sea de quien la trabaja.
Queremos
y luchamos porque sean expropiadas sin indemnización
las tierras de señorío, de los ex nobles,
de los grandes terratenientes, de la Iglesia y de las
órdenes religiosas, y que las tierras expropiadas
sean entregadas inmediata y gratuitamente a los obreros
agrícolas y a los campesinos pobres para
que la trabajen individual o colectivamente, según
decidan libremente.
Luchamos
por el derecho de los pueblos a disponer de sí
mismos.
Queremos
acabar con ominosa opresión del Poder Central en
Cataluña, Euzkadi, Galicia y Marruecos, y dar a
estos pueblos plena libertad a su vida política,
económica, en el uso de su idioma, en el desarrollo
de su cultura y en su derecho a la autodeterminación.
Luchamos
por democratizar al Ejército.
Queremos
reparar la obra nefasta de Gil Robles y demás fascistas
en el ministerio de la Guerra; porque se repongan en los
mandos a los republicanos probados y demócratas,
eliminando a los enemigos declarados del pueblo, a los
monárquicos y a los fascistas. Por los
derechos democráticos de los soldados.
Luchamos
por la disolución y desarme de las bandas y organizaciones
fascistas y monárquicas.
Queremos
acabar con esas madrigueras de criminales y pistoleros
a sueldo, con los antros de conspiración que organizan
el asalto a las libertades populares con el propósito
de instaurar una dictadura sangrienta. Luchamos por el
desarme y disolución de las organizaciones monárquicas
y fascistas, por la clausura de sus centros y clubs, y
por la confiscación de sus propiedades y bienes.
Luchamos
por el pan y el trabajo para los parados.
Queremos
poner fin a la criminal ofensiva del hambre, desencadenada
por la burguesía fascista y reaccionaria; obligar
al estado y a los patronos a dar trabajo o subsidio a
los parados y un censo de parados e iniciación
inmediata de obras de utilidad pública para absorber
el paro forzoso.
Luchamos
por el derecho de reunión, plena libertad de Prensa,
de manifestación y de huelga.
Queremos
dar al pueblo laborioso sus más indeclinables derechos
democráticos, acabando con la vergüenza de
la mordaza y de la clausura de sus centros y con la constante
persecución de sus militantes revolucionarios.
Luchamos
por la igualdad de derechos políticos y sociales
para la mujer y para la juventud obrera.
Queremos
poner término a esa infame diferenciación
de sexos y edades con que se encubre la más vil
explotación. Nuestra consigna es: a trabajo igual,
salario igual. Plenos derechos políticos desde
los dieciocho años.
Luchamos
contra la guerra.
Queremos
que España entre en el concierto de los pueblos
que quieren la paz, a cuya cabeza está la Unión
Soviética. Luchamos por la solidaridad y la defensa
del pueblo etíope, avasallado por el imperialismo
fascista de Italia. Luchamos contra los preparativos de
una nueva matanza mundial y por la defensa de la URSS,
patria socialista de los trabajadores del mundo.
Luchamos
por los Soviets, por la dictadura del proletariado.
Queremos
derrumbar, hundir definitivamente el régimen de
explotación y de miseria, levantando sobre sus
ruinas la sociedad socialista. Queremos hacer feliz y
dichosa a la Humanidad en una sociedad donde los obreros
y los campesinos en el poder sean la garantía de
su propio bienestar, realizando la unión invencible
de nuestros hermanos de la Unión Soviética,
que, bajo la genial dirección del más grande
discípulo de Lenin, Stalin, conducen a los constructores
del nuevo mundo a las más gloriosas cumbres.
Por
todo esto luchamos y lucharemos los comunistas dentro
del Parlamento y fuera de él.
Y
es con nuestra fisonomía de comunistas, de bolcheviques,
con la cual hemos declarado, y hoy lo ratificamos, que
hemos de marchar unidos a quienes prefieren la luz de
la libertad y el progreso a la negra y sangrienta noche
del fascismo. Porque en estos momentos, la mejor forma
de luchar por el socialismo es marchar en apretado haz
todas las fuerzas populares contra la reacción
y el fascismo, que es el enemigo de todos y el obstáculo
fundamental para el desarrollo de la Humanidad liberada.
