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Crítica republicana a la II República
Hildegart escribe sobre sus cuatro años
de militancia socialista (XIII).


Doctrina muerta antes de nacer.

Por Hildegart.



Ha vuelto a ponerse sobre el tapete de la actualidad, con la figura de Kerensky, el triunfo o fracaso de la tónica socialista.
Se ha repetido estos días en todos los tonos que, considerada como fatal e inevitable la bancarrota del capitalismo, la implantación del régimen socialista constituye etapa inmutable del ciclo que habrá de recorrer la Humanidad. Se ha dicho, para dar mayores visos de verosimilitud, que el socialismo está ya virtualmente implantado, y que es un hecho, y nos será posible luchar contra palabras o teorías, pero no contra los hechos. Y creemos interesante salir al paso de esta afirmación por lo que ella envuelve de equívoca para la masa trabajadora española, ya que frente a ella nosotros hemos mantenido y mantenemos la nuestra de fracaso del marxismo y muerte total de los principios socialistas, que no quiere decir de los partidos, aunque éstos se resientan precisamente por falta de contenido ideológico inspirador.

Creemos nosotros, y en ello estarán de acuerdo buena parte de los que nos lean, que se acabó ya el régimen individualista en el sentido feudal de encumbramiento de unos por encima de los hombros de la colectividad complaciente. Que viene el triunfo del principio colectivista, no en el sentido estatal del término, sino en cuanto tiene de fuerza motora, como que sólo permitirá la elevación y encumbramiento a las aristarquías, nuevas aristocracias eugénicas y eugenésicas (inteligentes y sanas) que sobrepasen el nivel medio, ya que nosotros no podemos entender por democracia el cortar cuantas cabezas surjan por encima del nivel.

Adulteración del socialismo.

Pero, ¿podemos afirmar que esto signifique el triunfo de los principios socialistas? No. La adulteración visible del programa económico marxista que es norma hoy de estos partidos políticos nos permite negarlo rotundamente y afirmar, por el contrario, que en este proceso de ósmosis y endósmosis con la burguesía va despojándose el socialismo de lo que constituía eje y médula central de su actuación revolucionaria y convirtiéndose en un partido burgués más, y por ello mismo, en un partido inútil, instrumento ineficaz. Porque existe en cada nación una ideología determinada que aconseja el clima, las condiciones del terreno, de la producción, de las costumbres, y en torno a la cual se inspiran y giran todos los partidos. Tal sucede en España con el federalismo, insustituible en nosotros por todas las razones antedichas, y que ha formado con justicia y sigue formando la base programática de los demás partidos, de suerte tal que en España todos los republicanos son federales en el amplio contenido del término, y es el federalismo, en cuanto tiene de exaltación de la individualidad, la base de ese tronco anarquista de ideología tan fuertemente enraizada en la contextura ideológica del ciudadano español. Por ello, el partido socialista, como partido burgués, es completamente inútil, instrumento ineficaz, ya que es uno más en las divisiones que las ambiciones personales, que no las diferencias de ideología, forjan a diario en las huestes políticas. ¿Y podrá alguien negar que este proceso de adulteración de la solera socialista no se ha operado y se sigue operando en cuantos países cobijan en su seno partidos políticos de este colorido social? ¿Es que el hecho de colaborar –precisamente por ser una fuerza en formación, no hecha aún totalmente para tomar en sus manos y por sí la totalidad del poder político –como los demás partidos burgueses no contribuye a su adulteración? La fuerza burguesa republicana suele necesitar siempre del concurso de la fuerza obrera socialista en tanto ésta es –como hasta ahora lo ha sido y sigue siendo, donde aún no se ha ensayado por lo tardío de su desarrollo- árbol joven, aún no granado totalmente, y que no ofrece aún la sabrosa madurez de los frutos. Es entonces el injerto de sangre joven, el garantizar la prolongación por unos años de existencia de la vida harto efímera de las fuerzas republicanas cuando éstas se obstinan en mantener alejadas sus realizaciones de un fuerte contenido social indispensable.

Panorama internacional.

Y así sucede que mientras en un lado, y siguiendo las fuerzas raciales siempre supremas el conjuro de las circunstancias políticas, a veces tanto o más decisivas, fracasan inicialmente en Rusia y dan el poder a la fracción marxista revolucionaria, incapaz a su vez de implantar el tipo comunista estatal, creando tan solo un capitalismo de estado, y de destruir las clases sociales forjando un estado de opresión ejercido por la clase antaño oprimida; en Alemania conviértese en la socialdemocracia, que se niega a toda alianza con los demás frentes del proletariado, que vota a Hindemburg y constituye, en suma, la línea de defensa, última trinchera aparentemente avanzada y rebelde dentro del conservadurismo capitalista de la república alemana; en Bélgica son partidos gubernamentales, con cuyos hombres se cuenta en un momento de peligro para los intereses capitalistas, no para aprovecharse de estas circunstancias para destruirlo e implantar un nuevo tipo de economía, sino para apuntalarlo y favorecerlo; en Inglaterra, donde laboristas y tradeunions defienden el principio del nacionalismo británico y de los altos intereses financieros y capitalistas, cuando hasta sus mismo defensores, los economistas burgueses, como sir Austen Chamberlain, abandonan, que es tanto como declararse vencidos, su defensa; en Francia, donde, aun pese al alejamiento del gobierno, en que les ha mantenido, de un lado, su inicial fracaso a raíz de la guerra, y de otro, la repulsa continuada de los partidos republicanos, son, no las fuerzas de choque revolucionarias, sino los frenos a los ímpetus rebeldes, que han convertido buena parte de los núcleos obreros franceses en humildes servidores de la burguesía, acabando en ellos con la doctrina que dicen mantener como insustituible en la lucha de clases; y entre nosotros, donde necesidades de gobierno, cumplidas precisamente en el momento de su inicial floración, cuando mejor savia pudieron dar a los sectores republicanos, han contribuido a su desprestigio y su anulación ante la opinión pública, autorizando bárbaras represiones, estados de injusticia social y de prevención militarista. Partido que viene a la vida pública antes de nacer a ella, parto prematuro el suyo, que hace que la humanidad, relegándolo al olvido de un partido burgués más, pase por encima de él y mire más allá, hacia las posibilidades federales revolucionarias de la marcha o avanzada sindicalista. No está virtualmente impuesto el socialismo. No ha nacido aún a la vida por sí. Arrastra su existencia de árbol utilizado para injertos sociales al tronco carcomido de la burguesía, sin darse cuenta de que en ello se ha inutilizado y ha firmado su sentencia de muerte. Por eso, hablar de Kerensky en España provoca una sonrisa de compasión, y por eso los periódicos españoles, como los de casi todo el mundo, periódicos burgueses y de empresas, pueden incluir en sus titulares elecciones como las de ayer u otras cualesquiera, y pese a tratarse de repúblicas conservadoras, y aun de monarquías, el número de puestos conquistados por los partidos “gubernamentales”, entre los que figuran en primer lugar, y como aparente desquite a su inferioridad moral, los partidos socialistas.