La proclamación de la República
en Gijón el 14 de Abril de 1931
Según
la crónica publicada en El Noroeste,
diario democrático independiente, pero afín
al Partido Reformista de Melquiades Alvarez
Las noticias llegadas anoche de Madrid, muchas de las cuales
no tuvieron confirmación, produjeron en Gijón
la natural inquietud. Considerando el público como
inminente un cambio de régimen, durante toda la mañana
se observó alguna agitación, comentándose
acaloradamente la situación política de España
y aún la propia de Gijón, después del
contundente triunfo de las izquierdas. No faltaba
quien indicaba la necesidad de que los nuevos concejales
tomasen inmediatamente posesión de sus cargos,
diciéndose que se haría tan pronto tuviesen
confirmación oficial ciertas especies que circulaban
desde el domingo por la noche.
En la plaza del Carmen, frente a los locales del Centro
Republicano, se estacionó a las dos de la tarde enorme
gentío, ansioso de conocer noticias. A requerimiento
del público, el abogado señor Morán
Cifuentes pronunció un breve discurso aconsejando
calma y tranquilidad. Dijo que se haría lo que fuese
necesario hacer, pero sin algaradas, que a nada conducen
y que pudieran producir un día de luto. También
rogó que se disolvieran los grupos para no dar motivo
a medidas de la autoridad.
En la calle Corrida se formó inmediatamente
un a manifestación de miles de personas que se dirigió
a la plaza de la Constitución (donde está
el Ayuntamiento). A la cabeza marchaban muchos de los concejales
de la coalición republicano-socialista que resultaron
triunfantes en las elecciones del domingo. Entre ellos,
recordamos a Dionisio Morán Cifuentes, Gil Fernández
Barcia y José Suárez Santos.
En medio del mayor entusiasmo, la manifestación
llegó a la plaza de la Constitución. Una comisión,
integrada por los concejales electos, subió al despacho
del alcalde, siendo recibidos por éste. El señor
Morán Cifuentes, en nombre de sus compañeros,
y como representante de la voluntad popular, hizo presente
al alcalde la protesta del pueblo de Gijón ante el
anuncio de que se intenta dilatar la resolución inevitable
del cambio de régimen acudiendo a la convocatoria
de Cortes Constituyentes, fórmula por completo
descartada de las concesiones del pueblo que exteriorizó
claramente su voluntad en las urnas. Le pidió que
comunicase al Gobierno el deseo terminante del pueblo de
que se proclame la República sin más trámites
en bien de la tranquilidad y el orden. El alcalde prometió
telegrafiar al Gobierno en ese sentido.
La Comisión se asomó al balcón del
Ayuntamiento y desde allí, el joven abogado Dionisio
Morán Cifuentes dirigió la palabra a los manifestantes,
comunicándoles lo que acababa de decir al alcalde.
Tuvo párrafos muy brillantes para hacer declaración
terminante de su fe republicana, y dijo que él como
sus compañeros estaban dispuestos a dar hasta la
última gota de sangre por la causa del pueblo, que
es la causa de la República. Ratificadas sus palabras
con una gran ovación, la manifestación se
disolvió pacíficamente.
Por la tarde, las noticias llegadas de Madrid, aumentaron
la efervescencia en las calles. Los acontecimientos se precipitaban
y era necesario que todo estuviera preparado para que la
transformación causase los menores perjuicios posibles.
A las tres de la tarde se convino en celebrar una
reunión en el Teatro Jovellanos, concurriendo a la
misma los comités de todos los partidos de izquierdas
y los concejales elegidos el pasado domingo. Allí
mismo quedó constituido el Comité revolucionario,
integrado por dos personas de cada partido de adherido.
Además, se designó un segundo Comité
en previsión de que el primero pudiera ser detenido.
En ambos comités se dio entrada a representantes
obreros.
Los concejales de izquierda elegidos el domingo acordaron
formar una Comisión con dos conejales por cada partido.
Esta Comisión tendría que estar dispuesta
a hacerse cargo de la administración municipal para
que ésta no sufriera entorpecimiento alguno. Quedó
formada por los siguientes:
Partido Republicano Federal: Del Río y Ramón
Fernández.
Partido Reformista: Rafael González y Roces
Derecha Republicana: Valentín Alvarez y Blanc
PSOE: De la Cerra y Ruiz
Alianza Republicana: Fombona y Suárez Santos.
