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Recuperar el túnel de Aboño como vía más corta entre Carreño y el Hospital de Jove
Una petición razonable

Por José Antonio Rodríguez Canal.

 

El grupo del PP en el Ayuntamiento de Gijón solicita de la autoridad competente, el Gobierno regional, la reapertura del túnel carretero de Aboño, para beneficio, sobre todo, del vecindario de Carreño, que de ese modo recuperaría una vía de acceso a la villa gijonesa y un camino más corto para llegar al Hospital de Jove, que es el establecimiento designado para atender las necesidades sanitarias del pueblo carreñense.
Parece una petición sensata, razonable, la planteada por los concejales del Partido Popular. El túnel carretero de Aboño (escribo de memoria, así que no es descartable alguna imprecisión) quedó incorporado a la carretera de acceso a El Musel desde El Empalme construida cuando entonces, hará cosa de más de medio siglo, no por el Ministerio de Obras Públicas, sino por la Comisaría del Plan de Desarrollo que regía el pío Laureano López Rodó, heterodoxo o excepcional procedimiento administrativo de financiación de obras estatales seguido también para la construcción de la carretera de los túneles de Riaño, en Langreo. La carretera de Aboño, de titularidad estatal, una vez puesto en marcha el proceso de transferencias de infraestructuras a las comunidades autónomas, pasó a depender del Gobierno de Asturias, que luego cedió el túnel a la Autoridad Portuaria de Gijón (antes Junta del Puerto de Gijón y más atrás aún, Junta de Obras y Servicios del Puerto de Gijón-Musel, el organismo que hoy es denominado, con exactitud, ayuntamiento de mar por M.L. y otros autores). El ayuntamiento de mar gijonés, la exJunta del Puerto, la autoridad portuaria, se muestra renuente a la reapertura del túnel clausurado, porque considera que se halla en mal estado, transitarlo en las actuales condiciones constituiría una práctica peligrosa para los usuarios y repararlo es una operación muy costosa. El Gobierno regional decide quién preside la autoridad portuaria, en cuyo consejo de administración figuran las alcaldesas de los dos concejos afectados, la gijonesa en calidad de vicepresidenta, y esa autoridad portuaria, autónoma en teoría, de hecho está tutelada por el Ministerio de Fomento a través del organismo Puertos del Estado, integrados ambos en el Gobierno del Partido Popular, la misma formación política de los concejales peticionarios, la misma que ha apoyado y apoya como alcaldesa de Gijón a la vicepresidenta portuaria y la misma también que en las dos últimas elecciones legislativas ha sido socia de candidatura con el partido político del que es miembro conspicuo la vicepresidenta alcaldesa. Este es el marco político-administrativo del país oficial en que se sitúa el hecho de que la gente de Carreño tenía un acceso cómodo y corto a Gijón y al Hospital de Jove y ahora no lo tiene, el país real.
Son las cosas del ayuntamiento de mar, de la república independiente de El Musel (y del Muelle - donde tiene en venta 877 metros cuadrados de calle-, de los jardines de la Reina y de la calle de Rodríguez San Pedro). En su abigarrado universo laboral hay ahora turbulencias. Convertida en uno de los ejes del debate la traslación a los efectos de las sentencias judiciales del pensamiento filosófico que valida el incumplimiento de las promesas electorales, ahí está la huelga de EBHISA, la instalación de descarga de graneles sólidos, empresa mixta con mayoría de capital público, a punto de entrar en vías de privatización total, que tenía tres pórticos de descarga y se quedó con dos porque perdió uno, un pórtico con capacidad de 50 toneladas, una millonada en valor y precio, no un cabrestante de juguete, como consecuencia de una desafortunada maniobra durante su utilización, una historia para ser contada. La situación está tensa, pero en el ámbito portuario se recrudecerá el temporal cuando el Gobierno decrete, está al caer, la liberalización de las labores de estiba y desestiba, un sector laboral con abundancia de rasgos singulares. A estas alturas del siglo hay en España mujeres que son pilotos de caza y ataque, controladoras aéreas, capitanas de la marina mercante, taxistas, damas legionarias, maquinistas de ferrocarril, magistradas del Constitucional, choferesas de EMTUSA, ingenieras de caminos, canales y puertos y peonas de Emulsa, pero, según reciente afirmación del presidente de Puertos del Estado, no hay una sola estibadora. No parece que esté de más preguntarse por qué.