Ante
el Primero de Mayo. Los trucos del socialismo.
Por
Hildegart.
Segundo
año de República. Tercer Primero de Mayo
que se celebra bajo el régimen republicano. Y en
éste, como en el anterior, los directivos de las
sociedades de la Casa del Pueblo renuncian a la manifestación,
que fue práctica tradicional en las organizaciones
ugetistas. ¿Qué ha sucedido? Un
síntoma más de la realidad de las frases
de Azaña. Temen, sin duda, los directivos socialistas
contar demasiado con la opinión pública,
recibir pruebas en extremo vivas de entusiasmo. Y los
fuertes siempre son generosos y perdonavidas. Renuncian
a manifestar la pública expresión de su
fortaleza. ¿No es eso, señores directivos
de organizaciones domiciliadas en la Casa del Pueblo?
Sarcasmo.
Pero
he aquí algo aún más pintoresco.
Las peticiones que se hacen a los poderes públicos.
¿Qué habrá que pedir –se preguntará
el lector ingenuo- a los dos años de República,
con colaboración socialista en el Gobierno y en
los municipios? Pues escuchad: “Rápida
implantación de la reforma agraria”. Esta
ley que nació muerta, y muerta sigue,
sin que haya valido a darle vida la respiración
artificial, inútilmente intentada, sarcasmo hiriente
para los pobres campesinos que oyeron de labios de estos
mismos gobernantes que la República les entregaría
las tierras, y que hoy caen uno tras otro en defensa de
su ideal cuando el hambre y la desesperación les
fuerzan a un movimiento instintivo de protesta. Y tienen
valor los socialistas, que saben todo esto, de pedir,
no una revolución en el régimen agrario,
no un cambio total y absoluto del feudal sistema de propiedad,
sino la rápida implantación (volver a la
vida) de este cadáver que bien pronto alejará
con el hedor de los nuevos enchufes que en su seno cobija
hasta los mismos que, creyéndolo carne fresca,
se apresuraron a caer sobre él.
Persecución.
“La
pronta aprobación de la Ley de Control Obrero,
y el cumplimiento de la legislación social”.
¿Y sabéis qué quiere decir esta propuesta?
Que se cumpla lo que más interesa a los directivos
ugetistas y que por un poco, no de pudor, sino de cariño
para con su propia piel, no se atreven a manifestar claramente:
la harto famosa ley de Asociaciones, error de la República,
todo libertad, todo respeto, para todas las tendencias,
que condena a la ilegalidad, a la muerte civil
y a la persecución autorizada por los delegados
de Trabajo, harto más terribles que los propios
gobernadores, a las organizaciones sindicalistas.
Les
urge a los directivos socialistas la destrucción,
la muerte del sindicalismo. Creen logarlo así
con una ley que los acorrale, hostigue y persiga, amparados
los perseguidores desde el Poder, en que no anida sino
este deseo largo tiempo acariciado de venganza.
Política
equívoca.
Pero
aún piden más. Piden que a los dos años
de República se cumpla la enseñanza laica.
Y no podemos por menos de preguntarnos: pero, señor,
¿vivimos en una República laica o en una
República cavernícola? ¿No hemos
separado la iglesia del Estado? ¿Pues cómo
es posible que a los dos años de este régimen
haya necesidad de pedir el cumplimiento de la enseñanza
laica; que a los dos años de República rijan
y dominen los destinos de España las órdenes
religiosas, dueñas y señoras de conciencias;
que hasta esta fecha no se haya acordado la redacción
y discusión de un proyecto de ley, y aun así
sea éste el máximo alarde conservador del
actual gobierno; que a los dos años de
régimen republicano, en suma, el nuncio de Su Santidad
ocupe el puesto de honor en los banquetes oficiales, cuando
no existen en nuestras relaciones con el papado, una vez
roto el régimen de unión anterior, ni aun
la reciprocidad de embajadores (recordad que el Vaticano
negó el placet al señor Zulueta)?
Pues sí; todo eso es posible. Y lo es precisamente
porque los socialistas, olvidándose de sí,
pasando por encima incluso de su programa mínimo
y, lo que es peor, de su propia conciencia, toleran, autorizan
y aun defienden la continuación de esta equívoca
política, que fortalecen y amparan con el cómico
rasgo de nuestro ministro de Obras Públicas de
declarar de mal gusto las naturales expansiones populares
en la fiesta tradicional del catolicismo de Viernes Santo,
o con el aún más reciente de Besteiro, que
por decoro, por buen gusto, también juzga reprobable,
bárbaro, propio de pueblos salvajes y vandálicos
la quema de una iglesia que en un momento disculpable
de pasional exaltación se realizase en algún
pueblecito del solar patrio. ¿Estaremos jugando
a lo equívoco? ¿Estaremos soñando...?
La
solución al paro obrero.
Pero
no. Ahí está el acuerdo de la Casa del Pueblo
y aún más de sus peticiones: “¡Que
se dé solución al paro obrero!” ¡Y
lo dicen ellos, que han podido resolverlo, y en lugar
de hacerlo lo han agravado, autorizando el régimen
de represión y boicot del caciquismo rural, organizando
las Bolsas de Trabajo para que sólo los obreros
de la UGT, y aun no todos, hallaran trabajo, sitiando
por hambre a los confederados sindicalistas!
Y lo dicen ellos, que se han olvidado ya de trabajar,
y que están en paro forzoso por natural privilegio
de su acreditada posición de enchufistas. Y lo
dicen ellos, que esquilman a la nación en organismos
burocráticos y chupan alegremente de las ubres
del Presupuesto. Y lo dicen ellos, que cruzan más
raudos aún que los demás por las calles
y carreteras en sus coches oficiales, temerosos de ser
víctimas de los que hoy lo son suyas. Y lo dicen
ellos, a cuyas puertas presta servicio la fuerza que maldijeron
en sus prédicas revolucionarias. Cruel sarcasmo
del Destino estas peticiones socialistas del 1 de Mayo
de 1933. Y retirada que es toda ella en reconocimiento
de inferioridad, en su renuncia una vez más a la
manifestación que forjó la médula
toda del movimiento socialista español. ¿Qué
se hizo de aquellas manifestaciones pobres, pequeñas,
humildes, pero entusiastas, que contra viento y marea,
contra oposiciones de los gobiernos y represiones
policíacas mantenía Pablo Iglesias, inconmovibles
un año y otro, viéndolas crecer, ensancharse,
aumentar, fundiendo en un mismo anhelo a los trabajadores
todos...? Dos años llevamos de República.
Dos años de colaboración en el Poder: 261
muertos proletarios como balance. Y cuando esta
manifestación de Primero de Mayo podía reunir
en un magnífico ejemplo democrático a cuantos
dicen llamarse disconformes con el actual régimen
de distribución de la justicia, preciso se hace
renunciar al tradicional medio de expresión de
las ambiciones rebeldes de la masa proletaria y ofrecer
frente a ellas esta retirada, que es todo un reconocimiento
paladino de su incapacidad como hombres de conciencia
que cumple lo que se promete o se retiran antes de faltar
a sus compromisos.
Felizmente
para los anhelos del pueblo, la causa de los representantes
de esta República, que no es sino una pobre parodia
de la nuestra, va unida en su fracaso a la causa de estos
otros arrivistas del socialenchufismo, que intentarán
inútilmente salir de entre la marejada de odios
y rencores que han suscitado en su contra y que los sepultará
definitivamente, grabando sobre la frente de los que sobrevivan
el estigma de su conducta desleal.