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Crítica republicana a la II República
Hildegart escribe sobre sus cuatro años
de militancia socialista (XI).

Ante el Primero de Mayo. Los trucos del socialismo.

Por Hildegart.


Segundo año de República. Tercer Primero de Mayo que se celebra bajo el régimen republicano. Y en éste, como en el anterior, los directivos de las sociedades de la Casa del Pueblo renuncian a la manifestación, que fue práctica tradicional en las organizaciones ugetistas. ¿Qué ha sucedido? Un síntoma más de la realidad de las frases de Azaña. Temen, sin duda, los directivos socialistas contar demasiado con la opinión pública, recibir pruebas en extremo vivas de entusiasmo. Y los fuertes siempre son generosos y perdonavidas. Renuncian a manifestar la pública expresión de su fortaleza. ¿No es eso, señores directivos de organizaciones domiciliadas en la Casa del Pueblo?

Sarcasmo.

Pero he aquí algo aún más pintoresco. Las peticiones que se hacen a los poderes públicos. ¿Qué habrá que pedir –se preguntará el lector ingenuo- a los dos años de República, con colaboración socialista en el Gobierno y en los municipios? Pues escuchad: “Rápida implantación de la reforma agraria”. Esta ley que nació muerta, y muerta sigue, sin que haya valido a darle vida la respiración artificial, inútilmente intentada, sarcasmo hiriente para los pobres campesinos que oyeron de labios de estos mismos gobernantes que la República les entregaría las tierras, y que hoy caen uno tras otro en defensa de su ideal cuando el hambre y la desesperación les fuerzan a un movimiento instintivo de protesta. Y tienen valor los socialistas, que saben todo esto, de pedir, no una revolución en el régimen agrario, no un cambio total y absoluto del feudal sistema de propiedad, sino la rápida implantación (volver a la vida) de este cadáver que bien pronto alejará con el hedor de los nuevos enchufes que en su seno cobija hasta los mismos que, creyéndolo carne fresca, se apresuraron a caer sobre él.

Persecución.

“La pronta aprobación de la Ley de Control Obrero, y el cumplimiento de la legislación social”. ¿Y sabéis qué quiere decir esta propuesta? Que se cumpla lo que más interesa a los directivos ugetistas y que por un poco, no de pudor, sino de cariño para con su propia piel, no se atreven a manifestar claramente: la harto famosa ley de Asociaciones, error de la República, todo libertad, todo respeto, para todas las tendencias, que condena a la ilegalidad, a la muerte civil y a la persecución autorizada por los delegados de Trabajo, harto más terribles que los propios gobernadores, a las organizaciones sindicalistas.

Les urge a los directivos socialistas la destrucción, la muerte del sindicalismo. Creen logarlo así con una ley que los acorrale, hostigue y persiga, amparados los perseguidores desde el Poder, en que no anida sino este deseo largo tiempo acariciado de venganza.

Política equívoca.

Pero aún piden más. Piden que a los dos años de República se cumpla la enseñanza laica. Y no podemos por menos de preguntarnos: pero, señor, ¿vivimos en una República laica o en una República cavernícola? ¿No hemos separado la iglesia del Estado? ¿Pues cómo es posible que a los dos años de este régimen haya necesidad de pedir el cumplimiento de la enseñanza laica; que a los dos años de República rijan y dominen los destinos de España las órdenes religiosas, dueñas y señoras de conciencias; que hasta esta fecha no se haya acordado la redacción y discusión de un proyecto de ley, y aun así sea éste el máximo alarde conservador del actual gobierno; que a los dos años de régimen republicano, en suma, el nuncio de Su Santidad ocupe el puesto de honor en los banquetes oficiales, cuando no existen en nuestras relaciones con el papado, una vez roto el régimen de unión anterior, ni aun la reciprocidad de embajadores (recordad que el Vaticano negó el placet al señor Zulueta)? Pues sí; todo eso es posible. Y lo es precisamente porque los socialistas, olvidándose de sí, pasando por encima incluso de su programa mínimo y, lo que es peor, de su propia conciencia, toleran, autorizan y aun defienden la continuación de esta equívoca política, que fortalecen y amparan con el cómico rasgo de nuestro ministro de Obras Públicas de declarar de mal gusto las naturales expansiones populares en la fiesta tradicional del catolicismo de Viernes Santo, o con el aún más reciente de Besteiro, que por decoro, por buen gusto, también juzga reprobable, bárbaro, propio de pueblos salvajes y vandálicos la quema de una iglesia que en un momento disculpable de pasional exaltación se realizase en algún pueblecito del solar patrio. ¿Estaremos jugando a lo equívoco? ¿Estaremos soñando...?

La solución al paro obrero.

Pero no. Ahí está el acuerdo de la Casa del Pueblo y aún más de sus peticiones: “¡Que se dé solución al paro obrero!” ¡Y lo dicen ellos, que han podido resolverlo, y en lugar de hacerlo lo han agravado, autorizando el régimen de represión y boicot del caciquismo rural, organizando las Bolsas de Trabajo para que sólo los obreros de la UGT, y aun no todos, hallaran trabajo, sitiando por hambre a los confederados sindicalistas! Y lo dicen ellos, que se han olvidado ya de trabajar, y que están en paro forzoso por natural privilegio de su acreditada posición de enchufistas. Y lo dicen ellos, que esquilman a la nación en organismos burocráticos y chupan alegremente de las ubres del Presupuesto. Y lo dicen ellos, que cruzan más raudos aún que los demás por las calles y carreteras en sus coches oficiales, temerosos de ser víctimas de los que hoy lo son suyas. Y lo dicen ellos, a cuyas puertas presta servicio la fuerza que maldijeron en sus prédicas revolucionarias. Cruel sarcasmo del Destino estas peticiones socialistas del 1 de Mayo de 1933. Y retirada que es toda ella en reconocimiento de inferioridad, en su renuncia una vez más a la manifestación que forjó la médula toda del movimiento socialista español. ¿Qué se hizo de aquellas manifestaciones pobres, pequeñas, humildes, pero entusiastas, que contra viento y marea, contra oposiciones de los gobiernos y represiones policíacas mantenía Pablo Iglesias, inconmovibles un año y otro, viéndolas crecer, ensancharse, aumentar, fundiendo en un mismo anhelo a los trabajadores todos...? Dos años llevamos de República. Dos años de colaboración en el Poder: 261 muertos proletarios como balance. Y cuando esta manifestación de Primero de Mayo podía reunir en un magnífico ejemplo democrático a cuantos dicen llamarse disconformes con el actual régimen de distribución de la justicia, preciso se hace renunciar al tradicional medio de expresión de las ambiciones rebeldes de la masa proletaria y ofrecer frente a ellas esta retirada, que es todo un reconocimiento paladino de su incapacidad como hombres de conciencia que cumple lo que se promete o se retiran antes de faltar a sus compromisos.

Felizmente para los anhelos del pueblo, la causa de los representantes de esta República, que no es sino una pobre parodia de la nuestra, va unida en su fracaso a la causa de estos otros arrivistas del socialenchufismo, que intentarán inútilmente salir de entre la marejada de odios y rencores que han suscitado en su contra y que los sepultará definitivamente, grabando sobre la frente de los que sobrevivan el estigma de su conducta desleal.