Inmediatamente, el Comité Revolucionario y la Comisión
se trasladaron al Ayuntamiento y comenzaron su labor.
Por su parte, el alcalde convocó una reunión
de autoridades que se reunió en el salón de
la Secretaría, pues tanto el de sesiones como el
de actos estaban ocupados por el Comité revolucionario.
A esa reunión acudieron el comandante militar de
la Plaza, Jiménez García, el teniente coronel
Velázquez Zuazo, los comandantes Paredes y Navarro,
los capitanes Muñoz, Muñiz y Noriega; los
jueces de Instrucción Lopez Bonilla y Saboni, y el
contador de Navío Villar. Celebraron un cambio de
impresiones y acordaron solicitar instrucciones de las autoridades
superiores, ya que otra cosa no podían hacer.
El Comité Revolucionario publicó y
difundió el siguiente manifiesto:
Ciudadanos:
El Comité Revolucionario, reunido con carácter
permanente en la casa Ayuntamiento de Gijón, pone
en conocimiento del pueblo haberse hecho cargo del Municipio
de modo provisional, con el propósito de transmitir
sus poderes en plazo brevísimo a los concejales electos
en el pasado día 12.
Es imprescindible a los fines de la República española,
el que el pueblo persista en su edificante actitud ciudadana
de máximo orden y cordura.
Preocupación primordial del Comité
Revolucionario es obtener la inmediata libertad de los presos
políticos que permanecen en la cárcel de Gijón.
En tanto se consuma este vehemente deseo piden reiteradamente
un momento de calma y prórroga prudencial en la confianza
que se nos otorga.
Este Comité Revolucionario encarece al pueblo
de Gijón, en honor al prestigio de la naciente República,
no quebrante en lo más mínimo el orden ni
la normalidad pública.
El Comité Revolucionario: Carlos Martínez,
Manuel Conde, Manuel Menéndez, Gil Fernández
Barcia, Luis Cuesta, Joaquín Gómez de Llarena,
Federico Fernández, Teófilo Martín
Escobar, José María Friera, Dionisio Morán,
Tomás Amutio, Alfredo Fernández, Felipe Redondo
y Luis Blanc.
Una representación de la Confederación
Nacional del Trabajo indicó al Comité la necesidad
de la consecución de la libertad de los presos por
los sucesos del pasado mes de diciembre, acordándose
por aclamación e iniciándose allí mismo
las gestiones para conseguirlo. El Comité,
a partir de este momento, quedó ya constituido en
sesión permanente en las dependencias municipales.
Mientras tanto, en la plaza del Ayuntamiento se
había agolpado enorme gentío que daba ¡vivas!
y lanzaba significativos gritos. El Comité creyó
era llegado ya el momento de proclamar la República
en Gijón, arrostrando toda la responsabilidad de
tal determinación. Y a tal fin, utilizando la bandera
del Partido Republicano Federal, se procedió con
gran solemnidad a izarla en el asta del balcón Central.
Fue un momento grandioso, indescriptible, cuando la bandera
quedó colocada en lo más alto del mástil.
Los millares de personas que en aquel lugar se encontraban,
se descubrieron, y durante dos minutos el silencio fue absoluto.
Luego, se desbordó el entusiasmo y los vivas se multiplicaron.
Las personas se abrazaban emocionadas, mientras muchos hombres
lanzaban al aire sus gorras en señal de júbilo.
Todo el Comité Revolucionario se asomó al
balcón, repitiéndose las ovaciones.
Nuevamente hizo uso de la palabra el joven abogado Morán
Cifuentes, que improvisó una bellísima y emocionante
oración. Pidió a todos que si los miembros
del Comité continuaban mereciendo su confianza, les
concediesen el plazo necesario para llevar a cabo todos
sus propósitos y añadió: “seguid
dando pruebas de sensatez y cordura, y demostraremos como
hasta ahora hemos hecho, que los del desorden son ellos.
Ha caído la Monarquía podrida y vosotros,
con vuestras papeletas, en la elección del domingo,
le preparasteis el sudario. Levantad los corazones,
y ya dado este paso, con la misma decisión, con la
misma serenidad y confianza con que hemos sabido izar esta
bendita enseña de una Patria que nace, aprestémonos
a defenderla, dando por ella incluso la vida.” (Gran
ovación) Terminó Morán su magistral
discurso con un párrafo vibrante que cierra con un
grito de ¡Viva la República! que es entusiásticamente
contestado.
