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Entre Repúblicas

Amor a la patria y amor de padre.

En 1910, Javier Bueno publicaba en El Radical, de Lerroux
una columna diaria llamada "Palabras de un salvaje"

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Amor a la patria y amor de padre.

Por Javier Bueno.

 

De un periódico de anoche copio: “El Sr. Navarro Reverter trae dos hijos al Congreso; otros dos el Sr. Capdepón; dos el general Weyler; dos el Sr. Cobián; dos hijos, tres yernos y un sobrino, el Sr. Montero Ríos; el Sr. Arias Miranda, un hijo y un yerno; los Srs. Requejo, Díaz Moreu, Rodrigáñez, Amós Salvador, Borbolla, un hijo cada uno; el conde de Romanones y el marqués de Ibarra, un yerno cada uno…”

Esta estadística es causa de indignación en mucha gente, pero a mí me parece la cosa más natural del mundo.

Esos señores, al hacer diputados a sus hijos, estuvieron inspirados en dos sagrados amores: el amor a la patria y el amor de padre. ¿Qué no hará un hombre por un hijo? En cuanto a los que dieron actas a sus yernos, ¿qué no darán a sus yernos, los que les entregaron a sus hijas? Porque, en realidad, una muchacha joven vale siempre más que el ser diputado.

Mas, como digo, los Srs. Navarro Reverter, Capdepón, Weyler, etc., etc., quisieron servir a su patria al propio tiempo que a sus hijos.

La patria –dirá el Sr. Navarro Reverter- exigió de mí el sacrificio de que ocupase el Ministerio de Hacienda. Ahora me exige el sacrificio de que mi hijo vaya al Congreso. ¡Hágase la voluntad de la Patria!

El amor de padre les dice que sus hijos son los más inteligentes de todos los ciudadanos españoles, y el amor a la Patria les exige que pongan a su servicio sus inteligencias.

Yo no dudo de que sean inteligentes, pues hay un refrán castellano que dice: “De padres tontos, hijos listos”, y es sabido que esos padres no fueron nunca grandes lumbreras. Esos señores ministros, reconociendo esto, se creen en el deber de ofrendar a la Patria las inteligencias de sus vástagos, que serán mayores que las suyas.

El vocablo Patria sirve para un discurso de ministro y para el de un republicano.

-La Patria –dice el primero- exige de mí que permanezca en el Ministerio de la Gobernación.

-La Patria –dice- está en peligro, ciudadanos, unámonos todos en estrecho abrazo contra el enemigo común.

La Patria exige ahora de esos señores ministros, la ofrenda de los muchos o pocos sesos que tengan sus hijos, sirviendo a la Patria, sirven también a sus hijos. ¿Quién pude indignarse por esto?