El
Bloque Popular debe de continuar después de las
elecciones.
Esbozadas
quedan algunas de las tareas fundamentales de la revolución
democráticoburguesa. Estas no se cumplen con el
triunfo del día 16, sino que se inician. Por eso
somos fervientes partidarios de la continuidad de los
Bloques Populares en todo el país después
de las elecciones. Dar por finalizada su misión
el día 16, significaría un gravísimo
peligro para nuestros compromisos, para la realización
del programa concertado, y nos multiplicaría los
obstáculos para llevar a cabo la obra común:
la desarticulación del poderío económicopolítico
de la reacción y el fascismo en España,
y sería más penoso el camino a recorrer
por el proletariado y los campesinos en su marcha hacia
la consecución de sus definitivas aspiraciones.
El
16 de febrero no puede ser la fecha tope para el frente
de izquierdas, sino ruta amplísima hacia el cumplimiento
de cuanto el pueblo laborioso espera del Bloque Popular.
Los Bloques Populares, cuyas fuerzas populares
deben ser los obreros y campesinos y sus organizaciones,
deben continuar y ampliarse después de las elecciones,
y ser los portavoces y los realizadores del programa y
de las reivindicaciones de la revolución democráticoburguesa.
De ahí nuestra consigna: ANTES Y
DESPUÉS DE LAS ELECCIONES, NI UN PUEBLO, NI UNA
ALDEA SIN ALIANZAS OBRERAS Y CAMPESINAS, SIN BLOQUE POPULAR.
¡Adelante
en este camino! Las fuerzas proletarias deben ser la vanguardia
permanente en el cumplimiento del pacto acordado. Sus
fuerzas unidas en la acción, concentradas en las
Alianzas Obreras y Campesinas, deben ser los pilares en
que descanse ese poderoso movimiento de todos los antifascistas
unidos.
Comunistas
y socialistas así lo hemos entendido. También
la mayoría de nuestros hermanos anarquistas y de
la CNT se disponen a cumplir con su deber de clase. La
experiencia les ha hecho aprender sobre su propia carne
a quién beneficia la “abstención”,
y pasan, y deben de pasar aún más por encima
de los que quieren desviarles de su camino de clase. Saludamos
llenos de júbilo, la decisión de esos camaradas
anarquistas como condenamos con vigor a los “abstencionistas”.
Ellos van a reforzar las filas del Bloque Popular, van
a ocupar puestos de vanguardia en la lucha del 16 de Febrero.
¡Unidos
somos invencibles!
¡No
debilitemos en lo más mínimo la organización!
De nada servirá el entusiasmo si éste no
está expresado de forma orgánica. Frente
a los poderosos enemigos que tenemos que vencer, sólo
un arma es eficaz: la acción común, el frente
único proletario, la organización de todo
el pueblo laborioso en Bloques Populares.
¡Camaradas!
A través de la agitación y organización
de la campaña electoral, millares de nuevos soldados
de la Revolución deben engrosar las filas del Partido
Comunista.
¡Obreros
antifascistas: Por la victoria!
¡Contra la reacción y el fascismo! ¡Por
el triunfo del Bloque Popular!
¡Adelante! ¡Todos a una, el día 16,
a rescatar para el pueblo lo que sólo al pueblo
pertenece!
¡Viva el frente único proletario! ¡Viva
el Bloque Popular antifascista!
¡Viva el Partido Comunista!
Comité
Central del Partido Comunista.
EL
PARTIDO COMUNISTA UTILIZA EL PARLAMENTO COMO UNA TRIBUNA
REVOLUCIONARIA. LOS DIPUTADOS COMUNISTAS SON SOLDADOS
DE LA REVOLUCIÓN QUE SE DEDICAN POR ENTERO A LOS
DICTADOS DEL PROLETARIADO Y DE SU PARTIDO.
TODOS
LOS CAMARADAS DESIGNADOS CANDIDATOS HAN FIRMADO EN BLANCO
LA RENUNCIA AL CARGO DE DIPUTADO, ACTO QUE SIGNIFICA PONER
SU CARGO A DISPOSICIÓN DEL PARTIDO.
Imprenta
“Lucha Obrera”. C/ Galileo, 14. Madrid.