También habló el ex alcalde republicano Ramón
Fernández, que fue aplaudidísimo, recomendando
a todos serenidad y calma y depositar su confianza el Comité
Revolucionario, donde todos los partidos de izquierda y
organizaciones obreras estaban representados.
Como en el público se observase gran impaciencia
por la cuestión de los presos, el señor
Morán Cifuentes propuso al Comité que una
comisión se trasladase a Oviedo para solicitar del
presidente de la Audiencia la libertad de los detenidos
y haciéndole ver el estado de ánimo del pueblo
de Gijón. Así se acordó y en automóvil
marcharon seis miembros del Comité a la capital,
comunicando momentos después por teléfono
que el digno presidente de la Audiencia, señor Prendes
Pando, había reunido la Sala para acordar la concesión
de la libertad de los presos.
Ni que decir tiene el júbilo que a todos causó
la noticia, comunicándose prontamente al público
que no cesaba de aplaudir, viéndose a muchas mujeres
llorar de emoción. Mientras estas noticias llegaban,
el señor Morán Cifuentes se trasladó
a la cárcel del Coto para dar a los presos la grata
nueva de la proclamación de la República y
de las gestiones que se realizaban para conseguir su libertad.
El joven abogado fue abrazado por los presos, quienes le
dijeron: “Comunique usted al pueblo la alegría
que nos causa la noticia; pero que no se cometa ninguna
violencia para libertarnos. Antes de que se produzcan desórdenes,
preferimos permanecer aquí los días que sean
necesarios.” Esta noble conducta de los presos
causó honda impresión a cuantos presenciamos
la escena.
Morán Cifuentes regresó al Ayuntamiento y
desde allí marchó a la plaza del Carmen, donde
se habían congregado varios millares de personas.
Se asomó al balcón del Centro Republicano,
dando cuenta de su visita a la cárcel, de las manifestaciones
de los presos y de las gestiones que se estaban realizando,
reiterando el ruego del Comité de que se mantuviese
el orden a todo trance y la confianza en el Comité.
A las ocho y media de la noche llegó un telegrama
urgente de la Audiencia, dirigido al juez de Instrucción
del distrito de Oriente, dándole cuenta de que se
había acordado, por unanimidad, la concesión
de la libertad para los presos políticos, disponiendo
que se cumplimentase el acuerdo con toda urgencia.
El señor López Bonilla dio toda clase de facilidades
y a los pocos minutos los abogados señores Merediz
y Morán salían para la cárcel del Coto
con la orden de libertad. Al mismo tiempo, se dispuso que
saliese para dicha cárcel un autocar para conducir
a los libertados al Ayuntamiento.
Primeramente se pudo en libertad a uno de los detenidos
que por ser soldado estaba recluido en los calabozos del
cuartel. A continuación, los señores Merediz
y Morán se dirigieron a la cárcel con la orden
de libertad de los veintitrés restantes que a los
pocos minutos aparecieron en la puerta de la cárcel.
Imposible describir aquello. Muchos familiares y otras personas
se agolpaban frente a la prisión y al ver a sus deudos
se abrazaron fuertemente a ellos. Todas las personas que
presenciaban la escena lloraban emocionadas, mientras los
presos prorrumpían en ¡Vivas a la República!
y otros a sus abogados, los señores Merediz y Morán
Cifuentes. Al fin todos fueron ocupando el autocar, acompañados
de la comisión de la Confederación General
del Trabajo, dándose muchos ¡vivas! a este
organismo obrero.
Aunque se hizo por calles retiradas, el viaje de los libertados
desde la cárcel hasta el Ayuntamiento el público
se dio cuenta de la presencia de los presos al paso del
automóvil y en todas partes eran acogidos con cariñosos
aplausos y demostraciones de júbilo. Ya en el Ayuntamiento
los 23 jóvenes libertados, salieron todos al balcón
central, repitiéndose entonces las ovaciones. La
plaza presentaba un aspecto imponente, agolpándose
allí más de quince mil personas. A requerimiento
del público, nuevamente hizo uso de la palabra el
infatigable señor Morán Cifuentes, que pronunció
otro vibrante discurso que causó delirante entusiasmo:
“Ya véis como la naciente República
cumple sus compromisos. Nuestro primer esfuerzo
fue devolver a sus hogares a los seres queridos, a estos
perseguidos que perdieron la libertad por defender un ideal
sacrosanto. Seguid teniendo confianza en el Comité
y, sobre todo, conservar la serenidad, dando un alto ejemplo
de civismo. Nada de algaradas inútiles. Retiraos
tranquilos a vuestros hogares con la satisfacción
de lo realizado en este gran día.”
