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Oficina de Defensa del Anciano | Asturias Republicana |
Por José Antonio Rodríguez Canal.
El grupo municipal
del PP demandaba el otro día al Ayuntamiento de Gijón
la implantación de medidas que contribuyan a facilitar la utilización
de la motocicleta y la mejora de la movilidad de sus usuarios. Es una
petición que se puede inscribir sin esfuerzo alguno en el ámbito
de lo razonable, porque, en relación con el coche, la moto contamina
menos y también ocupa menos espacio en la vía pública.
Es una clase de vehículo que agiliza los desplazamientos de quienes
lo utilizan, sobre todo en territorio urbano, con ventaja innegable,
en este sentido, sobre otros medios de locomoción, y con un coste
moderado en todos los aspectos. De ahí el crecimiento del parque
motociclista en Gijón, apreciable a simple vista, sobre todo
en el aumento de escúteres en circulación, desde la más
sencilla, de 49 cc , como la del suprascrito, hasta las más potentes,
que llegan a los 600 cc y más. La sorpresa llegó 15 días después del accidente, en forma de carta remitida desde el citado hospital, con la petición de los datos de la aseguradora del vehículo para cargarle los gastos, “debido a que en el momento de la asistencia no nos proporcionó los datos relativos al siniestro” (nadie se los pidió a la víctima, quien, no obstante, había hecho allí, en el hospital, el día de autos, un relato oral completo de lo ocurrido). Los gastos cuyo pago se reclamaba, y de los que la aseguradora ya se ha hecho cargo, ascendieron a 270 euros por la asistencia en Urgencias y 338 por el servicio de ambulancia, desglose motivo de perplejidad: la que causa el hecho de que una carrera en ambulancia, de apenas cinco kilómetros, sea un 25% más cara que la atención inmediata y completa –radiografías incluidas- a plena satisfacción del paciente, prestada por un equipo médico en un hospital. En estos tiempos,
todavía de tribulación económica, esos 338 euros
parecen una desmesura, y chirría que los devengue la parte privatizada
-¿por qué?- de un servicio público, el que presta
el Sespa, el Sistema Nacional de Salud en versión asturiana.
Porque con los 338 euros que costó el viaje desde la avenida
de Pablo Iglesias a Cabueñes se puede ir hoy en taxi a Santander
y luego viajar a Londres con Ryanair, o ir a Santander en Alsa y trasladarse
también hoy a Roma con la misma compañía, y sobraría
dinero para espaguetis y pizzas en la capital italiana, y para la vuelta.
También da esa cantidad para desplazarse hoy a Madrid en avión,
y volver mañana, también en avión, o para que viajen
esta mañana a la capital del Estado ocho personas en Alsa clase
supra, u otras ocho, con el mismo destino, en clase preferente del tren
Alvia de Renfe, o, en fin, esa suma daría asimismo para viajar
en avión esta mañana desde Asturias a Alicante y a Málaga
con Volotea (la aerolínea que traslada su sede social a Asturias,
donde recibe generosas subvenciones, desde Barcelona, ciudad en que,
es chocante, estaba domiciliada y pagaba los impuestos pese a que no
opera en ninguno de los aeropuertos catalanes).Trescientos treinta y
ocho euros, en fin, parecen demasiados euros para pagar un corto desplazamiento
en ambulancia, vehículo que suele consistir en poco más
que un taxi con sirena, aunque vaya a bordo don Gregorio Marañón
redivivo. Y no fue el caso.
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