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Agua:
del ahorro a la estafa Por Juan Robles Usted y yo, y todos
y cada uno de nosotros, como bien se sabe, somos los responsables del
despilfarro y de la escasez del agua, de la sequía y del cambio
climático. Del hambre en el mundo y de la contaminación
de los océanos y de la desaparición del camarón de
la ría de Villaviciosa también, por supuesto, somos nosotros,
pobres individuos, los culpables convictos y, la inmensa mayoría,
confesos. Ni usted ni yo, ni cada uno de nosotros, somos los autores de la planificación urbanística y de la promoción turística, ni constructores que levantan ciudades en zonas semidesérticas, ni promotores de campos de golf, spas y otros chapoteos acuáticos. Ninguno de nosotros fuimos los que convencimos (y subvencionamos) a los agricultores para que transformasen el secano en regadío, para que sembrasen maíz en parameras y diesen riego a las viñas y a los melonares... Eso lo sabemos usted y yo, todos nosotros, pero no vale. Y no vale porque el sistema económico vigente goza de absoluta impunidad, está por encima del bien y del mal, sobre todo, del mal. Por tanto, lógico y normal que venga la ministra, cualquier ministra, y el gobierno, cualquier gobierno, y nos eche el alto, nos abronque y amenace, nos suba los precios y nos racione, que para eso somos culpables y, aún más, reincidentes, gente irrecuperable: ¡tantos litros para la ducha y va que chuta! Nunca oiremos decir a la ministra, cualquier ministra: señores de las grandes siderurgias, de las factorías alumínicas, de las papeleras y de los plásticos; señores del kilovatio, de los grandes regadíos y señores de la urbanización permanente, distinguidos señores, tienen ustedes tantos litros para realizar sus actividades, tienen ustedes que ahorrar cada año tantos pantanos equivalentes, tienen ustedes que depurar y reutilizar... Nada de eso, son señores capitalistas y están por encima del bien y del mal. Y si necesitan más agua, que cuenten con ella, que para eso están los presupuestos del estado. Capitalismo y despilfarro son sinónimos, capitalismo y destrucción del planeta, también. El agua es de las pocas cosas que nos caen del cielo, debería de ser gratis; gratis hasta un nivel de consumo preestablecido, y también potable, incolora, inodora e insípida. Las tuberías y demás infraestructuras ya se pagan por otras vías de apoquine. Mi señor padre que,
por circunstancias de la vida, y la salud, no ha podido vivir en su casa
últimamente, ha pagado una factura de casi dos mil pesetas
por un consumo de cero metros cúbicos, máxima expresión
del ahorro. Pero es que también le han cobrado alcantarillado y
depuración... Se comprueba que al que ahorra, le estafan: otra
característica del sistema. Yo no despilfarro un euro
y no colaboro en la destrucción del planeta, pero, señora
ministra, no me tome usted el pelo y, si puede, por lo menos, no permita
que nos estafen. |