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Marcelino Laruelo Roa

Muertes Paralelas

Muertes paralelas

El periódico CNT de Asturias se posiciona
sobre el discurso de Largo Caballero.

Editorial sobre el discurso de Largo Caballero
publicada en el periódico CNT, en Asturias.

 

Ayer, en Madrid, pronunció Largo Caballero su anunciado discurso. De la referencia que damos en otro lugar de este número se deducen una verdad y una lección clarísimas. Una lección y una verdad, por otro lado, que no precisaban del aval de una gestión política en el ministerio de la Guerra. En el Norte, por no citar más zonas, sabemos hasta qué punto confirma la experiencia la doctrina sentada por el ex presidente del Consejo.

Para Largo Caballero no puede haber más que un ejército. Un ejército de la República al servicio de todos los españoles y a cubierto de toda ingerencia y coacción políticas. El único ejército posible en un régimen de convivencia y relación que ha de surgir como producto de múltiples colaboraciones.

Si la tendencia de los grupos antifascistas se hubiese ajustado a este principio, nuestra situación sería muy distinta. Transcurridos los primeros seis meses de guerra, hubiésemos contado con el instrumento militar a propósito para aplastar al enemigo. Pero ambiciones inconfesables nos echaron en el camino el estorbo y la obra no maduró. Y nos tememos que no sazone. Los descalabros, las enseñanzas de los descalabros, siguen siendo letra muerta entre nosotros.

Más que un ejército que acabase con el fascismo, se pensó en una fuerza que se plegase dócilmente a los fines de partido. Pensando en lo particular más que en lo común, se tiró aquí por la calle de en medio. Y las consecuencias, naturales consecuencias, tienen que pagarlas en estos momentos los que hicieron y los que dejaron hacer. Ahora mismo, se habla de la escasez de mandos. ¿A quién es atribuible la responsabilidad de que no los haya? Al exclusivismo con que se miró a la guerra. No se tuvieron en cuenta las facultades del que ascendía. Bastaba que cualquier botarate doblase a tiempo el espinazo para hacerle oficial. Como los dados del cubilete, o del embudo las morcillas, salían capitanes de las academias. Por cada teniente venido del monte que preparaba el ascenso haciendo méritos en el monte, de las oficinas surgían diez.

La misma razón mantuvo, contra viento y marea, a probados ineptos, cuya incapacidad anduvo de boca en boca. Y la misma falta de seriedad llevó a la desesperación a muchos que fueron militares de la República y no borregos con cédula política.

Esa es la lección que Caballero nos brinda en su discurso. Esa es la lección que nosotros observamos. Y ojalá llegue todo el mundo a la misma conclusión. Aún estamos a tiempo de componer lo que la ambición descompuso.