La
represión de la Revolución de Octubre
Henri
Barbusse escribe sobre la Revolución de Octubre
de 1934.
El levantamiento del proletariado español
de Octubre de 1934 debe de ser para nosotros un asunto
de esperanza y no de desesperanza. Sin duda,
le siguió una represión feroz que nos oprime
el corazón; sin duda, el sabotaje de las posibilidades
abiertas por la revolución de 1931, que purgó
la España de Alfonso XIII, un sabotaje sistemático
y cínico, una traición continua –que
suscitó el gran acto de justa cólera que
terminó en un gran sacrificio- todo ello continúa
cada vez más, en las alturas de España,
gracias a toda clase de complicidades de los enemigos
del pueblo, pero la ola popular que se desencadenó
en Asturias, y en Cataluña, y en otras partes,
que no retrocedió más que porque las ayudas
que se le debían le faltaron, procuró la
vitalidad profunda, la energía consciente y también
la presencia de las masas obreras e intelectuales consagradas
a la liberación de España.
Octubre
de 1934 aporta temibles promesas para el porvenir. Ya
que este sacrificio no ha sido inútil para la vasta
causa de la humanidad, el homenaje más
justo que podemos rendir a los héroes del “Octubre
rojo” de España, es mostrar la nobleza de
sus objetivos frente a la crueldad sanguinaria de la reacción,
exaltar aquéllos y denunciar a ésta ante
el mundo; defender obstinadamente, con todas nuestras
fuerzas, a los revolucionarios que están en las
manos del gobierno antiespañol, mientras esperamos
a que se cumplan las transformaciones fatales, estimuladas
por la clarividencia y la voluntad de los hombres.