Terminó su disertación con un canto a la República
naciente, acogido con ¡vivas! ensordecedores. Habló
también don Isidro del Río y el conocido luchador
obrero Segundo Blanco, siendo muy aplaudidos.
El pueblo fue desalojando tranquilamente la plaza, continuando
reunido en el Ayuntamiento el Comité Revolucionario,
que asumió provisionalmente todos los poderes. La
gente se desparramó por las calles, escuchándose
en todas partes gritos de júbilo.
Por disposición del Comité Revolucionario,
la Banda de Gijón dio un concierto en la plaza del
Carmen, que desde ayer mismo pasó a llamarse “plaza
del capitán Galán”, en honor a la memoria
del glorioso mártir de Jaca”. La Banda recorrió
después las calles tocando la Marsellesa y la Internacional,
siendo en todas partes acogida su presencia con nutridos
aplausos.
El orden en todo el día fue perfectísimo,
no registrándose ni el más mínimo incidente.
Todos los servicios se realizaron dentro de las más
absoluta normalidad y los comercios permanecieron abiertos,
aun en aquellos lugares donde el gentío se agolpaba.
La Agrupación al Servicio de la República
celebró el advenimiento de la República con
un banquete en el restaurante Mercedes. En la presidencia
se colocó un dosel con la bandera republicana que
fue saludada por el pundonoroso capitán del regimiento
Tarragona, Pedro Pérez Pavés, a quién
se le asignó el puesto de honor. Con él se
sentaron en la presidencia distinguidas señoras gijonesas.
A los postres, se pronunciaron vibrantes brindis republicanos
el presidente de la Agrupación, doctor Barreal, el
popular concejal electo, Dionisio Moran Cifuentes, y el
joven y prestigioso abogado, don Mariano Merédiz.
Fue un acto de ciudadanía muy cordial y simpático.
La alegría popular fue indescriptible. Mujeres gijonesas
de todas las clases sociales, pues en todas tiene partidarias
la naciente y gloriosa República española,
lucían escarapelas o banderas con los colores republicanos.
Nuestras calles, aun las más distantes del centro
de la población, presentaban animado aspecto. La
gente menuda las recorría cantando y luciendo la
bandera de la República. Y, en medio de tanto alborozo,
de tanta libertad, ni el más mínimo incidente
desagradable. Ahora debemos preguntarnos: ¿Quiénes
son las gentes de orden: estas que ayer en medio del mayor
entusiasmo, sin el menor freno, dieron tal sensación
de cordura, o las que se vinieron llamando de orden mientras
perseguían, encarcelaban y arrancaban de sus hogares
a los ciudadanos pacíficos por el solo delito de
tener un noble ideal?
Los acontecimientos no han podido producirse de mejor modo
y ayer, al vernos mezclados entre el pueblo, nos sentíamos
orgullosos de nuestra condición de españoles.
Algunas muestras de entusiasmo popular tuvieron un matiz
ingenuo.
Así, por ejemplo, la Rondalla Gijonesa que
salió con sus trajes a la calle tocando la Marsellesa
como homenaje a Tuero, víctima de los sucesos de
diciembre, acudió al domicilio de los padres de aquel
joven, cuyo nombre queda unido a los acontecimientos de
estas fechas históricas.
Los acontecimientos de ayer y la libertad de los presos
por los sucesos de diciembre, obligaron a suspender la velada
que iba a celebrarse en el Salón Popular de La Calzada,
organizada por la empresa de este Salón. En vista
de ello, se celebrará hoy esta simpática fiesta,
que se dedicará a los presos políticos y sociales.
Al pueblo de Gijón.
El Comité que por delegación de los diversos
partidos republicanos y socialistas se ha hecho cargo provisionalmente
del Ayuntamiento de Gijón, se complace en expresar
su satisfacción por la cordura y sensatez con que
el pueblo ha tomado parte en el desarrollo de los acontecimientos
y espera del elevado espíritu de todos continúen
en la misma cívica actitud, cooperando cada uno en
la medida de sus fuerzas a la consolidación de la
naciente República española. Tan pronto
como este Comité reciba las instrucciones que espera
del Gobierno de la República, se apresurará
a constituir el nuevo Ayuntamiento en la forma en que se
le indique, continuando entretanto en el ejercicio de sus
funciones.