Doctrina
muerta antes de nacer.
Por
Hildegart.
Ha vuelto a ponerse sobre el tapete de la actualidad,
con la figura de Kerensky, el triunfo o fracaso de la
tónica socialista. Se ha repetido estos
días en todos los tonos que, considerada como fatal
e inevitable la bancarrota del capitalismo, la implantación
del régimen socialista constituye etapa inmutable
del ciclo que habrá de recorrer la Humanidad. Se
ha dicho, para dar mayores visos de verosimilitud, que
el socialismo está ya virtualmente implantado,
y que es un hecho, y nos será posible luchar contra
palabras o teorías, pero no contra los hechos.
Y creemos interesante salir al paso de esta afirmación
por lo que ella envuelve de equívoca para la masa
trabajadora española, ya que frente a ella nosotros
hemos mantenido y mantenemos la nuestra de fracaso del
marxismo y muerte total de los principios socialistas,
que no quiere decir de los partidos, aunque éstos
se resientan precisamente por falta de contenido ideológico
inspirador.
Creemos nosotros,
y en ello estarán de acuerdo buena parte de los
que nos lean, que se acabó ya el régimen
individualista en el sentido feudal de encumbramiento
de unos por encima de los hombros de la colectividad complaciente.
Que viene el triunfo del principio colectivista, no en
el sentido estatal del término, sino en cuanto
tiene de fuerza motora, como que sólo permitirá
la elevación y encumbramiento a las aristarquías,
nuevas aristocracias eugénicas y eugenésicas
(inteligentes y sanas) que sobrepasen el nivel medio,
ya que nosotros no podemos entender por democracia el
cortar cuantas cabezas surjan por encima del nivel.
Adulteración
del socialismo.
Pero, ¿podemos
afirmar que esto signifique el triunfo de los principios
socialistas? No. La adulteración visible del programa
económico marxista que es norma hoy de estos partidos
políticos nos permite negarlo rotundamente y afirmar,
por el contrario, que en este proceso de ósmosis
y endósmosis con la burguesía va despojándose
el socialismo de lo que constituía eje y médula
central de su actuación revolucionaria y convirtiéndose
en un partido burgués más, y por
ello mismo, en un partido inútil, instrumento ineficaz.
Porque existe en cada nación una ideología
determinada que aconseja el clima, las condiciones del
terreno, de la producción, de las costumbres, y
en torno a la cual se inspiran y giran todos los partidos.
Tal sucede en España con el federalismo,
insustituible en nosotros por todas las razones antedichas,
y que ha formado con justicia y sigue formando la base
programática de los demás partidos, de suerte
tal que en España todos los republicanos son federales
en el amplio contenido del término, y es el federalismo,
en cuanto tiene de exaltación de la individualidad,
la base de ese tronco anarquista de ideología tan
fuertemente enraizada en la contextura ideológica
del ciudadano español. Por ello, el partido socialista,
como partido burgués, es completamente inútil,
instrumento ineficaz, ya que es uno más en las
divisiones que las ambiciones personales, que no las diferencias
de ideología, forjan a diario en las huestes políticas.
¿Y podrá alguien negar que este
proceso de adulteración de la solera socialista
no se ha operado y se sigue operando en cuantos países
cobijan en su seno partidos políticos de este colorido
social? ¿Es que el hecho de colaborar
–precisamente por ser una fuerza en formación,
no hecha aún totalmente para tomar en sus manos
y por sí la totalidad del poder político
–como los demás partidos burgueses no contribuye
a su adulteración? La fuerza burguesa republicana
suele necesitar siempre del concurso de la fuerza obrera
socialista en tanto ésta es –como
hasta ahora lo ha sido y sigue siendo, donde aún
no se ha ensayado por lo tardío de su desarrollo-
árbol joven, aún no granado totalmente,
y que no ofrece aún la sabrosa madurez de los frutos.
Es entonces el injerto de sangre joven, el garantizar
la prolongación por unos años de existencia
de la vida harto efímera de las fuerzas republicanas
cuando éstas se obstinan en mantener alejadas sus
realizaciones de un fuerte contenido social indispensable.
Panorama
internacional.
Y así
sucede que mientras en un lado, y siguiendo las fuerzas
raciales siempre supremas el conjuro de las circunstancias
políticas, a veces tanto o más decisivas,
fracasan inicialmente en Rusia y dan el poder
a la fracción marxista revolucionaria, incapaz
a su vez de implantar el tipo comunista estatal, creando
tan solo un capitalismo de estado, y de destruir las clases
sociales forjando un estado de opresión ejercido
por la clase antaño oprimida; en Alemania
conviértese en la socialdemocracia, que
se niega a toda alianza con los demás frentes del
proletariado, que vota a Hindemburg y constituye, en suma,
la línea de defensa, última trinchera aparentemente
avanzada y rebelde dentro del conservadurismo capitalista
de la república alemana; en Bélgica
son partidos gubernamentales, con cuyos hombres se cuenta
en un momento de peligro para los intereses capitalistas,
no para aprovecharse de estas circunstancias para destruirlo
e implantar un nuevo tipo de economía, sino para
apuntalarlo y favorecerlo; en Inglaterra,
donde laboristas y tradeunions defienden el principio
del nacionalismo británico y de los altos intereses
financieros y capitalistas, cuando hasta sus mismo defensores,
los economistas burgueses, como sir Austen Chamberlain,
abandonan, que es tanto como declararse vencidos, su defensa;
en Francia, donde, aun pese al alejamiento
del gobierno, en que les ha mantenido, de un lado, su
inicial fracaso a raíz de la guerra, y de otro,
la repulsa continuada de los partidos republicanos, son,
no las fuerzas de choque revolucionarias, sino los frenos
a los ímpetus rebeldes, que han convertido buena
parte de los núcleos obreros franceses en humildes
servidores de la burguesía, acabando en ellos con
la doctrina que dicen mantener como insustituible en la
lucha de clases; y entre nosotros, donde necesidades
de gobierno, cumplidas precisamente en el momento de su
inicial floración, cuando mejor savia pudieron
dar a los sectores republicanos, han contribuido a su
desprestigio y su anulación ante la opinión
pública, autorizando bárbaras represiones,
estados de injusticia social y de prevención militarista.
Partido que viene a la vida pública antes de nacer
a ella, parto prematuro el suyo, que hace que la humanidad,
relegándolo al olvido de un partido burgués
más, pase por encima de él y mire más
allá, hacia las posibilidades federales revolucionarias
de la marcha o avanzada sindicalista. No está virtualmente
impuesto el socialismo. No ha nacido aún a la vida
por sí. Arrastra su existencia de árbol
utilizado para injertos sociales al tronco carcomido de
la burguesía, sin darse cuenta de que en ello se
ha inutilizado y ha firmado su sentencia de muerte. Por
eso, hablar de Kerensky en España provoca una sonrisa
de compasión, y por eso los periódicos españoles,
como los de casi todo el mundo, periódicos
burgueses y de empresas, pueden incluir en sus
titulares elecciones como las de ayer u otras cualesquiera,
y pese a tratarse de repúblicas conservadoras,
y aun de monarquías, el número de puestos
conquistados por los partidos “gubernamentales”,
entre los que figuran en primer lugar, y como aparente
desquite a su inferioridad moral, los partidos socialistas.